El Anacoreta y su joven seguidor se vieron
sorprendidos por las campanadas de la iglesia de la plaza. A esa hora ya debían
haber preparado la cena. Tras las Vísperas realizaron un tiempo de meditación y
perdieron la noción del tiempo.
El anciano comentó:
- Ya lo dijo K.A.Geissler: "Las horas que cuentan
son las horas que no se cuentan." Son las horas más felices. Sin embargo,
cuando estamos mirando el reloj cada cinco minutos, el tiempo se nos hace
eterno y aburrido.
Sonrió y concluyó:
- Es una
experiencia que la hemos vivido en todos los ámbitos. Una clase y un profesor
interesantes nos pasan volando. Una clase y un profesor aburridos no se acaban
nunca. Una buena película nunca se nos hace larga, aunque dure más de tres
horas. Lo contrario de la mala; nos cuesta aguantar una hora y media. O una
misa, una conferencia, una visita, una compañía...Mal asunto cuando empezamos a
mirar el reloj y contar las horas...
No hay comentarios:
Publicar un comentario