Hoy he estado viendo un vídeo sobre la Cámara de los Lores y otro vídeo sobre Cámara del Parlamento del Reino Unido. También he leído algún artículo acerca de las tradiciones vigentes en la segunda cámara. Por ejemplo, ningún parlamentario se puede referir a otro por su nombre de pila, están prohibidos los aplausos, hay reglas sobre el modo de vestir, etc.
Hay algunos
dentro de la Iglesia que ven la Tradición de la fe y las tradiciones
eclesiásticas como una especie de corrupción, de desviación, frente a la pureza
bíblica o a la pureza del Evangelio.
No solo
semejante forma de pensar es errónea, sino que estoy a favor de la tradición
incluso en las cámaras parlamentarias de las democracias o en los símbolos del
Poder constitucional. No es que me parezca mal en la Iglesia, sino que me
parece bien hasta en ese otro ámbito del Poder.
Las buenas
tradiciones, las que son nobles, bellas, forman parte de nuestras vidas para
bien. No conoce la psicología humana, no respeta la belleza, aquel que quiere
podarlo todo. Los marxistas siempre han sido muy dinamitadores. Y sus hijos
intelectuales tienen una gran tendencia a la dinamita no material. Yo soy
totalmente contrario a cualquier revolución. La revolución suele ser la
antesala donde esperan los asesinos. No me gustan los tribunales populares, ni
que se incendie nada. Amontonar cosas para hacer una pira es propio de paletos.
El
Reino Unido es una democracia con alma, con poesía.
Yo me siento
a gusto entre pelucas, zapatos con hebillas y gowns (togas
parlamentarias). Mientras que entre camaradas revolucionarios sonrío con una
sonrisa nerviosa, pero más bien estoy pensando cómo salvar mi vida.
P. FORTEA
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