domingo, 3 de junio de 2012

DISCÍPULOS


"Así pues, los once discípulos fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Y al ver a Jesús, le adoraron, aunque algunos dudaban. Jesús se acercó a ellos y les dijo:

– Dios me ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced mis discípulos a todos los habitantes del mundo; bautizadlos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo y enseñadles a cumplir todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estaré con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo."

Os copio un fragmento del comentario que hace José María castillo a este evangelio:
"En el Nuevo Testamento se afirma la fe en Dios como Padre, en Jesús como el Hijo, y en el Espíritu santo. ES decir, se nos dice que el Dios, en el que creemos, es ante todo "Padre" que no se impone por su poder, sino por su bondad amorosa. Este padre se ha dado a conocer en un ser humano, Jesús, al que se le denomina el Hijo. Así, el Hijo, Jesús, revela un padre profundamente humano y cercano a todos los seres humanos. Finalmente, este Dios actúa en el mundo y en la historia por la fuerza del Espíritu. De forma que los "signos de los tiempos", en la historia y en la vida de los "hombres de espíritu", nos marcan la orientación que hemos de seguir para ser fieles al Padre de Jesús, en el Espíritu."

Cuando buscamos la perfección en la Iglesia, nos equivocamos. En el texto de hoy nos encontramos con once, no doce discípulos. Uno lo ha traicionado. Vuelven a Galilea, a los inicios, allí donde todo empezó, porque la Iglesia debe recomenzar cada día. Suben a la montaña, la soledad, el lugar de encuentro con Dios. Allí se les aparece, pero algunos siguen dudando. Entonces Jesús los envía "a hacer mis discípulos a todos los habitantes del mundo".

Hacer discípulos no es hacer creyentes de dogmas, sino seguidores vivientes de los dogmas. Lo que el cristiano debe hacer es "vivir" lo que cree. Si nuestra Fe no transforma nuestra vida, es mera credulidad, conocimiento de teorías...

Discípulo es aquel bautizado en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Es decir:

- aquel que porque cree que Dios es un Padre bondadoso, él también es bondadoso con el resto de los mortales.

- aquel que porque acepta la revelación que el Hijo, Jesús, le ha hecho del Padre, él, a su vez, revela ese Padre con su vida al resto de los hombres.

- aquel que se deja guiar por el Espíritu, convencido de que Dios actúa en el mundo a través de los acontecimientos, que le habla por medio de sus hermanos y le susurra al corazón en el silencio de la meditación.

Enredarnos en elucubraciones filosóficas sobre este misterio no nos conduce a nada.
La Trinidad es una relación de Amor. Ese es el Amor que los discípulos debemos vivir y compartir...

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