En la liturgia de la Iglesia, cada ciclo tiene su propia secuencia de lecturas del Antiguo y Nuevo Testamento, de modo que la distribución de textos bíblicos a lo largo de tres años, brinda a los fieles una visión integral de toda la historia de la salvación.
La
Constitución del Sacrosanctum Concilium nos pide: “Dejen
que los fieles preparen la mesa de la Palabra de Dios más abundantemente. Dejen
que los tesoros de la Biblia se abran más para que dentro de un período de
tiempo determinado, las partes más importantes de la Biblia sean leídas a la
gente. Sagrada Escritura.” Con este fin, el rito romano organiza las
lecturas del evangelio que se completarán cada tres años, de esta manera:
-
En el año “A”, el Evangelio de San Mateo.
-
En el año “B”, el Evangelio de San Marcos.
-
En el año “C”, el Evangelio de San Lucas.
¿Y el Evangelio de San Juan? Está
reservado para ocasiones especiales, principalmente para fiestas grandes y
solemnidades, con énfasis en la Semana Santa.
¿CÓMO
SABER CUÁL AÑO CORRESPONDE AL CICLO LITÚRGICO A, B, C?
Sólo
súmense los dígitos del año. La referencia es el ciclo C, que se aplica a años
cuya suma de dígitos es divisible por 3. 2019, por ejemplo: 2 + 0 + 1 + 9 = 12.
Dado que 12 es divisible por 3, este es un año del ciclo C.
Ya que
los dígitos del año siguiente, 2020, suman 4, corresponde al ciclo
inmediatamente posterior a la aplicación de C, que es el retorno al ciclo A.
La suma
de los dígitos del siguiente año, 2021, da 5. Entonces se aplica el ciclo B. Y
entonces 2022 se corresponde al ciclo C, porque la suma de sus dígitos es 6,
que es un múltiplo de 3. Y así sucesivamente. Es como si el ciclo comenzara en
el primer año de conteo cristiano: el año 1 habría sido el ciclo A; año 2,
ciclo B; año 3, ciclo C; y los años 6, 9, 12, 15 … otra vez el ciclo C.
PERO
ATENCIÓN: cada ciclo comienza con su año
litúrgico, es decir, desde la primera semana de Adviento. Esto significa que,
litúrgicamente, el ciclo 2020 comenzó ya en 2019, el primer domingo de
Adviento, que fue el 1 de diciembre de 2019. No hubo que esperar hasta el 1 de
enero de 2020 para entrar en el ciclo A, ya que el punto de partida no se basa
en el año calendario, sino, por supuesto, en el calendario litúrgico de la
iglesia.
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