viernes, 21 de diciembre de 2012

NAVIDAD DE LOS SENCILLOS




Ayer por la noche estuve con los chicos de un CRAE, un piso de acogida para niños de familias desestructuradas, y con sus educadores. Hacían la fiesta del "cagatió"; una tradición de Cataluña. Aquellos cuatro niños y cuatro niñas, entre 8 y 15 años celebraron con inocencia la Navidad. Adelantaron esta tradición, porque el día de Navidad se intenta que lo pasen en su familia. Casi siempre sus abuelos.

A oscuras ante un portal de Belén desnudo, con un pesebre vacío, sólo iluminado con velas. Cada uno recogió de una bolsa, una figurita envuelta en papel. Sólo al abrirla sabían de qué se trataba. Así la directora fue llamando a los animales, los pastores, los reyes, José y María y fueron llenando el belén a medida que explicaba el significado de cada personaje. Sólo dejaron desierta la cuna. Hasta que el Niño nazca.

Luego fuimos a cenar. Pitzza, patatas xips,"gusanitos", bocadillos. Tras la cena canto de villancicos a pleno pulmón.

Luego el "cagatió". Un tronco (tió) tapado con una manta, al que se golpea con un palo uno a uno mientras se le cantan unas estrofas características. De debajo de la manta fueron saliendo regalos para cada uno de los niños. Regalos sencillos. Uno igual para todos: una camiseta térmica, porque tras el 27 se van unos días de colonias a la montaña. El otro personalizado para cada chico.

Salí, tras ver la felicidad de aquellos niños, pensando que estas fiestas, para quien tiene verdaderamente sentido, es para los sencillos. Me recordó las Misas de Gallo y las Navidades vividas en África, en las que el gran regalo que podías hacerles era una bolsa de arroz.

Dios sigue naciendo, pero lo hace en el corazón de los sencillos, que son los únicos que pueden acogerle.

Joan Josep Tamburini

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