Una devoción estrechamente relacionada a la historia de Ecuador y Perú, que rinden su tributo de amor a María en esta advocación.
Por: Redacción | Fuente: Varios
Nuestra Señora de la Nube es
una advocación mariana del Ecuador. La imagen de la Virgen María, se presenta
como una reina, en su mano derecha sujeta un cetro; la azucena representa su
coraza y el olivo su fruto, símbolo de su vinculación con Israel; su brazo
izquierdo sostiene al Niño Jesús que lleva al mundo en sus manos. Le sirve de
pedestal la luna y las nubes.
Dice esta
historia que en 1696, el obispo don Sancho de Andrade y Figueroa de Quito
estaba enfermo y desahuciado por lo que el pueblo de Guápulo, de gran devoción
a la Virgen María, decidió organizar una novena por su salud; una procesión del
Rosario salió camino a la catedral el 30 de diciembre y de repente una imagen
de María apareció, formada por las nubes. Cerca de 500 personas fueron testigos
del maravilloso hecho, mientras el obispo se curó repentinamente.
LA APARICIÓN
En la tarde del 30 de diciembre fue sacada en procesión de rogativa con el acompañamiento de unas quinientas personas. A eso de las 4:45 de la tarde, habiendo llegado al final del pretil de San Francisco, al concluir la segunda decena del rosario, se hizo la señal con la campanilla para que todos se arrodillasen para entonar el “Gloria Patri”. De repente, se vio claramente en el cielo, en dirección al caserío de Guápulo, una figura formada por nubes, de gran tamaño.
Fue
entonces que el presbítero José de Ulloa y la Cadena, capellán del Monasterio
de la Limpia Concepción de Quito, exclamó a voz en cuello: “¡La Virgen, la Virgen!”, y todos volvieron la
mirada hacia el lugar señalado, viendo nítidamente sobre los aires, la figura
de María Santísima dibujada por las nubes:
“Estaba la imagen de pie sobre otra nube más oscura y densa que le servía como pedestal o trono. Llevaba corona en las sienes y en la mano derecha un ramo de azucenas a manera de cetro. Con la izquierda estrechaba al Divino Niño Jesús, hacia quien tenía dulcemente inclinada la cabeza. Sobre los cabellos y espalda flotaba un airoso velo formado igualmente de una nube. Vestía una cándida túnica de sencillos y ondulantes pliegues, media oculta por un manto de amplitud majestuosa y regia”.
La
aparición duró lo suficiente para que todos pudieran darse cuenta perfectamente
de ella y, terminada la procesión, muy a la usanza española, se levantó un
acta. En ella, declara la máxima autoridad local: el Presidente de la Audiencia
y otros testigos calificados, como consta en el proceso que hasta hoy se
conserva en el Archivo Arzobispal de Quito.
El pueblo
católico del Ecuador rinde su tributo de amor a María, con la advocación de
Virgen de la Nube.
LA FIESTA DE LA VIRGEN DE LA NUBE REÚNE A
LOS MIGRANTES
Al iniciar cada año, concretamente, cada primero de enero miles de creyentes de Ecuador y del exterior llegan a la ciudad de Azogues para venerar y participar de todos los actos preparados por los franciscanos, entre los que se destaca la procesión.
La
devoción por la Virgen de la Nube de Azogues no tiene fronteras. Los feligreses
llegan de todas partes del país y del extranjero para agradecer por los favores
recibidos. En la romería los ecuatorianos que viven en el exterior, regresan
para agradecer los favores recibidos. La festividad religiosa es una tradición
desde 1912.
Los
confesionarios se repletan. La afluencia se incrementa cada primero de
enero. En esa fecha, la iglesia no da abasto para recibir a los miles de fieles
que la visitan y los hermanos franciscanos, con el apoyo de religiosos de otras
comunidades, confiesan en esta festividad de la Virgen a miles de penitentes.
NUESTRA SEÑORA DE LA NUBE EN PERÚ
En el
Perú, como un homenaje a la cuna de nacimiento de sor Antonia Lucía del
Espíritu Santo, se decidió colocar este lienzo para acompañar al Señor de los
Milagros en la parte posterior de las andas sagradas el 20 de octubre de 1747.
Ambas salen en procesión multitudinaria en Lima en el mes de octubre. Muestra a
sus pies, en posición orante al obispo favorecido de su mano, Sancho de Andrade
y Figueroa, y sobre el terreno se observa una pequeña iglesia, que algunos
identifican como la parroquia de Guápulo o el santuario de Las Nazarenas.
Si bien
la creencia popular ubica a la Virgen de la Nube como un culto de 1800, la
Madre Antonia, fundadora del monasterio de Las Nazarenas y ecuatoriana de
nacimiento, habría traído la devoción en el siglo XVII. En esa época circularon
también en el Ecuador muchos óleos retratando a esta Virgen y uno de ellos
podría haber llegado al Perú.
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