LOS GRANDES GURÚS DE LA IZQUIERDA EN LOS 70 PEDÍAN LIBERTAD PARA EL SEXO CON NIÑOS
Denise Bombardier tuvo el coraje de reprochar en
público a Gabriel
Matzneff su defensa y práctica de
la pedofilia. Pero era el año 1990 y el escritor gozaba del aura de la
liberación sexual del 68... que ahora le quitan los hijos intelectuales del 68.
El mundo intelectual en Francia
reaccionó en 2019 con gran dureza contra uno de sus iconos, el escritor Gabriel Matzneff, que tenía entonces 83 años, tras la
publicación en diciembre de ese año de un libro de Vanessa Springora donde describe las relaciones sexuales
que mantuvieron cuando ella tenía 14 años y él rondaba la cincuentena. Las
editoriales que hasta ahora publicaban los libros y diarios de Matzneff, como la prestigiosa Gallimard, los retiraron del mercado.
Desde la publicación en 1974
de Les moins de 16 ans [Los menores de 16
años], Matzneff hizo
siempre una defensa pública de la pederastia si es "consentida", y
presumía de practicarla. Pero lo que supuso cuarenta años
después su lapidación pública era en otros tiempos considerado la originalidad
de un glamuroso transgresor.
Se recordó en aquellos días un incidente durante su participación en 1990 en el
programa cultural Apostrophes, que dirigió durante quince años Bernard Pivot en
Antenne 2.
Acudió para hablar de su
libro Mes amours descomposés [Mis amores
descompuestos]. El presentador y casi todos los presentes le reían las gracias sobre
el beneficio mutuo de las relaciones pedófilas que había mantenido. Le
retrataban jocosamente como "coleccionista de
menores" y contaban como una hazaña que se hubiese acostado con
tres niñas distintas en tres días seguidos, dos de ellas vírgenes.
Hasta que, al fin, la escritora
canadiense Denise Bombardier le puso en su sitio (minuto 1:23) considerándole un personaje "lamentable" y denunciando que en
Francia la "literatura" fuese una
coartada para justificar y respaldar estos abusos: "El
señor Matzneff nos cuenta que sodomiza a chicas de 14 y 15 años que están locas
por él. Sí, sabemos que algunas chicas pueden enamorarse de un hombre que tiene
una cierta aura literaria, y también sabemos que señores mayores atraen a las
niñas con caramelos. El señor Matzneff las atrae con su reputación. Pero lo que
no sabemos es cómo quedan después estas chicas de 14 y 15 años que no solamente
han sido seducidas, sino que han sufrido un abuso de poder en una relación
entre adultos y jóvenes. Yo creo que quedan marchitas, y la mayor parte de ellas
marchitas para toda la vida".
Cuando Matzneff
se defendió hablándole de lo cortés que había sido con ellas y de la
importancia literaria de su libro, Bombardier insistió en que "la literatura no puede servir de coartada y
también tiene límites". Posteriormente en el debate, cuando
otra de las personas presentes quiso justificar que "en
Francia estas cosas son toleradas", Denise puso el dedo en la
llaga: "No creo que sea en Francia, creo que
es en ciertos medios parisinos".
Porque, efectivamente, esos "ciertos medios parisinos", que no son
otros que quienes siguen conformando el establishment cultural de la izquierda progre, llevaba desde los años sesenta y
setenta justificando la pedofilia. Esa intervención de Denise le costó
el ostracismo. "Desde que interpelé a
aquel hombre, tan alabado por las élites parisinas, en el estudio de Bernard
Pivot en 1990, siempre me he sentido sola", confesó en enero de
2020 a Le Journal de Montreal.
Aunque es feminista y no precisamente conservadora, Bombardier, quien fue también
hace años objeto de las iras gays por oponerse a considerar matrimonio las
uniones del mismo sexo, afirma que de su "cultura
religiosa" ha conservado "el sentido de lo sagrado y la convicción de
que el mal existe": "No creo que todos los comportamientos humanos sean
excusables. Y soy escéptica en cuanto a la idea de que se perdone todo".
SESENTAYOCHISMO
Y PEDERASTIA
Ese "sentido
de lo sagrado" es lo que la civilización occidental empezó a perder
en mayo del 68. Por eso no es casualidad que
toda la nomenklatura de izquierdas que hunde sus raíces en
aquella revolución cultural se lanzase entonces en tromba a defender la pederastia como una forma más de sexo libre.
"Hace
poco", comenta Laurent Landete en Famille Chrétienne,
"algunos ridiculizaron a Benedicto XVI" por
vincular los casos de abuso en la Iglesia con el 68, en su escrito del pasado
abril La Iglesia y el escándalo del
abuso sexual. Ciertamente, añade Landete, la permisividad
de la "liberación" sexual no es la
única causa de la pedofilia, pero "el vínculo
es evidente": "Estamos ante una lacra que afecta a toda nuestra
sociedad y desde hace demasiado tiempo muchas personalidades de primer nivel se
han dejado anestesiar o se han comprometido en ese fango inmundo".
Al hilo del escándalo Matzneff,
un reportaje de Cécile de Kervasdoué y Fiona Moghaddam en France Culture recoge
exhaustivamente hechos y circunstancias.
Por ejemplo, el 26 de enero de
1977, 69 intelectuales franceses firmaron un comunicado en
defensa de tres hombres que llevaban tres años en la cárcel por abuso
de menores. Alegaban que las relaciones habían sido consentidas. Matzneff
estaba entre los firmantes, además de Guy Hocquenghem,
fundador del Frente Homosexual de Acción Revolucionaria. Y junto a ellos, nada
menos que Jean Paul Sartre y Simone de Beauvoir, Roland Barthes (uno de los padres del
estructuralismo), Louis Aragon (comunista), Jack Lang (socialista
y ministro de Cultura con Lionel Jospin durante
la cohabitación con Jacques Chirac, y luego bajo François
Mitterrand), Bernard
Kouchner (co-fundador de Médicos sin Fronteras y Médicos del
Mundo, ex ministro de Sanidad con Jospin y luego de Asuntos Exteriores
con Nicolas Sarkozy), André
Glucksmann (saliendo en aquella época de su etapa de
izquierdas), Daniel Guérin (anarquista)...
El 23 de mayo de 1977, en Le Monde, 80
intelectuales pidieron la despenalización de las relaciones sexuales entre adultos y menores. Repitieron algunos de los anteriores (Sartre, Beauvoir, Barthes), a los que
añadir Louis Althusser (marxista), Michel
Foucault y Jacques Derrida (sesentayochistas,
postestructuralistas, postmodernos), Jean-François
Lyotard (freudo-marxista) y, por supuesto, el ahora maldito
Matzneff.
Otra de las estrellas del
68, Daniel Cohn-Bendit, contaba en aquellos
años que, como "educador" en una
guardería alternativa, se dejaba en ocasiones tocar sus partes íntimas por los
niños: "La sexualidad de un niño es
absolutamente fantástica, para ser sinceros. He trabajado con niños que tenían
entre 4 y 6 años. Cuando una niña de 5 años comienza
a desvestirte, es fantástico, es un juego erótico-maniaco".
LA
MISMA HIPOCRESÍA QUE #METOO
Todo este pequeño elenco de gurús
progres veía toleradas sus posiciones, a pesar del rechazo social de las
conductas que promovían, gracias a la protección mutua del establishment cultural
progresista y su aura mediática. Según Virginie Girod, doctora en Historia especializada en
feminismo y sexualidad, este "núcleo duro de
intelectuales" encontraba acomodo en "periódicos
que consideraban geniales los
famosos mantras Prohibido
prohibir o Gocemos
sin obstáculos. En la pequeña intelligentsia parisina
se defendían los valores de la libertad absoluta para plantearse estas
cuestiones".
Aunque buena parte de aquellos
intelectuales o bien han fallecido o bien carecen ya de presencia pública
relevante, siguen siendo los padres de la izquierda francesa. Y ésta se rasgó
las vestiduras para apropiarse de la indignación suscitada por el caso
Matzneff, de modo similar a como la izquierda norteamericana montó #MeToo cuando vio que
todos los nombres de abusadores que salían al calor del caso Harvey Weinstein (gran
donante de la industria del aborto) eran 'de los suyos'.
Publicado
originalmente en ReL el 9 de enero de 2020.
No hay comentarios:
Publicar un comentario