Gracias a CARF, Lungelo ha descubierto que su vida «no tiene sentido» sin María y la Eucaristía
Lungelo Halalisani, Gabriel tras su conversión y
bautismo, se prepara en Bidasoa con un objetivo: llevar la fe a un país con el
7% de católicos, ser santo y a la vez del siglo XXI y ayudar a romper "los
pactos con el mal":
Lungelo Halalisani
Gabriel es un seminarista de la diócesis de Eshowe, en República Sudafricana.
Tiene 28 años y estudia Teología en el Seminario Internacional Bidasoa, en
Navarra. De origen zulú, su familia no era religiosa,
pero sus padres le procuraron la mejor educación en centros católicos. Al
finalizarlos, gracias a CARF se prepara para ser sacerdote. ¿Su misión? ser "un sacerdote santo" y llevar la fe a un país con un 7% de
católicos.
Lungelo, el tercero de cuatro
hermanos, explica que aunque su familia contaba con pocos recursos, siempre
priorizaron su educación religiosa, que compaginaron con las enseñanzas
recibidas a través de religiosos y misioneros.
De los muchos sacerdotes que conoció
fue el ejemplo de uno benedictino, el padre
Ruprecht Wolf, quien le llevaría a dar los primeros pasos para
entregarse por completo a Dios y Su Iglesia incluso antes de convertirse. "Su ejemplo de vida creció dentro de mí, hasta tal
punto que consideré optar por la vida sacerdotal", explica.
"El cuidado
que ponía en todas las cosas de Dios me llevó a querer entregar mi vida y
servir al Señor en su Iglesia", relata.
GABRIEL,
ENTREGADO POR COMPLETO A LA EUCARISTÍA
Así, Gabriel comenzó a estudiar
por su propia cuenta lo que significaba la iglesia y preguntando a una
religiosa, la hermana Martina. Desde el principio percibió en él una gran
inquietud y el joven no tardó en hacer la pregunta: "¿Puedo
bautizarme y ser parte de la Iglesia?".
De inmediato, comenzó a recibir
formación y catequesis de la mano de religiosas y sacerdotes hasta que
finalmente recibió el bautismo con el nombre de Gabriel.
"Y surgió mi
vocación. Yo quería entregarme más, entregarme totalmente al Señor... y
sucedió", menciona. Desde entonces se
involucró en la vida de la Iglesia, lideró su grupo de jóvenes y se entregó por
entero a la ayuda a los sacerdotes que evangelizaban en las periferias de su
parroquia.
En cuanto a su conversión, admite
que le cuesta explicarla, ya que "no es fácil mostrar
una obra que no es nuestra, sino que es la obra del Señor".
De lo que no cabe duda es que a
partir de ese momento asistió a un profundo crecimiento espiritual motivado por la Eucaristía, sin la cual
"nada tiene sentido".
"Las fuerzas
que saco de ella como centro de mi vida... siempre me doy cuenta en Misa de
que aunque esté cansado o con muchos problemas y tribulaciones, me cambia y
me aumenta la gracia para que poco a poco lo que debe cambiar en mi vida
cambie", explica.
PREPARÁNDOSE
PARA EL SACERDOCIO "EN LA TIERRA DE LA VIRGEN"
Si bien obtiene sus fuerzas de la
Santa Misa y las visitas al Santísimo, destaca el papel protagonista que tiene
la Virgen María en su vida, especialmente desde que su vida e historia llegaron
a oídos de las autoridades religiosas de su diócesis (Eshowe), que le
concedieron una beca para comenzar sus estudios en el Seminario
Internacional de Bidasoa, en
Navarra.
"Ella es la
maestra que nos ayuda y a mí eso me marca. Nunca me separo de ella. cuando
tuvimos problemas al llegar a España a causa del Covid, me fui al santuario de
mi diócesis, recé delante de ella y le dije: `Madre, yo estoy aquí, toma
esta causa que te encomiendo´".
Pese a las dificultades
existentes, Gabriel llegó a España, a la que considera "tierra
de la Virgen": "Cuando vine aquí, vi una cultura distinta y que pese
a lo que se dice del mundo occidental, de que el cristianismo no tiene tanta
fuerza, vi que España es la tierra de la Virgen".
"Estoy muy
alegre y contento. Estudiar y formarme fuera de mi país es algo que nunca
habría soñado", exclama.
Y es que para él, más que un
seminario, Bidasoa es una familia.
Este verano Gabriel ha
estado ayudando en tareas pastorales a distintas parroquias de Madrid.
SER
SACERDOTE Y SANTO... ¿EN EL SIGLO XXI? ES SU MISIÓN
"Me impresiona
el empeño por cuidar la Liturgia, la vida de piedad, el estudio y el
crecimiento humano. Gracias a la formación que recibo, el amor por mi vocación
sacerdotal aumenta, y pido al Señor que sea un sacerdote santo
algún día", asegura.
Aunque desde su conversión
siempre supo que quería formarse para ser sacerdote, nunca pensó que esta le
cambiaría tanto: "Desde mi ingreso en el
seminario, mi proceso de formación ha marcado mi forma de pensar y de ver la
vida. He abierto los ojos a la fe, al amor y a la misericordia que
un sacerdote y un católico deben transmitir de manera natural".
Consciente de las dificultades y
necesidades propias de su país y de los tiempos actuales, el seminarista
explica su deseo de compaginar la santidad sacerdotal con el siglo XXI,
lo que para él se resume en "ser alguien
absolutamente entregado y enamorado de Dios y que con ello lleve a los demás a
Él".
"Me
quiero formar muy bien para luego poder servir a mi país, donde existe una gran necesidad de dar una buena
formación a los fieles en cuanto a la vida cristiana, la doctrina de la Iglesia
y capacitarlos a tomar iniciativas dentro de los parámetros que se espera de
ellos", afirma.
SUEÑA
CON "ROMPER LOS PACTOS CON EL MAL" MEDIANTE LA CONFESIÓN
La necesidad que menciona no es
poca, pues la escasez de sacerdotes también dificulta la vida sacramental de
muchos fieles. Aun así, explica, "la Iglesia
sigue creciendo y se producen muchas conversiones".
Concluye agradeciendo la labor
del Centro Académico Romano Fundación y a sus
benefactores, gracias a los cuales él mismo y miles de religiosos pueden
formarse cada año.
"Su apoyo
servirá para poder ayudar a mi diócesis y realizar la misión evangélica para la
que están encomendados los sacerdotes buenos y santos. Cada
día me esfuerzo y trabajo mucho para aprovechar al máximo esta
experiencia de formación", añade.
Concluye tratando el sacramento
que día de hoy sueña con impartir, la confesión: "Me
gustaría que la gente vea lo importante que es en la vida católica como camino
para romper el pacto con el mal. Rompe el poder del maligno y nos hace estar de
nuevo en el camino del Señor. Me gustaría que se hablase más de ello, que se
vea su importancia, formarme y formar a los demás".
Ayuda a CARF a ayudar: con tu colaboración
puedes contribuir a que se formen miles de seminaristas, sacerdotes como
Gabriel... e incluso obispos.
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