Características que plantea el fenómeno de la magia.
Por: Zenit.org | Fuente: Zenit.org
El desafío de la magia,
según Massimo Introvigne.
Habla el director del Centro Europeo de Estudios sobre Nuevas Religiones.
Ha suscitado gran Interés en Italia el libro «El
desafío mágico», una obra de Massimo Introvigne que apareció en 1995,
pero que sigue siendo un best-seller.
En esta entrevista concedida a Zenit, el director del CESNUR
(Centro Europeo de Estudios sobre Nuevas Religiones), explica las
características que plantea el fenómeno de la magia en estos momentos y cómo
afrontarlo.
--¿POR QUÉ DECIDIÓ ESCRIBIR
UN LIBRO SOBRE LA MAGIA?
--INTROVIGNE: Mi libro es una pequeña guía sobre los tres
problemas de la cultura esotérica, de los movimientos mágicos y de la magia
popular usada por el público católico, que ha tenido un éxito sorprendente y
sigue siendo reeditada después de siete años. Distingue tres fenómenos.
En primer lugar, la cultura esotérica occidental, es decir una tradición de
pensamiento que ha tenido una influencia decisiva en la filosofía, en el arte y
en la literatura europea y que hoy es objeto de estudios universitarios. En la
época en la que escribía (1995) faltaban obras católicas persuasivas de
confrontación seria con esta cultura; hoy indico --aunque con alguna valoración
histórica que no comparto del todo-- los interesantes estudios de crítica
filosófico-teológica del padre Joseph-Marie Verlinde, que ha sido secretario
del fundador de la Meditación Trascendental y miembro de varios grupos
esotéricos ante de convertirse en sacerdote católico.
El segundo fenómeno que afronto son los nuevos movimientos mágicos, que se
parecen en todo a los nuevos movimientos religiosos, pero cuyas características
doctrinales derivan del esoterismo.
El tercer fenómeno es la magia «popular» («popular» en cuanto al bajo nivel cultural, no en
cuanto a la clientela que a menudo es de clase media alta), es decir, el mundo
de los magos de pago, adivinadores, cartomantes, etc.
Es muy importante no confundir los tres niveles: Jacob Boehme (1575-1624), que
tiene un papel decisivo en los orígenes de la cultura esotérica occidental
moderna, y cuya influencia sobre la filosofía del idealismo alemán (Fichte,
Hegel y Schelling) es decisiva, no puede ser confundido con los magos
charlatanes de lo oculto que divierten a la gente en nuestras televisiones.
Aclaro que para el católico es más difícil y necesaria hacer una crítica
rigurosa del pensamiento de Jacob Boehme que de las pantomimas ridículas de los
magos de la tele, lo cual es bastante más fácil.
--LA MAGIA, ¿ES UN FENÓMENO
TAN EXTENDIDO COMO SE DICE?
--INTROVIGNE: Según los datos más fiables, cerca de un quinto
de la población, tanto en Europa occidental como en Estados Unidos, se dirige
al menos una vez al año a un mago u otro «profesional de lo oculto» de pago.
Los datos demuestran que no se trata de un sector marginal provocado por la
pobreza: los ricos van al mago más que los pobres, entre ellos se encuentran
diplomáticos y licenciados. Una investigación inglesa de hace unos años
revelaba altos porcentajes del recurso a los magos por parte de técnicos de
informática y médicos. Con estos datos me refiero al tercer nivel, el más bajo,
el de la «magia» popular.
Los adeptos a los movimientos mágicos son muchos menos: en Italia, mi centro
contabiliza 13.500 personas, menos del 0,1% de la población. Los que se
interesan seriamente en la cultura esotérica son todavía menos de los adeptos
los movimientos mágicos, pero a menudo se trata de personas influyentes en el
mundo académico y cultural, cuyo relieve no se debe infravalorar.
--¿QUIENES SON LAS PERSONAS
QUE CORREN EL RIESGO DE SER MANIPULADOS POR EL MUNDO DE LA MAGIA?
--INTROVIGNE: Tengo la impresión de que la expresión «personas
a riesgo» se concentra sólo sobre la demanda, mientras que es necesario tener
en cuenta la oferta, que en una cierta medida crea la demanda. Si la oferta es
poco atrayente, disminuye el número de «personas a riesgo»; sin embargo, si la
oferta mágica está bien elaborada y presentada, casi todos somos susceptibles
de entrar en ese mundo. Nuestras investigaciones muestran que también en las
parroquias católicas el número de personas que recurren a la magia es, en
porcentaje, más o menos el mismo de quienes no son católicos practicantes.
--¿QUÉ CONSEJOS DARÍA A LOS
PADRES CON UN HIJO QUE SE INTERESA POR ESTOS TEMAS?
--INTROVIGNE: Hay que distinguir entre el interés «lúdico» y el
interés serio. Un porcentaje absolutamente mayoritario del cine, de las
novelas, de las historietas y de la música contemporánea contienen alusiones a
lo preternatural, lo oculto, lo mágico, que son presentados en la mayoría de
las veces como casos puramente imaginarios y no son destinados a ser tomados en
serio, ni siquiera por sus autores. Pensemos en el caso de Bram Stoker, el
autor de «Drácula», que no sólo no creía en los vampiros sino que nos ha dejado
su «Impostores famosos», una de las críticas más duras de la superstición y de
la credulidad popular.
Esta magia «lúdica» forma parte de una cultura contemporánea. Aislar de ella a
los jóvenes, como quiere un cierto fundamentalismo, me parece contraproducente,
pues puede provocar reacciones contrarias.
Una realidad muy diferente se da cuando el interés de los jóvenes no es
«lúdico», sino a su modo «serio», como cuando se dedican activamente al
espiritismo, a organizar ritos satánicos caseros, quizá en cementerios. En este
caso, es justo preocuparse e intervenir, si bien esta intervención tiene que
buscar comprender el malestar que lleva a los jóvenes a comportarse de este
modo y sus causas.
--¿QUÉ HACER ANTE ESTOS
CASOS?
--INTROVIGNE: La intervención de los padres debe ser delicada.
Haría falta sobre todo preguntarse qué es lo que no va en general en la vida
del joven, qué le falta. Si se hacen sesiones espiritistas («seriamente», no una vez por broma, aunque de
todos modos hay que dejar claro que tampoco está bien) o misas negras rudimentarias, hay siempre algo que no
va bien. Es importante no mostrarse demasiado escandalizados, porque a menudo
el objetivo de estos chicos es justamente el de escandalizar a los padres.
Hay que mostrar el carácter mísero de estas prácticas, hacer comprender al
joven que el espiritismo juvenil o el satanismo juvenil es una opción de «perdedor», de vencido, que los satanistas no son
potentes príncipes de las tinieblas sino (hay que decirlo) pobres diablos.
Pero sobre todo hay que proponer. Estos problemas se resuelven cuando los
chicos encuentran, quizá en compañía de sus padres o en el ámbito de la fe
cristiana, experiencias más significativas y atractivas respecto a las pequeñas
estupideces del espiritismo y del satanismo juvenil.
No hay comentarios:
Publicar un comentario