¡Casera, sua alfalfa! ¡Alfalfa verdecita!
El burro
me sia plantao y no quiere caminar, en un poste lue amarrado, por si se vayga a
escapar.
Y tengo
que repartir tuavía todueste pasto, como yo sola me basto, nuay por que el ceño
fruncir; porque a mí nadies me gana tratándose del trabajo, de las cinco e la
mañana, estoy de arriba pa abajo: Ya que ordeñando
la vaca o segando en el potrero, moliendo yuca y chancaca, y hasta tejiendo el
sombrero.
Y al
pueblo vengo a vender, mi alfalfa, todos los días, a las güenas caserías, nuay
que dejarlas perder; por más que de mí se rían, las gentes de otros lugares, si
vieran mis alfalfares, de envidia se morirían.
Y también
miandan diciendo, que deje, ya, a mi burrito, hablan porque tienen pico, no
porque hayga razón.
Si vieran
qué compasión, me da, esa pobre gente, porque qué triste se siente, un pueblo
sin tradición…
¡Caserita,
sua alfalfa!
De Flor de María Drago Persivale.
No hay comentarios:
Publicar un comentario