Francisco habló de dos tipos de tristezas, una de ellas es como "el placer del no placer", es "alegrarse de que esto no haya sucedido, es como tomar un caramelo amargo, amargo, amargo sin azúcar y chupar ese caramelo".
La tristeza entendida como "un abatimiento del alma, una aflicción
constante que impide al hombre experimentar la alegría"
fue el tema al que el Papa Francisco dedicó su catequesis de este miércoles 7 de
febrero en la Audiencia General que se celebró en el Aula Pablo VI del
Vaticano.
El Papa comentó que es necesario
distinguir entre dos tipos distintos de tristeza: la que forma
parte del camino de conversión del cristiano,
y que la gracia de Dios transforma en alegría, y la que "se insinúa en el alma y la postra en un estado de
abatimiento", dijo Francisco en la séptima de su serie dedicada a
los vicios y las virtudes.
"COMO
UN CARAMELO AMARGO"
"Hay, pues,
una tristeza amiga, que nos conduce a la salvación. Pensemos en el hijo pródigo
de la parábola: cuando toca el fondo de su degeneración,
siente una gran amargura, y esto le impulsa a entrar en razón y
decidir volver a la casa de su padre. Es una gracia gemir por los propios
pecados, recordar el estado de gracia del que hemos caído, llorar porque hemos
perdido la pureza en la que Dios nos soñó", dijo el Papa.
El segundo tipo de tristeza, en
cambio, es "una enfermedad del alma". Y
Francisco explicó que está ligada a la experiencia de una
pérdida, que nace en el corazón por el desvanecimiento de un deseo,
de un sueño, de una esperanza.
El Papa citó el episodio de los
discípulos de Emaús que caminaban hacia Jerusalén "con
el corazón desilusionado", y apuntó: "cuando
esto sucede, es como si el corazón del hombre cayera en un precipicio, y los
sentimientos que experimenta son desánimo, debilidad de espíritu,
depresión, angustia. Todos
pasamos por pruebas que generan tristeza en nosotros, porque la vida nos hace
concebir sueños que luego se hacen añicos. En esta situación, algunos, tras un
tiempo de agitación, se apoyan en la esperanza; pero otros se revuelcan en la
melancolía, dejando que supure en su corazón".
Francisco definió este tipo de
tristeza como "el placer del no placer", es
"alegrarse de que esto no haya sucedido, es
como tomar un caramelo amargo,
amargo, amargo sin azúcar y chupar ese caramelo". Y propuso algunos
ejemplos: "ciertos lutos prolongados",
observó, así como "ciertas amarguras
rencorosas" que llevan a la persona a vivir perpetuamente en un
estado de ánimo vengativo o de victimismo que no produce una vida sana, ni
mucho menos cristiana.
"De ser una
emoción natural, advirtió el Papa, la tristeza se convierte entonces en algo
maligno. Es un demonio astuto, el de la tristeza. Debemos estar atentos a esta
tristeza y pensar que Jesús nos trae la alegría de la resurrección.
Pero, ¿qué debo hacer cuando estoy triste? Detenerte y ver: ¿Es una tristeza
buena? ¿Esta tristeza no es buena? Y reaccionar según la naturaleza de la
tristeza. No se olviden que la tristeza puede ser algo muy malo que nos lleva
al pesimismo, nos lleva a un egoísmo difícil de curar", expresó Francisco.
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