Empeñarse en profundizar en Dios por la única vía intelectual es admitir que las visitas de Dios hay que esperarlas por una exclusiva puerta.
Para
Dios no hay entrañas vedadas.
¡Cuantos intelectuales conversos podrían ratificar que para Dios
las puertas de acceso a la morada del hombre son imprevisibles!
Lo
que hacer falta es mantener siempre la tierra abonada y los surcos abiertos
para la siembra de Dios.
Dios
se acerca hasta nosotros «buscando las rendijas que
el hombre mantiene abiertas a lo verdadero, a lo bueno, a lo bello, a lo
humano» (José María Rovira Belloso)
Lo
que vale tanto como decir que la nobleza del espíritu es garantía de la visita
de Dios.
«El Señor Jesús no vendrá rápidamente más que si le esperamos mucho»
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