La Fiesta del Santo Nombre de María se celebraba en España desde 1513, pero no fue hasta la milagrosa victoria del 12 de septiembre de 1683 en la Batalla de Viena, en la actual Austria, que la Iglesia Católica dispuso que se conmemore a nivel universal.
Según recuerda el periodista Joseph Pronechen en el National
Catholic Register, “la
situación era terrible” en 1683, pues “los
invasores turcos del Imperio Otomano (musulmanes) estaban a punto de tomar
Europa occidental”.
“Los europeos en todas partes, incluyendo al nuncio
papal, imploraron y rogaron por ayuda, mirando a Juan III
Sobieski, Rey de Polonia. Sobieski tuvo valentía y algo más
grande, una gran devoción a la Virgen María”, señaló.
El rey polaco decidió avanzar con sus tropas hacia Viena “para un enfrentamiento decisivo”. Pero en el
camino se detuvieron para pedir ayuda en el santuario de Czestochowa.
“En la mañana de 12 de septiembre, Sobieski
participó en la Misa, y luego con confianza le dijo a su ejército pequeño,
superado en número: ‘¡marchemos con confianza bajo la protección del Cielo y
con la ayuda de la Santísima Virgen!”.
Pronechen destacó que “Sobieski mismo lideró
el ataque, y su ejército y caballería mucho más pequeños derrotaron totalmente
a los invasores turcos otomanos y finalizaron la invasión. Con Viena y el mundo
cristiano salvado, Sobieski le dio crédito solo a Dios”.
Tras la victoria, el rey polaco reescribió la famosa frase del emperador
romano Julio César –Veni, vidi, vici (vine, vi, vencí): “Veni, vidi, Deus vicit” (vine, vi, Dios venció).
Como agradecimiento a la intercesión de la Virgen, ese año el Papa
Inocencio XI extendió la celebración del Santo Nombre de María a la Iglesia
universal.
Redacción ACI Prensa
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