domingo, 24 de mayo de 2015

«EL MUNDO TIENE NECESIDAD DE HOMBRES Y MUJERES NO CERRADOS, SINO LLENOS DE ESPÍRITU SANTO»


El Papa Francisco en la homilía de Pentecostés.

En la homilía del día de Pentecostés, el Santo Padre recuerda que el Espíritu ha sido dado en abundancia a la Iglesia para que podamos vivir con fe genuina y caridad operante.

“El mundo tiene necesidad de hombres y mujeres no cerrados, sino llenos de Espíritu Santo. El estar cerrados al Espíritu Santo no es solamente falta de libertad, sino también pecado”. Es una reflexión del santo padre Francisco durante la homilía de la misa celebrada este domingo, festividad de Pentecostés.

La celebración eucarística en la Basílica Vaticana ha sido concelebrada por cardenales, arzobispos, obispos y sacerdotes. Tal y como ha advertido el Papa durante la homilía, existen muchos modos de cerrarse al Espíritu Santo”. Y así ha puesto como ejemplo: “en el egoísmo del propio interés, en el legalismo rígido – como la actitud de los doctores de la ley que Jesús llama hipócritas -, en la falta de memoria de todo aquello que Jesús ha enseñado, en el vivir la vida cristiana no como servicio sino como interés personal, entre otras cosas”.

"El mundo tiene necesidad -ha proseguido- del valor, de la esperanza, de la fe y de la perseverancia de los discípulos de Cristo". Igualmente, ha asegurado que “el don del Espíritu Santo ha sido dado en abundancia a la Iglesia y a cada uno de nosotros, para que podamos vivir con fe genuina y caridad operante, para que podamos difundir la semilla de la reconciliación y de la paz”.

CAPACES PARA LUCHAR CONTRA EL PECADO Y LA CORRUPCIÓN
El Papa ha subrayado que “reforzados por el Espíritu Santo y por sus múltiples dones”, llegamos a ser capaces de “luchar contra el pecado y la corrupción”, y de “dedicarnos con paciente perseverancia a las obras de la justicia y de la paz”.

En la homilía, el Papa ha recordado que “la efusión que se dio en la tarde de la resurrección se repite en el día de Pentecostés, reforzada por extraordinarias manifestaciones exteriores”.

La mañana de Pentecostés --ha indicado-- los discípulos reciben una energía tal que los empuja a anunciar en diversos idiomas el evento de la resurrección de Cristo.

Asimismo ha señalado que Jesús promete a sus discípulos que, cuando él haya regresado al Padre, vendrá́ el Espíritu Santo que los “guiará hasta la verdad plena”. Lo llama precisamente “Espíritu de la verdad” y les explica que su acción será la de introducirles cada vez más en la comprensión de aquello que él, el Mesías, ha dicho y hecho, de modo particular de su muerte y de su resurrección, ha observado el Santo Padre.

De este modo, el Pontífice ha asegurado que “estos hombres, antes asustados y paralizados, encerrados en el cenáculo para evitar las consecuencias del viernes santo, ya no se avergonzarán de ser discípulos de Cristo, ya no temblarán ante los tribunales humanos”. Gracias al Espíritu Santo comprenden que “la muerte de Jesús no es su derrota, sino la expresión extrema del amor de Dios”.

Por otro lado, Francisco ha añadido que “el Espíritu Santo que Cristo ha mandado de junto al Padre, y el Espíritu Creador que ha dado vida a cada cosa, son uno y el mismo”.

Por eso, ha precisado, “el respeto de la creación es una exigencia de nuestra fe”. El jardín en el cual vivimos --ha añadido-- no se nos ha confiado para que abusemos de él, sino para que lo cultivemos y lo custodiemos con respeto. Y esto solo es posible “si Adán se deja a su vez renovar por el Espíritu Santo, si se deja reformar por el Padre según el modelo de Cristo, nuevo Adán”.

Haciendo referencia a la carta a los Gálatas de san Pablo, el Pontífice ha subrayado que “el hombre que con fe deja que el Espíritu de Dios irrumpa en él, florecen los dones divinos, resumidos en las nueve virtudes gozosas que Pablo llama fruto del Espíritu”.

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