viernes, 21 de enero de 2022

¡EN LA MANO NO… EN LA BOCA SI!

 ¡Parece que el mismo demonio enfurecido, se aprovecha de nuestra IMPIEDAD, y nos restriega en la cara, el Grave Descuido Sacrílego, al que La Santa Iglesia, ha sometido al Sacrosanto Cuerpo Eucarístico de NUESTRO BUEN DIOS!

¡A ver si ahora sí, abrimos los ojos de una vez por todas!

¡Y caemos en la cuenta que NO se trata de que la mano sea menos digna que la boca!, sino de la gravedad seria, en la que DESHONRAMOS a Nuestro Adorado Corpus Christi!

De manera que no hay COHERENCIA entre lo que decimos y lo que hacemos,

PORQUE:

- Decimos que le damos a Él, todo el Honor y La Gloria y sin embargo cuando vamos a recibirlo, Ni nos postramos de rodillas, ni le Adoramos y encima, tenemos la osadía de tocarlo con nuestras indignas manos.

Y para terminar de aclararle a aquellos que en su terquedad, insisten en decir, que la mano no es menos digna que la boca., sepan que han sido presa del engaño del enemigo y les convenció de que la mano, la boca, el dedo, el brazo...es lo mismo, es parte del mismo cuerpo, ¿Cuál es la diferencia?...

Pues yo les digo, ¡Hipócritas!

Mateo 23,19

¡Ciegos! ¿Qué es más importante, la ofrenda o el altar que hace sagrada esa ofrenda?

Y yo pregunto: esa ofrenda, ¿bastará ponerla sobre el altar y listo, quedará consagrada?

¿O será necesario el canal a través del cual Dios operará, el Gran Milagro? Y ese canal digno de tanta grandeza, ¿será cualquier mano, la suya, la mia, la de cualquier vecino?

¿No es pues, la Unción Sacerdotal, la que le dá tremenda dignidad a esas manos, a través de las cuales, todo un Dios, baja del cielo y Transubstancia esas especies, de pan y vino?

Entonces me tengo que cuestionar, ¿cómo es posible que yo pretenda poner mis manos NO UNGIDAS, sobre el Cuerpo De mi Señor Jesucristo?, (de pronto, recuerdo a la Magdalena, que casi se abalanza a tocarlo y el Señor se lo impide)

A aquel Sacerdote que me preste atención, le pregunto: cuando se ordenó sacerdote, y consagró el cuerpo de Cristo, por vez primera ¿da lo mismo que al momento de consagrar, usted tome en sus propias manos el pan, ó que lo tome en sus manos, su madre o su padre o su tio ó su vecino?... ¿Cómo fue que perdimos la noción, será que perdimos primero la fe?

- acaso los Sacerdotes ¿no purifican sus manos después de comulgar, lo mismo que purifican el cáliz y la patena?, precisamente para cuidar que no se pierda, ni una partícula del Sacrosanto Alimento Eucarístico que ha manipulado. - y ¿cómo entonces, los fieles van a purificar sus dedos y sus manos luego de Comulgar si se lo están dando en la mano?

Entonces: Si decimos que le damos a Él, todo el Honor y la Gloria, ¡PUES QUE ASÍ SEA!

Sagama Susann Cardenas

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