Siguen
apareciendo artículos y reportajes a raíz de las investigaciones abiertas tras
la detención del mayordomo del Papa, quien fue encontrado en posesión
ilícita de documentos privados a mediados del mes de mayo de 2012.
Dichas publicaciones tienden más a la construcción de historias de fantasía y a
elucubraciones que arman dignas historias de ficción en torno a pugnas de poder
y otras cavilaciones.
En la
audiencia del pasado miércoles 30 de mayo el Papa Benedicto XVI confesó
públicamente su pesar por la fuga de documentos: Los acontecimientos que han
tenido lugar en estos días, en torno a la Curia y a mis colaboradores, han
provocado tristeza en mi corazón, pero en ningún momento ha disminuido la firme
certeza de que, no obstante la debilidad del hombre, las dificultades y las
pruebas, la Iglesia está guiada por el Espíritu Santo, y el Señor nunca
permitirá que falte su ayuda para sostenerla en su camino. Sin embargo, han
proliferado ilaciones, amplificadas por algunos medios de comunicación,
totalmente gratuitas y que han ido mucho más allá de los hechos, dando una
imagen de la Santa Sede que no corresponde a la realidad. Deseo, por ello,
renovar mi confianza y mi aliento a mis colaboradores más cercanos y a todos
aquellos que, diariamente, con fidelidad, espíritu de sacrificio, y en
silencio, me ayudan a desempeñar mi ministerio.
De entre el
material que sí me parece importante conocer, tanto por su valor analítico como
por su claridad y sencillez en la exposición, está el texto publicado por Diego
Contreras en el blog "La Iglesia en la prensa" (que enlazo aquí) y la entrevista realizada el director de L´Osservatore
Romano a uno de los más estrechos colaboradores del Papa, el arzobispo
Angelo Becciu, sustituto de la Secretaría de Estado de la Santa Sede. Una de
las preguntas es precisamente la que da título a este post.
LA
ENTREVISTA LA OFREZCO A CONTINUACIÓN ÍNTEGRA PUES REALMENTE VALE LA PENA
LEERLA.
LOS PAPELES ROBADOS DEL PAPA
Conversación con el sustituto de la Secretaría de
Estado, el arzobispo Angelo Becciu.
Amargura y
pesar por lo acontecido en los últimos días en el Vaticano, pero también
determinación y confianza al afrontar una situación francamente difícil. Estos
son los sentimientos que se perciben en el sustituto de la Secretaría de
Estado, el arzobispo Angelo Becciu - que por su oficio trabaja cada día en
estrecho contacto con el Pontífice - durante una conversación con
«L’Osservatore Romano» sobre el tema que centra la atención de muchísimos
medios de comunicación en todo el mundo, es decir, el arresto, el pasado 23 de
mayo, de Paolo Gabriele, ayudante de cámara de Benedicto XVI, por tener en su
poder gran número de documentos reservados pertenecientes al Papa. ¿Qué decir
del estado de ánimo de quienes trabajan en la Santa Sede? «En las personas con
quienes me he encontrado en estas horas – responde el sustituto -, tras mirarnos
a los ojos, ciertamente he leído desconcierto y preocupación, pero también he
visto la decisión de continuar el servicio silencioso y fiel al Papa». Una
actitud que se respira cada día en la vida de las oficinas de la Santa Sede y
del pequeño mundo vaticano, pero que obviamente no es noticia en el diluvio
mediático que se ha desencadenado tras los graves y, en muchos aspectos,
desconcertantes sucesos de estos días. En este contexto, monseñor Becciu mide
con atención las palabras para subrayar «el resultado positivo» de la
investigación, aunque se trata de un resultado amargo. Por lo demás, las reacciones
en todo el mundo, en cierto aspecto justificadas, «preocupan y entristecen por
las modalidades de la información, que suscitan reconstrucciones fantasiosas
que de ningún modo corresponden a la realidad».
¿SE PODÍA REACCIONAR CON MÁS RAPIDEZ Y TOTALIDAD?
Ha habido,
hay y habrá un respeto riguroso de las personas y de los procedimientos
previstos por las leyes vaticanas. En cuanto se certificó el hecho, el 25 de
mayo, la Oficina de información de la Santa Sede difundió la noticia, aunque
fue un shock para todos y esto creó un poco de desconcierto. Por lo demás, la
investigación está en curso.
¿CÓMO HA ENCONTRADO A BENEDICTO XVI?
Entristecido.
Porque, de acuerdo con lo que se ha podido certificar hasta ahora, alguien
cercano a él parece responsable de comportamientos injustificables desde
cualquier punto de vista. Ciertamente, en el Papa prevalece la piedad por la
persona implicada. Pero no deja de ser verdad que el ataque que ha sufrido es
brutal: Benedicto XVI ha visto cómo se publicaban documentos robados de su
casa, papeles que no son simplemente correspondencia privada, sino
informaciones, reflexiones, manifestaciones de conciencia, incluso desahogos
que ha recibido únicamente en razón de su ministerio. Por eso, el Pontífice
está especialmente dolido, entre otras razones por la violencia sufrida por los
autores de las cartas o de los escritos dirigidos a él.
¿PUEDE FORMULAR UN JUICIO SOBRE LO QUE HA SUCEDIDO?
Considero que
la publicación de las cartas robadas es un acto inmoral de inaudita gravedad.
Sobre todo, repito, porque no se trata únicamente de una violación, ya en sí
gravísima, de la reserva a la que cualquiera tiene derecho, sino también de un
vil ultraje a la relación de confianza entre Benedicto XVI y quien se dirige a
él, aunque fuera para expresar en conciencia una protesta. Razonemos: no sólo
se han robado documentos al Papa; se ha violado la conciencia de quien se
dirige a él como al Vicario de Cristo, y se ha atentado contra el ministerio
del Sucesor del apóstol Pedro. Varios documentos publicados se enmarcan en un
contexto que se supone de total confianza. Cuando un católico habla al Romano
Pontífice, tiene el deber de abrirse como si estuviera ante Dios, también
porque se siente garantizado de una absoluta reserva.
Se ha querido justificar la publicación de los
documentos con criterios de limpieza, transparencia, reforma de la Iglesia.
Los sofismas
no llevan muy lejos. Mis padres me enseñaron no sólo a no robar, sino también a
no aceptar nunca cosas robadas por otros. Me parecen principios sencillos, tal
vez para algunos demasiado sencillos, pero es cierto que cuando alguien los
pierde de vista, fácilmente se desvía y lleva también a otros a la ruina. No puede
haber renovación que pisotee la ley moral, ni siquiera siguiendo el principio
de que el fin justifica los medios, un principio que por lo demás no es
cristiano.
Y ¿QUÉ RESPONDER A QUIEN REIVINDICA EL DERECHO DE
CRÓNICA?
Pienso que
en estos días, por parte de periodistas, además del deber de informar de lo que
está sucediendo, debería haber también una preocupación ética, es decir,
deberían tener la valentía de distanciarse netamente de la iniciativa de un
colega suyo que no dudo en definir criminal. Un poco de honradez intelectual y
de respeto de la ética profesional más elemental no haría mal al mundo de la
información.
SEGÚN VARIOS COMENTARIOS, LOS DOCUMENTOS PUBLICADOS
REVELARÍAN UN MUNDO TURBIO EN EL SENO DE LA IGLESIA, ESPECIALMENTE DE LA SANTA
SEDE.
Me parece
que detrás de algunos artículos se esconde una hipocresía de fondo. Por una
parte, se critica el carácter absolutista y monárquico del gobierno central de
la Iglesia; y por otra, se escandaliza porque algunos, escribiendo al Papa,
expresan ideas o incluso quejas sobre la organización del gobierno mismo.
Muchos documentos publicados no revelan luchas o venganzas, sino la libertad de
pensamiento que, en cambio, según las acusaciones la Iglesia no permite. En
suma, no somos momias, y los diversos puntos de vista, incluso las valoraciones
opuestas son más bien normales. Si alguien se siente incomprendido, tiene pleno
derecho a dirigirse al Pontífice. ¿Dónde está el escándalo? Obediencia no
significa renunciar a tener un juicio propio, sino manifestar con sinceridad y
hasta el fondo la propia opinión, para después acatar la decisión del superior.
Y no por cálculo, sino por adhesión a la Iglesia querida por Cristo. Son
elementos fundamentales de la visión católica.
LUCHAS, VENENOS, SOSPECHAS: ¿ASÍ ES REALMENTE EL
VATICANO?
Yo no
percibo ese ambiente y es lamentable que se tenga una imagen tan deformada del
Vaticano. Pero esto nos debe hacer reflexionar y nos debe estimular a todos a
esforzarnos a fondo por reflejar una vida más marcada por el Evangelio.
¿QUÉ DECIR, EN DEFINITIVA, A LOS CATÓLICOS Y A QUIENES
DE CUALQUIER MODO MIRAN CON INTERÉS A LA IGLESIA?
He hablado
del dolor de Benedicto XVI, pero debo decir que el Papa no pierde la serenidad
que lo lleva a gobernar la Iglesia con determinación y clarividencia. Está a
punto de iniciarse en Milán el Encuentro mundial de las familias. Serán días de
fiesta donde se respirará la alegría de ser Iglesia. Hagamos nuestra la
parábola evangélica que el Papa Benedicto XVI nos recordó hace pocos días: el
viento se abate sobre la casa, pero esta no caerá. El Señor la sostiene y no
habrá tempestades que puedan derribarla.
Jorge
Enrique Mújica, LC
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