Discurso en la Asamblea
General
El Jefe de la
Delegación de la Santa Sede ante la ONU, Mons. Paul Gallagher, denunció en la
Asamblea General de las Naciones Unidas la presencia en varios organismos de la
institución de la ideología que ignora a los niños no nacidos, a los enfermos y
a los discapacitados, por considerarlos «prescindibles».
(ACI Prensa) En un discurso sobre cómo
hacer relevante a las Naciones Unidas para la gente, Mons. Gallagher aseguró
que «la
Santa Sede está especialmente preocupada por la interpretación cada vez más
limitada del derecho a la vida, tanto a nivel nacional como en los
tratados y mecanismos en defensa de los derechos humanos».
«Esta tendencia
se evidencia de forma particular en la corriente del discurso de derechos
humanos que se niega a reconocer el
valor inherente y dignidad de la vida humana en todas las etapas, en su
inicio, desarrollo y fin», explicó.
En este sentido, lamentó que «ese enfoque busca
crear una jerarquía de derechos humanos, relativizando la dignidad humana,
asignado un valor mayor e incluso más derechos a los fuertes y sanos, mientras
que se descarta a los débiles».
Así, denunció que «esa ideología
presente, desafortunadamente, en varios de los organismos del entramado de
derechos humanos de la ONU, conduce a
graves desigualdades e injusticias, a menudo ignorando a los niños que
se encuentran en el útero y tratando
las vidas de las personas mayores y con discapacidades como si fueran
prescindibles, o como una carga para la sociedad».
En su discurso, el Jefe de la
Delegación de la Santa Sede ante la ONU subrayó que «el reconocimiento de la dignidad
inherente a todos los seres humanos es
la piedra angular de los pilares sobre los que la ONU se ha cimentado».
«Hablar de la
dignidad humana setenta años después de la adopción de la Declaración Universal
de Derechos Humanos significa, sobre todo, reafirmar la centralidad y el valor intrínseco de la persona humana,
y reafirmar los derechos inherentes compartidos por todos los hombres y
mujeres».
Además, destacó que «el mundo
necesita recuperar una visión global de la persona humana, la dignidad humana
y los derechos humanos, ya que cualquier visión reduccionista de la persona
humana inevitablemente deshumaniza y excluye de forma efectiva a determinadas
personas de su permanencia a la raza humana, abriendo así caminos a la
desigualdad, a la injusticia y al daño».
Por ello, advirtió que «es escandaloso
comprobar que los derechos humanos continúan violándose hoy, siete
décadas después de la adopción de la Declaración Universal de los Derechos
Humanos».
En su discurso, Mons.
Gallagher también habló de la necesidad
de un pacto global sobre refugiados y migraciones; habló sobre los
conflictos actuales y el terrorismo que amenaza la paz en el mundo; analizó la
situación de las familias, las mujeres y los niños; defendió el compromiso del
desarrollo integral de la persona; y reflexionó sobre los retos
medioambientales a los que se enfrenta el planeta.
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