EL PAPA HABLÓ EN LA AUDIENCIA DE LOS MIÉRCOLES DE LA SOLEDAD Y LA DESOLACIÓN COMO PUNTO DE PARTIDA PARA LLEGAR A DIOS.
El Papa celebró este miércoles la
habitual Audiencia en la Plaza de San Pedro. Francisco habló en esta ocasión de
temas como la soledad y la desolación,
así mismo, tuvo palabras de consuelo para el pueblo turco, ucraniano, y una
mención especial con motivo de los misiles caídos este 15 de noviembre en
territorio polaco que mataron a dos personas.
"Estar
desolados nos ofrece la posibilidad de crecer, de iniciar
una relación más madura, más hermosa, con el Señor y con las personas queridas,
una relación que no se reduzca a un mero intercambio de
dar y tener", comentó Francisco durante la
Audiencia.
LA
RESPUESTA MÁS CLARA
En este sentido, el Papa destacó
la importancia de alcanzar una relación estrecha con Dios. "La vida espiritual no es una técnica a nuestra
disposición, no es un programa de 'bienestar' interior que nosotros
debemos programar. No. Es la relación con el Viviente, irreductible a nuestras
categorías", apuntó. Y, añadió: "La
desolación entonces es la respuesta más clara a la objeción que la experiencia
de Dios sea una forma de sugestión, una simple proyección de nuestros
deseos".
Para Francisco es importante no
querer tener todo el control. "Quien reza se
da cuenta de que los resultados son imprevisibles:
experiencias y pasajes de la Biblia que a menudo nos han entusiasmado, hoy,
extrañamente, no suscitan ningún entusiasmo. E, igualmente de forma
inesperada, experiencias, encuentros y lecturas a los que nunca se había hecho
caso o que se prefería evitar – como la experiencia de la cruz- traen una paz inesperada".
Por ello, el Papa invitó a estar
animados. "Frente a las dificultades, por
tanto, nunca desanimarse, sino afrontar la prueba con decisión, con
la ayuda de la gracia de Dios que nunca nos falla. Y si escuchamos dentro de
nosotros una voz insistente que quiere distraernos de la oración, aprendamos
a desenmascararla como la voz del tentador; y no nos dejemos
impresionar: simplemente, ¡hagamos precisamente lo contrario a lo que nos
dice!", aconsejó.
Francisco tuvo también unas
palabras para el atentado reciente en Estambul y la guerra en Ucrania: "Elevo mi oración por las víctimas inocentes del
atentado terrorista de estos días en Estambul. Nuestra oración incesante es
también por la atormentada Ucrania: que el Señor dé a los ucranianos consuelo,
fuerza en la prueba y esperanza de paz", comentó. "Que el Señor convierta los corazones de
los que aún apuntan contra la guerra", destacó el Papa en
referencia a las últimas noticias sobre el misil caído en Polonia.
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PALABRAS
DEL PAPA EN CASTELLANO DURANTE LA AUDIENCIA:
Queridos hermanos y
hermanas:
En esta catequesis
volvemos al tema del discernimiento, para hablar de la desolación. Este es un
estado de la vida espiritual en el que se experimenta insatisfacción, tristeza
y soledad. Dios no responde, parece estar alejado, no sentimos los gustos en la
oración que antes percibíamos. Esto, lejos de ser un mal, es algo benéfico que
nos ayuda a crecer, a mantenernos alerta y a ser humildes, disuadiéndonos de
buscar en Dios nuestra satisfacción. Como vemos en la vida de los santos, esta
prueba puede dar un impulso en nuestra vida. Por el contrario, querer una
serenidad aséptica, nos hace caer en una indiferencia inhumana.
La desolación es
también una llamada a la gratuidad, a no buscar jamás la gratificación emotiva.
Esta es la base de una relación auténtica y madura con Dios y con los demás; nos
lleva a aceptar al otro por sí mismo y no por lo que me aporta. Si captamos en
profundidad la humanidad de Cristo como puerta del cielo, podremos llegar a
preguntarle: “¿Cómo estás?”, aprendiendo a amarle precisamente en su
sufrimiento y su soledad, y a hacerlos nuestros.
Saludo cordialmente
a los peregrinos de lengua española. pidamos a Jesús crucificado, despojado de
todo, que clama a su Padre: “Dios mío, Dios mío porqué me has abandonado”, que
nos ayude seguirlo también en la desolación, dándonos una fe sólida, una
esperanza inquebrantable y una caridad capaz abandonarse incondicionalmente a
su voluntad. Muchas gracias.
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