El movimiento feminista choca con el movimiento transgénero por el 'borrado de las mujeres' que implica dar fuerza legal a la 'autopercepción' más que a la biología. Pero el punto de partida de la ideología de género ya estaba en el feminismo de segunda ola, que consideraba un constructo cultural cualquier diferencia entre hombres y mujeres. En la imagen, la manifestación feminista del 23 de octubre de 2021 en Madrid contra la ley Trans que quiere sacar adelante el Gobierno.
La valerosa
batalla que desde las filas feministas se está librando contra el transgenerismo merece,
desde luego, nuestra admiración; pues esas mujeres son, en verdad, las piedras
que gritan a las que se refiere el Evangelio. Pero la admiración que nos
despiertan estas mujeres no impide que recordemos que fueron ellas mismas
quienes en su día se encargaron de imponer la llamada 'teoría
de género', según la cual
existen unas 'construcciones' culturales que
asignan roles arbitrarios a
hombres y mujeres. La teoría del género considera que la diferencia biológica
carece de importancia; y que hombres y mujeres seríamos iguales en todo, si no
interviniesen esas 'construcciones' culturales
que han perjudicado a la mujer en la asignación de roles. La teoría de
género disocia la sexualidad de la personalidad, considerando
que el 'género' es una mochila de la que nos
podemos desprender fácilmente, como la culebra de desprender de su piel.
En realidad, en esa mochila del 'género' se cuelan de matute cuestiones muy
perniciosas: la civilización considerada como mero
'constructo' que se puede desbaratar alegremente; la supeditación de la
naturaleza humana (y su dimorfismo sexual) a las diferencias exclusivamente
culturales, etcétera. Así que, al despojar a las personas de esa
mochila, aparte de liberarlas de 'roles'
culturales oprobiosos o necesitados de purificación, se las arrojaba a
una intemperie antropológica que las convertía en mónadas revueltas
contra su propia naturaleza. A la postre, ha quedado demostrado que la
finalidad primordial de la 'teoría de género'
era completar una ingeniería social, disolviendo los vínculos naturales que
forman el tejido social, declarando la batalla sin cuartel a la institución
familiar, alimentando la lucha de sexos y mostrando una especial obsesión por
la sexualidad de los niños.
Puesto que la diferencias en la
conducta derivadas del dimorfismo sexual se consideran 'alienaciones'
impuestas desde instancias sociales represoras, la 'teoría de género' predica
que la sexualidad humana es una suerte de 'asignatura de libre configuración'. Como
siempre ocurre con todas las revoluciones ideológicas que tratan de cambiar
radicalmente la sociedad moldeando la esfera interior de las personas, era
cuestión de tiempo que la 'teoría de género' fuese empleada para negar
la biología. Esas personas despojadas de la mochila del 'género', arrojadas a la más cruda intemperie
antropológica, no podían tardar en declararse hombres o mujeres según les
dictase su sentimiento, independizándose de la biología. Porque,
allá donde la naturaleza humana es trivializada, es inevitable que el sexo se
convierta bárbaramente en algo 'sentido'.
Las bases ideológicas que hoy
favorecen el transgenerismo rampante y niegan la realidad biológica de la mujer
fueron paradójicamente divulgadas por el feminismo. Vuelve así a probarse que las ideas tienen consecuencias; y que de nada sirve llevar esas
consecuencias al cadalso, mientras se pone trono a sus causas.
Publicado en ABC.
Por: Juan Manuel de
Prada
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