martes, 10 de febrero de 2009

LO ÚNICO QUE HAGO ES BARRER


Un campesino muy inculto, de edad todavía avanzada, llegó a las puertas de un monasterio.

Unos monjes le recibieron en la entrada y le preguntaron:
- Buen hombre, ¿en qué podemos ayudarte?”
- Amigos monjes, yo soy un hombre con mucha fe y en este momento de mi vida me gustaría recibir sus enseñanzas y conseguir la serenidad
Los monjes hablaron entre sí, al margen del recién llegado. Al comprobar su incultura pensaron que no estaba capacitado para recibir enseñanzas y mucho menos para participar en sus métodos de autodesarrollo. No obstante, como parecía un hombre de fe y buena persona, le dijeron:
- Mira, buen hombre, si lo deseas puedes quedarte en el monasterio. Vas a ser el responsable de barrerlo todos los días. Puedes quedarte aquí y no te faltará nada, tendrás alojamiento, vestido y alimento

El hombre aceptó y, unos meses después, los monjes empezaron a ver que cada día el campesino se encontraba mas tranquilo y sereno. Su cara mostraba una semisonrisa dibujada, en sus labios y un brillo muy especial en los ojos.
Transmitía una verdadera paz y equilibrio. Tanto es así que uno de los monjes le preguntó extrañado:
- Buen hombre, parece que en estos meses que llevas aquí has sufrido una gran evolución espiritual. ¿Estás practicando algún método especial?”
- Hermanos - respondió el hombre - lo único que hago, con mucha atención, lucidez y amor, es el trabajo que me encargaron: barrer el monasterio. Pongo toda mi atención y precisión en eso y al barrer la basura, pienso que estoy barriendo de mí todos los rencores, engaños, codicia y odio. Y cada día soy más y más feliz"

Reflexión: Alcanzar el autodesarrollo, es decir, lograr ser mejores personas desarrollando nuestras capacidades físicas, laborales, sociales, intelectuales y morales que nos permiten descubrirlo realmente valioso.

Un trabajo bien hecho, con atención, lucidez y amor, no es más que una acumulación del autodesarrollo en que buscamos ser mejores personas, haciendo lo que nos es propio para perfeccionarnos y aportar al mundo nuestros talentos, es decir, el trabajo bien hecho.

Aprender a barrer junto con la basura material la basura interior: rencores, engaños, codicia y odio. Manteniendo limpia y ordenada la casa, sin basura o suciedad, pero también la mente y el corazón de cada miembro de la familia, evitando que entre en nuestros hogares, a través de los medios de comunicación y diversión, la pornografía, la violencia, las ideologías contrarias a la familia, la mentalidad materialista y hedonista.
Por: Pedro Bello Guerra

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