viernes, 28 de septiembre de 2018

LAS DEVOCIÓN A LAS 10 VIRTUDES EVANGÉLICAS DE LA VIRGEN MARÍA


Una regla de convivencia y una devoción… La Virgen María es ejemplo de virtud para los cristianos. Y aunque aparece poco en los evangelios, igual estos muestran esas virtudes. Estas virtudes evangélicas dieron lugar a la Regla de las Congregaciones Marianas. Que también es útil para el manejo de los laicos en su vida privada.
Y luego dio origen a la devoción de la Coronilla de las 10 Virtudes Evangélicas de la Santísima Virgen María.
Todo está fundamentado en los pasajes del Nuevo Testamento. Y en correspondencia con las Bienaventuranzas del Sermón del Monte en Mateo 5: 3-2. Estás virtudes evangélicas fueron compiladas por las que hoy llamamos Congregaciones Marianas, que tuvieron su inicio en Santa Juana de Valois, del siglo XVI.

SANTA JUANA DE VALOIS Y LAS CONGREGACIONES MARIANAS
Juana de Valois era hija de Luis XI de Francia y de Carlota de Saboya. Se casó con Luis de Orleans, que era su primo y luego se convertiría en Luis XII. Este matrimonio de 1473 fue anulado y el rey Luis XII concedió a Juana el ducado de Berry.
Allí Juana fundó una orden religiosa dedicada a la Virgen María con la asistencia del franciscano Gabriel María Nicolás.
Este franciscano reclutó a las primeras monjas y escribió la regla del convento llamada “Los 10 Gozos y Virtudes de la Virgen”. Que fue presentada a la Santa Sede y las aprobó. El primer monasterio se erigió en 1502. Luego de la muerte de Juana el arzobispo de Ruan confió la dirección espiritual a la orden a los Frailes Menores Observantes y la orden continuó desarrollándose con nuevo monasterios. Luego de las guerras con los protestantes, donde se profanaron varios monasterios, la orden tuvo una expansión y a finales del siglo XVIII contaba con 40 monasterios. Pero durante la Revolución Francesa los monasterios fueron confiscados y la orden fue prohibida. En 1816 la orden revivió recuperando sus monasterios, pero nuevamente fue suprimida 1903, y recién en 1926 las monjas regresaron a Francia.
Este carisma fundado por Santa Juana de Valois hoy se expresa en la Orden de la Anunciación de la Virgen María.
Son monjas de clausura y se dedican a la contemplación, tomando como modelo las 10 virtudes y gozos de la Virgen María. Su hábito es gris, sostenido con un cíngulo de 10 nudos, que significan los 10 gozos y virtudes de la Virgen, escapulario rojo y llevan un velo blanco. Se trata de una orden pequeña, porque en el 2015 contaba con 75 monjas y 9 monasterios. También son parte de este carisma la Congregación de las Anunciadas Apostólicas y la Congregación de Clérigos Marianos. Esta última fue fundada por el polaco Estanislao Papczy?ski y restaurada en 1909 por Jorge Matulaitis, los que son conocidos como los padres marianos. Esta congregación contaba en el año 2011 con 472 religiosos en 20 países y con la casa general en Roma.
Estas tres congregaciones comparten la devoción a las 10 virtudes de la Virgen María.
Y la expresan con una imagen de la Virgen irradiando sus diez virtudes evangélicas. El Padre Mariano Casimir Wysznski ha dicho: “Quien quiera glorificar a la Santísima Virgen María y desea permanecer bajo su protección, debe amarla y respetarla – pero más que nada, debe practicar las virtudes evangélicas y así, a través de esta práctica, ha de seguir el ejemplo de María.” Las 10 virtudes evangélicas son la base de la regla monástica que creo Santa Juana de Valois, junto con el franciscano Gabriel María Nicolás. Veamos cuáles son y cómo forman parte de la regla, para luego describir la devoción.

LAS 10 VIRTUDES EVANGÉLICAS DE LA VIRGEN MARÍA
 CASTIDAD Y PUREZA
Regla 1: “Vivir en sí misma de un amor cordial, efectivo por Jesús sólo”.
La pureza ocupa el primer lugar de las almas para complacer a Cristo, como sus verdaderas novias místicas y en imitación a la Santísima Virgen. Esto se fundamenta en que mientras María estaba comprometida con José, un ángel se le apareció anunciando que ella había “encontrado el favor de Dios” y que, con su consentimiento, ella daría a luz a Jesús. “¿Cómo puede ser esto?”, preguntó, “¿si yo no conozco a un hombre?” (Lucas: 1: 27-34). Y por su parte José preocupado por el embarazo de María, se sintió seguro de la pureza de María cuando un ángel le dijo: “José, hijo de David, no temas llevar a María a casa como tu esposa, porque lo que se concibe en ella es del Espíritu Santo” (Mateo 1: 18-20). En esta regla Santa Juana dice que hay que evitar la ociosidad, la embriaguez, las compañías sospechosas y los adornos vanos.

PRUDENCIA
Regla 2: “La sabiduría y la prudencia perfectas: saber agradar a Dios”.
La Virgen María fue muy prudente porque pensó las dificultades que podría tener cuando Gabriel le hizo el anuncio. Guardó sus palabras en el corazón, huyó a Egipto para darle seguridad a su hijo y volvió cuando la muerte de Herodes. Esto se evidencia evangélicamente cuando Jesús se perdió a los 12 años y lo encontraron en una sinagoga predicando. María preguntó: “Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Tu padre y yo hemos estado buscándote ansiosamente”.  Jesús regresó con sus padres. “Pero su madre atesoraba todas estas cosas en su corazón” (Lucas 2:49, 51). María no amonestó a su Hijo y aceptó prudente y silenciosamente lo que no entendía del todo. En esta regla las recomendaciones de Juana son reflexionar antes de abrir los labios, estar en guardia contra las mentiras y las conversaciones tontas.

HUMILDAD
Regla: 3 “Que las hermanas se comporten con humildad, que obedezcan con simplicidad”.
La Virgen María siempre fue muy humilde para agradar a Dios, al punto que se turbó y atemorizó por la alabanza de Gabriel y le contestó “Yo soy la sierva del Señor. Que se haga en mí como tú dices”. Cuando María visitó a Isabel, que estaba embarazada de Juan el Bautista, esta le dijo “Bendita seas entre las mujeres” Y María le respondió, “Mi alma glorifica al Señor y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador, porque ha sabido la humildad de su sierva” (Lucas 1: 40-48). Por lo tanto María no se jactó el papel que iba a jugar sino que lo refirió a un agradecimiento a Dios. Hay una verdadera humildad cuando una persona se pone triste y preocupada cuando la alaban. En contraposición con el orgulloso del que se siente alegre al recibir elogios.

FE
Regla 4: “A ejemplo e imitación de la Virgen: ser firme en la fe”.
María fue muy firme en la fe, desde que concibió al hijo de Dios con humildad y obediencia. Y esto es reconocido por su prima Isabel qué le dice “Bendita sea la que confió en que las palabras del Señor se cumplirían”. Podemos ver su fe en las bodas de Caná, cuando se acabó el vino y María, con plena confianza en su Hijo, les dijo a los sirvientes: “Haced lo que Él os diga” (Juan 2: 5). Su fe en Jesús era tan fuerte que Jesús le había dicho un momento antes: “Mi hora aún no ha llegado”. En la imitación de María es central tener, fe porque sin fe es imposible agradar a Dios.

DEVOCIÓN Y ALABANZA
Regla 5: “Sobre todo: aprender el arte y la ciencia de la alabanza divina y de la oración”.
La Virgen María siempre alabó a Dios y cada año subía a Jerusalén para las fiestas. Y en su frase del Magnificat esto queda claro “Mi alma proclama la grandeza del Señor”.  Además no hay duda que María era una mujer de oración. Porque después de la muerte de su Hijo, ella y los apóstoles ”se unieron constantemente en oración” (Hechos 1:14). Además el Magníficat y el Rosario proporcionan ejemplos sobresalientes de su oración mariana. Por eso Santa Juana decía que las almas devotas deben aprender el arte y la ciencia de alabar a Dios y de orar.

OBEDIENCIA
Regla 6 “Sin la obediencia, no se puede concebir el bien, ni hacer ninguna buena obra”.
María fue siempre obediente porque concibió a su hijo por obediencia a Dios. Por obediencia a las leyes se presentó con su hijo al templo para la purificación. Y en obediencia al César fue a Belén para el censo. Quizás el dato más obediente que tenemos en la Biblia sobre María es cuando le dijo a Gabriel “Hágase en mí según tu palabra” en la respuesta a la invitación de Dios para que conciba a Jesús (Lucas 1:38). La regla de Santa Juana dice que hay que obedecer a Dios siguiendo los 10 mandamientos. Y al finalizar el día presentar el trabajo a Dios y su obediencia a Los Superiores.

POBREZA
Regla 7: “Las hermanas deben amar y guardar con cuidado la perla evangélica de la pobreza”.
La Virgen María vivió su pobreza para agradar a Dios. El caso más claro es que se alojó en una cueva de animales para dar a luz a Jesús y lo hizo llena de agradecimiento. María dio a luz a Jesús en un pesebre, entre animales, y envolvió a su hijo en pobres pañales, porque no había lugar para la Sagrada Familia en la posada (Lucas 2: 7). Santa Juana de Valois y decía que sin la pobreza los fundamentos de la perfección se arruinan.

 PACIENCIA
Regla 8: “Si Dios tarda un poco a escucharlas o a dejarse encontrar, que las hermanas, entonces perseveren en buscarle. Que deseen sufrir algo por el Nombre de Jesús”.
La paciencia de la Virgen María se ejemplifica en que soportó la persecución de Herodes y los judíos, y la desaparición de Jesús durante 3 días cuando era adolescente. El episodio bíblico más relacionado con la paciencia fue qué María observó la crucifixión de Jesús con paciencia y soportando su dolor. El evangelio dice “Cerca de la cruz de Jesús estaba su madre” (Juan 19:25) Por eso Santa Juana dice que las almas deben regocijarse cuando sufren persecución injustamente. Y además ser pacientes cuando Dios no responde a las súplicas rápidamente, esto implica la necesidad de perseverancia.

PIEDAD, CARIDAD, MISERICORDIA
Regla 9: “Todo lo que hacen sin amor, lo pierden”.
La Virgen María siempre tuvo el amor y la caridad más ardiente, piadosa y misericordiosa. Lo que puede vislumbrarse en como actuó en el nacimiento de Jesús, en la persecución de Herodes, en las bodas de Caná. El Ave María termina con las palabras: “Ruega por nosotros ahora y en la hora de nuestra muerte”. Y la Salve comienza con las palabras: “Dios te Salve, Reina Madre de la Misericordia”. Y también pide “vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos”. En esta regla Santa Juana pide a sus hermanas piedad, caridad y misericordia hacia los demás, porque son la representación de Jesús.

COMPASIÓN
Regla 10: “Que sean conformes a Cristo su esposo y a su Madre”.
La Virgen María siempre estuvo triste y compasiva por la muerte de su hijo. Porque sentía en su corazón las palabras de Simeón cuando la presentación del niño en el templo “En cuanto a tu propia alma, tendrás una espada para traspasarla” (Lucas 2:35). Por eso ella será conocida por una de sus grandes advocaciones, la Mater Dolorosa o Nuestra señora de los dolores. Qué evoca el episodio de Simeón y la contemplación de la pasión de Jesucristo en la cruz. Santa Juana pedía a sus hermanas la perfección de las almas, en su compasión, mientras vivan en este valle de lágrimas. Estas 10 virtudes de la Virgen María evidenciadas por los evangelios dieron lugar a la devoción de la Coronilla de las 10 Virtudes Evangélicas de la Santísima Virgen María.

LA CORONILLA DE LAS DIEZ VIRTUDES EVANGÉLICAS DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA
Estas oraciones se conciben debido a la regla de las 10 virtudes de la Santísima Virgen María, que es una tradición comenzada por Santa Juana de Valois.
El recitado de la devoción se comienza haciendo la señal de la Cruz.
Luego recitamos un Padre Nuestro.
Seguido de diez Avemarías.

Y al final de cada Avemaría, cuando dice “Santa María, Madre de Dios”, se agrega en cada avemaría una virtud, en este orden:
Purísima
Prudentísima
Humildísima
Fidelísima
Devotísima
Obedientísima
Pobrísima
Pacientísima
Misericordísima
Dolorosísima

Y se continúa el Avemaría”ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte”.
Luego se reza el Gloria.
Y después esta jaculatoria:
V. En Tu Concepción, Oh Virgen María, eras Inmaculada.
R. Ruega por nosotros a Dios Padre, Cuyo Hijo, Jesucristo, trajiste a este mundo.

Y se termina con la oración:
Padre omnipotente, preparaste a la Virgen María para ser la madre digna de Tu Hijo.
Le permitiste compartir de antemano la Salvación que Jesucristo nos daría con Su muerte, Resurrección y Ascensión.
Y la mantuviste sin pecado desde el primer momento de su concepción.
Ayúdanos con sus oraciones a vivir en Tu presencia sin pecar.
Te lo pedimos en el nombre de Jesucristo Nuestro Señor, en la unidad del Espíritu Santo. Amén
V. Inmaculada Concepción de la Virgen María
R. Sé nuestra salud y protección. Amén.

Fuentes:

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