REPASAMOS 4 GUÍAS DE PREVENCIÓN DEL SUICIDIO: SÓLO UNA MENCIONA LA FE
El suicidio está
creciendo en los países occidentales, en EEUU, Inglaterra, España... Del 2000 al 2012, con o sin crisis
económica, los suicidios en España oscilaban entre los 3.100 y 3.500. Desde
2012, ya no han bajado de los 3.500 y los dos últimos años superan los 4.000.
Los suicidios entre mujeres, que
antes de 2012, no llegaban nunca a los 900 anuales, desde entonces no bajan de
esa cifra, y hace ya 3 años que superan los mil. Los
hombres siempre se suicidaron más que las mujeres, pero en ellos el crecimiento es
mucho mayor: en 2022 por primera vez superaron la barrera de los 3.000.
Hay expertos que dicen que el
crecer en cifras absolutas va ligado al crecimiento de la población, y que la
tasa es bastante estable desde hace años: 7,6 suicidios por cada 100.000
habitantes. Claro que los habitantes
de España cada vez son más ancianos, están más solos y los nuevos habitantes son inmigrantes que,
en muchos casos, también están solos o en circunstancias especialmente duras.
Suicidios en España
desde 2001 hasta 2022 en cifras absolutas.
Cifras del suicidio en
España a lo largo del año 2022: por primera vez se superan los 3.000 hombres
suicidados.
Además, incluso si las víctimas
mortales mantienen una tasa, los intentos de suicidio
(fracasados) tienden a crecer. Si
insisten, lo conseguirán.
Las causas son complejas, ligadas a la salud mental y física, al
estilo de vida a veces, al acceso a ayudas vitales. En España es la mayor causa
de muerte no natural desde 2007, si no contamos el aborto provocado, y en espera de cifras claras de la eutanasia y el suicidio asistido, que no
han reducido nada el suicidio no asistido,
sino que parece apoyar la idea de que matarse es una salida aceptable.
NO
HAY PLAN NACIONAL CONTRA EL SUICIDIO
Hace 11 años que el suicidio no
deja de crecer en España, es un problema de salud
pública, y aún no hay un Plan Nacional contra el Suicidio pese a que lo piden numerosas entidades de
víctimas, familiares y sanitarios.
En unas jornadas recientes en la
Fundación Científica Caja Rural (FCCR), el psicólogo facultativo del Cuerpo
Nacional de Policía Javier Jiménez Pietropaolo, buena
parte del crecimiento de casos se da entre los varones de 40 a 60 años, cuya causa es la ruptura de pareja.
Separarse o divorciarse dispara la posibilidad de suicidio en esos adultos. Entre los mayores de 70 años, es la soledad, mucho más que los achaques de salud, lo que lleva a los
pensamientos y prácticas suicidas. Entre los jóvenes, es la baja
tolerancia a la frustración y el
acoso entre iguales, que hoy se hace sobre todo en redes sociales.
Cuando el acoso era solo en clase, el fin de semana o las vacaciones era
posible librarse de él. Cuando está en el móvil en tu bolsillo, cuando se
burlan y mofan en mensajes en redes, que quedan ahí, es continuo.
El mayor grupo de
riesgo son ¡los que ya han intentado suicidarse! Y no se
les atiende mucho. Escasea la psicoterapia individual para ellos. Jiménez
detalla que "la tasa de psicólogos en España
es de seis por 100.000 y en Alemania es de 41 por 100.000". Pero los psicólogos, aunque ayudan, tampoco son una solución mágica.
LOS
JÓVENES LO INTENTAN MUCHO MÁS QUE ANTES
Otro punto preocupante son los
adolescentes: intentan suicidarse mucho más
que antes, y si no lo consiguen es porque son "novatos" en ello, o al ser jóvenes y fuertes
sobreviven mejor. También que el método (ingesta de fármacos) puede revertirse
en muchos casos.
Según el Servicio de Información
Toxicológica (SIT) en España, los intentos de suicidio con fármacos en los dos
últimos años han crecido un 30% y rozan los 7.000. En la población de 11 a 15 años
la cifra se ha duplicado hasta los casi 1.400, con claro predominio de las
chicas.
De las consultas del SIT sobre
ingestas tóxicas en 2020, un 9,7% eran
voluntarias (suicidas); en 2022 eran un 13,4%. Un tercio de los que lo intentó con fármacos eran
menores de 20 años.
"Todo apunta a
un aumento de la ideación suicida infantil", declara en agencias Andoni Ansean, presidente de la Fundación Española
para la Prevención del Suicidio.
No hay Plan de Prevención del
Suicidio, pero en 2022 el Ministerio de Sanidad español al menos puso en marcha
un teléfono 024 de atención a conductas suicidas.
En su primer año atendió más de 153.000 llamadas, y de ellas derivó 5.155 al
servicio de emergencias por su gravedad (policía y sanitarios).
¿CUÁNTO
PROTEGE LA RELIGIÓN? UN 17%, DICE UN REPASO DE SESENTA ESTUDIOS
A la hora de abordar la
prevención y superación del suicidio, hace mucho que hay estudios que indican
que tener creencias y prácticas religiosas concede bastante protección contra
la conducta suicida (un 17% de media a nivel mundial, según un análisis de 63 estudios internacionales repasados en 2021 (metaanálisis Relationship of Religion with
Suicidal Ideation, Suicide Plan, Suicide Attempt, and Suicide
Death, de Jalal Poorolajal y otros).
Pero en las instrucciones y
protocolos contra el suicidio no se suele mencionar la religión ni el papel de las comunidades de fe.
Aquí está la Guía de 2022 de la Generalitat de
Cataluña para enfrentar conductas suicidas en entornos escolares: no dice ni
una palabra sobre religión o fe.
Una guía para docentes de la
Comunidad de Madrid también omite toda mención a la fe o religiosidad.
Un guía de 2022 de la Federación de Salud Mental de
Castilla y León, bastante
más detallado (60 páginas) sí menciona en dos ocasiones la religión como factor
de protección y prevención ("La afiliación y actividad
religiosa parecen proteger del suicidio ya
que las personas ateas parecen tener tasas más altas", es todo lo
que dicen).
En Estados Unidos, se ha
difundido bastante, incluso en español, una lista de 12 elementos que da
la American Academy of Pediatrics que "los padres pueden hacer para combatir el suicidio
juvenil". Entre ellos, animan
a acudir a asociaciones especializadas LGTB. Pero no dicen ni una palabra sobre
explorar la fe, fomentar
la vida en comunidad religiosa ni implicarse en comunidades de fe: es un factor de protección que se oculta, quizá por mero
prejuicio anti-religioso.
La fe protege contra el
suicidio, y quizá más a los varones, dándoles más herramientas para expresarse,
conectar y buscar ayuda.
5
FORMAS EN LAS QUE LA RELIGIOSIDAD REDUCE LOS SUICIDIOS
¿Cómo actúa la religiosidad para proteger contra el
suicidio?
Los sociólogos del metaestudio de
2021 de Poorolajal, que incluye estudios en también entre poblaciones hindúes y
budistas, y usa datos de 63
estudios y 8 millones de personas, enumeran algunos
mecanismos:
1) la mayoría de las religiones son estrictas en prohibir el suicidio; los
devotos tenderán a evitarlo, sus sociedades tenderán a desincentivarlo;
2) las religiones también fomentan la
unidad, frente al individualismo; el suicidio, cuando no es
empujado por un colectivo (secta o asociación suicida, o familiares que hacen
gaslighting animando a ello), es un acto de individualismo radical, que el
entorno religioso desincentiva;
3) las personas que acuden a comunidades religiosas tienen allí una red de amistades y apoyos, que les da un buen grado de protección
frente a soledad, depresión y
suicidios (es el caso de muchos ancianos y viudos);
4) la gente en entornos religiosos suele llevar una vida
pacífica, de escasa violencia; en cambio, muchos suicidas han tenido
contacto frecuente con entornos violentos, han visto agresiones y muertes,
asumiendo la violencia como una salida y opción;
5) la gente religiosa, estadísticamente, fuma
menos, bebe menos, no toma drogas y en general evita las actividades ilegales (robo, alborotos...); todas esas cosas malas
van ligadas a peor salud física, mental y a más relación con suicidios, así que
los religiosos hacen bien en evitarlas.
UNA
SEXTA: LA FE DA ESPERANZA Y SENTIDO
El estudio no plantea la
hipótesis más común, que es la que explican miles y miles de conversos y de
confesores en sus testimonios: la fe, y más aún
la cristiana, que cree en un Padre bueno que nos ama, una Madre en el Cielo que nos cuida, un Hermano
mayor, Cristo, que sabe lo que es sufrir y nos levanta, da fuerzas y sentido a la vida, aporta esperanza y hace llevaderas muchas
cargas.
Los sociólogos harán bien en medir si el aumento de suicidio tiene relación con la
soledad (familias
pequeñas, casi sin hijos ni parientes), con la adicción tóxica a
las redes sociales, con la epidemia
de rupturas familiares (una separación de pareja,
incluso sin estar casados, puede ser tremendamente dañina), o con la
propaganda, alabanza y aceptación de la eutanasia (abundan los artículos y reportajes que
presentan a los que se eutanasian como héroes vencedores que logran su
objetivo, mientras que los que perseveran en la enfermedad cada vez se verán
más como molestos 'porque ellos lo quieren,
pudiendo 'salir' de eso".
Pero es evidente que siendo la religiosidad un factor de protección, las
políticas de salud pública no deberían esconderlo, sino declararlo y recomendarlo como
una vía que mejorará la salud mental y vital de los ciudadanos.
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