Todos los miembros de la Iglesia católica estamos llamados a la plenitud, a la valentía, al heroísmo.
Por: P. Fernando Pascual LC | Fuente: Catholic.net
Cuesta el heroísmo. Arriesgar la fama, el
trabajo, la salud, la vida, cuesta mucho. También cuesta a quienes han recibido
el bautismo y desean vivir como católicos.
Entonces, ¿podemos
decir que el heroísmo es para pocos? El
católico, ¿está llamado al heroísmo, o puede
vivir su fe sin grandes riesgos?
Para responder, hace falta mirar lo que significa
ser católico. No se trata de una opción personal basada en uno mismo, sino en
la acogida del don de Dios que, en el encuentro con Cristo, rescata del mal y
del pecado a un ser humano y lo introduce en una vida nueva.
Por eso, cada bautizado está unido íntimamente a
Cristo y participa del mundo de la gracia. Desde luego, la gracia puede
perderse con el pecado mortal, pero también puede recuperarse a través de una
confesión bien hecha.
Al vivir en la gracia, el cristiano está
capacitado para acoger y vivir el Evangelio en toda su belleza y en su
exigencia. Con su radicalidad y con su fuerza.
Por eso, el creyente en Cristo cuenta con todo
lo que necesita para avanzar hacia la santidad, hacia la perfección, hacia el
amor sin límites. Puede así asumir su llamada al heroísmo cristiano, incluso
hasta arriesgar su vida.
Los mártires son quienes testimonian de un modo
vivo y dramático esa vocación al heroísmo. Pero incluso sin el derramamiento de
sangre, también hay miles y miles de héroes católicos de cada día, que asumen
con valentía su fe y que viven la caridad hasta el extremo, a ejemplo del
Maestro.
Todos los miembros de la
Iglesia católica estamos llamados a la plenitud, a la valentía, al heroísmo.
Sólo entonces viviremos según la invitación de Cristo, que nos enseña el camino
del amor más grande, el que nos permite dar la vida por nuestros hermanos.
(cf. Jn 15,12-14; 1Jn 3,16).
No hay comentarios:
Publicar un comentario