Ayer hice la llamada más extraña de toda mi vida. Y no creo que, en todo lo que me queda de vida, vuelva a hacer una tan estrambótica.
Hace un año,
estaban dando en la televisión El nombre de la
rosa y vi un par de minutos de la
película. Vi, justamente, la parte en que Guillermo saluda a Ubertino. Y el
viejo y lunático de Ubertino le dice:
¿Guillermo? Nooooo, tú no eres Guillermo. Y el anciano sigue repitiendo que no es Guillermo,
hasta que el amigo, con toda tranquilidad, pues ya lo conocía, le convence de
que sí que es Guillermo. El tono de Ubertino es irreal, cómico, de perfecto
lunático.
Entonces
cuando vi a mi a amigo, hace un año, habíamos quedado a comer, le saludé de la
misma manera que Ubertino: “Noooo, tú no eres
Pedro. Noooo”.
Fue una
apuesta arriesgada, porque si mi amigo no hubiera visto la película se hubiera
convencido de que me faltaba un tornillo, y de los gordos. Pero, entre risas,
me dijo que casualmente había visto la película un par de días antes. Con lo
cual no se paró de reír durante varios minutos y él mismo se puso a imitar al
lunático de Ubertino.
Pues ayer,
estaba cansado a mitad de la mañana, y me imaginé que a esa hora le pasaría lo
mismo a mi amigo. Así que le llamé sólo para decirle la famosa frase y que se
riera. Fue un éxito. Se rio como pocas veces. Cuando se calmó, le dije que solo
le llamaba para que se riera un poco y que no tenía nada que decirle más que
esa frase.
P. FORTEA
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