El P. Alberto Reyes Pías, del clero de la Arquidiócesis cubana de Camagüey, compartió una reflexión en la que habla del precio de la verdad en Cuba y cómo es que se puede hacer para que la isla deje de ser una “cárcel maldita”.
Al iniciar su reflexión, publicada en su cuenta de Facebook el 7 de
septiembre, el
sacerdote cubano dijo que sin importar el modo de transporte, como una balsa
precaria, cualquier modo de salir de Cuba “es
recibido por los cubanos con el gozo que provoca la esperanza”.
“¿Por qué?, ¿por qué abandonar el suelo que seguimos
amando y que se convertirá para siempre en nostalgia y anhelo? ¿Por qué? ¿Por
qué los pueblos emigran? Porque tenemos una sola vida, y queremos poder vivir esa sola
vida lo más plenamente posible”, continuó.
“Porque no queremos que la existencia sea sinónimo
de sobrevivencia, perdiendo un día tras otro en la búsqueda interminable de
comida, de ropa, de calzado, de medicinas, de transporte, de lo básico, en
definitiva”.
Actualmente y a causa de la crisis económica que también golpea al
dólar, el precio del peso cubano ha sufrido la caída más grande en el mercado
paralelo en Cuba, mientras los artículos de primera necesidad escasean cada vez
más.
El sacerdote dijo también que los cubamos salen de Cuba para poder
sostenerse adecuadamente y para poder “expresarnos
libremente, decir lo que pensamos y queremos sin tener que bajar la voz, sin
mirar hacia los lados, y sin el miedo a ser reprimidos, amenazados o
encarcelados”.
El P. Reyes denunció en marzo que muchos en Cuba fueron injustamente
condenados por las protestas del 11 de julio de 2021.
Ese día hubo protestas espontáneas en toda Cuba en contra de la
dictadura comunista liderada por el presidente Miguel Díaz-Canel, sucesor de
los dictadores Fidel y Raúl Castro. El Gobierno respondió con
violencia y detenciones arbitrarias.
La ONG española de defensa legal pro derechos humanos, Prisoners
Defenders, reportó el 3 de marzo de 2022 que habría unos 1.007 prisioneros
políticos verificados en Cuba.
En su reflexión del 7 de septiembre, el sacerdote cubano cuestionó: “¿Decir la verdad puede tener precios?
Sí, la verdad tiene un precio y la mentira
también; hablar tiene un precio y callarse también; exigir nuestro derecho
tiene un precio y someterse también”.
“No hay actitudes sin precio, aunque siempre lo más
valioso tendrá precios más altos.
Lo único que podemos hacer es elegir qué precio
queremos pagar, si el de la mentira y el miedo que nos mantienen sumergidos en
la miseria, la precariedad y la esclavitud, o el de la verdad”.
El precio de la verdad, concluyó el sacerdote, “es el único camino que puede provocar que esta isla deje de ser una cárcel
maldita y se convierta en el
hogar próspero y fraterno donde nacer, vivir y tener el gozo de morir”.
POR WALTER SÁNCHEZ
SILVA | ACI Prensa
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