En la jornada de formación "El Sínodo interroga a la comunicación. La comunicación interroga il Sinodo".
Por: Antonella Palermo | Fuente: Vatican News
En un mundo masificado y polarizado, ser capaces de construir una sociedad en
la que tengan cabida todas las voces y al mismo tiempo se valore la aportación
de cada uno es también un gran signo de democracia, el sueño de la democracia.
Lo ha reafirmado el jesuita Giacomo Costa, uno de los dos secretarios
especiales del ya próspero Sínodo sobre la Sinodalidad y uno de los ponentes de
la jornada de estudio celebrada hoy, 19 de septiembre, en la Universidad Lumsa
de Roma sobre el tema "El Sínodo interroga a
la comunicación. La comunicación interroga al Sínodo".
Una jornada en la que se ha
ilustrado el significado de esta asamblea, su metodología, el aspecto ecuménico
que la caracteriza, las herramientas y procesos que han marcado el camino hasta
ahora, el apoyo a los periodistas y el valor vinculado a la ecología integral.
La jornada puso de relieve la paradoja de comunicar el Sínodo sin ser
autorreferencial. "A menudo nuestra
comunicación es de acontecimientos", subrayó Andrea Monda, director
de L'Osservatore Romano, "pero necesitamos una
comunicación de procesos: diaria, semanal, discreta, paciente, atenta a los
detalles, a las personas y a sus historias".
EL SÍNODO NO CONSISTE EN DEJAR QUE GANE
UNA CORRIENTE O UN GRUPO
Presentados por el Prefecto del
Dicasterio para la Comunicación, Paolo Ruffini, los dos secretarios especiales
junto con el P. Dario Vitali, coordinador de los expertos teólogos para el
Sínodo, reiteraron algunos conceptos clave. El P. Ricardo Battocchio, en
particular, ilustró cómo se había diseñado cada ficha de trabajo y subrayó el
valor del Instrumentum laboris para vincular la dimensión de la comunión con la
de la misión.
El padre Costa señaló que la
Asamblea General no producirá un texto definitivo que haya que enmendar: "Sería un poco triste que todo se resumiera allí. No
debemos ver el Sínodo como un momento para encerrarnos en la pretensión de
respuestas de 'sí' o 'no'. No se trata de hacer que destaquen voces
individuales", señaló el jesuita, "pero
será interesante ver cómo se componen esas voces". Como había afirmado
también en las fases continentales, repitió que "no será un debate entre
corrientes para que una gane a la otra.
EL SÍNODO TRATA DE PRACTICAR UNA SANA
DESCENTRALIZACIÓN
Habrá unas 35 mesas en torno a
las cuales unas 11 personas trabajarán en grupos durante todo un día. Tras la
asamblea plenaria, volverán al grupo para trabajar a la luz de lo que haya
surgido colegiadamente y concluir así el informe que se entregará a la
Secretaría, a la que se encargará la tarea de llegar a unas conclusiones. No se
tratará, sin embargo, de un documento final, sino de una especie de nueva
herramienta de trabajo para las Iglesias, con las cuestiones reformuladas por
la asamblea y los puntos útiles que se someterán a los canonistas.
Un texto, en definitiva, que
abrirá un año de trabajo y que constará de un marco general de "visión" y de una parte relativa a las
cuestiones más concretas y específicas tal y como habrán surgido. Lo importante
será tener en cuenta, señala Costa, un elemento que ha vuelto a ser constante
en varios sínodos anteriores: los sujetos
(familias, jóvenes, pueblos originarios, laicos, mujeres...) no quieren ser
considerados objetos en la Iglesia. Esta ocasión, por lo tanto, volverá
a presentar el mismo desafío; la forma de superarlo es centrarse en la esencia
misma del Sínodo: poner en práctica "una sana
descentralización".
EN EL SÍNODO EL DEPÓSITO DE LA ECLESIOLOGÍA
DEL VATICANO II
"Ningún Papa como Francisco ha retomado tanto el tema del sensus
fidei", afirmó el padre Dario Vitali, que
valoró el Sínodo como un punto de convergencia del depósito de la eclesiología
del Vaticano II y lo que estamos viviendo actualmente como Iglesias. Recordó
que hay unos setenta participantes que no están investidos de munus episcopal
y que, sin embargo, son "los testigos de un
proceso sinodal que comenzó hace dos años con la implicación de todo el pueblo
de Dios". Además, el hecho de que el Sínodo esté marcado por una
profunda connotación ecuménica es ya bien conocido; lo que el Papa espera, recordó
el padre Hyacinte Destivelle, responsable del Dicasterio para la Promoción de
la Unidad de los Cristianos, es una dinámica de reciprocidad: que el movimiento ecuménico refuerce su naturaleza de
laboratorio de la sinodalidad y que la sinodalidad sea una forma de ofrecer
credibilidad al compromiso ecuménico.
CONVERTIRSE EN HOMBRES Y MUJERES RADICALES, CREÍBLES Y DIGNOS DE CONFIANZA
La hermana Nadia Coppa, ex
presidenta de la UISG (Unión Internacional de Superioras Generales) también
habló de credibilidad: espera utilizar el Sínodo
para "ser hombres y mujeres radicales, creíbles y fiables". De
la experiencia de diálogo de la asamblea debemos aprender a ser "sal de sabiduría y luz de belleza", a
mezclarnos con lo que tocamos, a sazonar y conservar el espíritu del Evangelio.
Porque "la vida es bella si tiene sabor,
gusto, si exalta las diferencias". A la luz de su día a día, la
religiosa también mencionó algunas críticas actuales: "no
siempre, por ejemplo, en las congregaciones hay respeto por la
interculturalidad, hay una forma de vivir el servicio en la perspectiva del
'poliedro', como diría Francisco. E incluso el diálogo con los obispos -añadió-
no es tan sencillo, por desgracia". Las expectativas del camino
sinodal son, por tanto, altas. Y de lo difícil que es comunicar este
acontecimiento nos dimos cuenta gracias a un pequeño ejercicio que nos invitó a
hacer la hermana Natalie Becquart, subsecretaria del Sínodo: un minuto de silencio para poner título a los contenidos
compartidos hasta ese momento.
COCCOPALMERIO: QUE EL SÍNODO MEJORE LAS
ESTRUCTURAS EXISTENTES
El cardenal Francesco
Coccopalmerio, presidente emérito del Pontificio Consejo para los Textos
Legislativos, fue el encargado de señalar cuáles podrían ser, en su opinión,
los frutos del Sínodo desde el punto de vista de la modificación del Código de
Derecho Canónico. Retomando las consideraciones ya contenidas en el libro "¿Sinodalidad eclesial con responsabilidad limitada
o de consultiva a deliberativa?", subrayó lo débiles que son a
estas alturas las estructuras sinodales existentes, aunque sean muy importantes.
Del mismo modo, dijo en respuesta a una petición del público, las propias
conferencias episcopales son un ejemplo de mala sinodalidad porque no permiten
la copresencia de no obispos. Espera que el Sínodo mejore estas estructuras. Se
refiere, por ejemplo, a la periodicidad decenal con la que se celebrará el
sínodo diocesano, a la posibilidad de que se haga obligatorio para todos.
EL COMPROMISO PARA SALVAGUARDAR LA
CREACIÓN DE LA ASAMBLEA ORDINARIA DEL SÍNODO
"Sería un
fruto importante hacer deliberativo el voto de los concejales en una junta
parroquial, ahora es sólo consultivo", señala.
Y también se detiene en el "voto concordante
del párroco, que -explica- debe construirse a través del discernimiento común
dentro de los trabajos del consejo, no por separado". Para el
cardenal, puede que aún no haya llegado el momento, sin embargo "el sínodo podría al menos plantear la
cuestión", concluye, "dando lugar
a una nueva mentalidad. Hasta ahora nos hemos quedado en la consideración de la
actividad de los laicos como meros asesores, dejando la decisión final a los
párrocos. En mi opinión, esto ya no es aceptable hoy en día".
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