No
está muy de moda hablar del demonio. Parece para muchos un tema
trasnochado propio de una mentalidad medieval, y de mentes ignorantes y
crédulas. Pero el demonio, o los demonios, son una realidad. He tenido
experiencia de ello, y he tenido que hacer oraciones de exorcismo para librar
de su influencia a más de una persona, o familia.
Hay que
tomárselo en serio. El mal existe, hoy lo vemos patente en la pandemia que
estamos sufriendo, o en la fiebre de crueles atentados contra el ser humano,
desde antes de nacer. Y Dios no nos puede mandar ningún mal, porque es
contrario a su esencia que es Amor. Pero como el demonio puede tener tanto
poder, y por qué no lo elimina Dios. Esta es la cuestión. Dios creó a los
ángeles y los dotó de poder y libertad. Un ser libre puede optar por lo bueno o
por lo malo. Querer estar con Dios o contra Dios. Y hubo ángeles que haciendo
mal uso de su libertad optaron contra Dios. Y ¿por
qué Dios no los fulminó?, porque respeta esa libertad que nos ha dado a
los seres con alma e inteligencia. El demonio es muy poderoso, perol podemos
vencerlo con la Gracia de Dios.
Hace un tiempo que “El Confidencial” publicó
un interesante trabajo sobre el demonio. Traigo aquí esta larga cita por su
interés: Pietrelcina, sur de Italia, marzo de
2018. El Papa Francisco participa
en los actos conmemorativos en torno al 50 aniversario de la muerte del Padre Pio, ya santo. En italiano, el
Pontífice pregunta a los asistentes:
-“¿Vosotros creéis que el demonio existe?
Silencio
tímido en las gradas.
El Papa: ¡No os veo muy convencidos! Entonces se dirige al obispo de la zona, y le dice
en voz alta:
-“¡Vamos a tener que hacer una catequesis!”.
Repite
al pueblo: “¿Existe
o no existe?”.
El
público contesta que sí con algo más de entusiasmo. Y remarca Francisco: “Por supuesto que existe. Y está actuando. Va por
todas partes, se mete dentro de nosotros, nos atormenta, nos engaña. Y nosotros
tenemos miedo”.
A raíz de
esta iniciativa del Papa, el obispo de san Sebastián, José Ignacio Munilla, colgó varios
audios en su web haciendo catequesis sobre el demonio, y
arrancan contado esta preocupación del Papa Francisco por hablar de la fe con integridad. En
el primer podcast, Munilla enumera 17 intervenciones del santo Padre
en las que habla del demonio con claridad a mayores, medianos y niños desde el
30 de octubre de 2014 hasta el 1 de mayo de 2019. En estas palabras
seleccionadas se observa que la existencia del demonio es un tema que el Papa
lleva dentro, tan dentro que, incluso pocas horas después de salir a la Logia
de las Bendiciones el día de su elección, en las palabras que dirigió al
Cónclave que le acababa de elegir sucesor de Pedro, sorprendió a los cardenales
con la siguiente afirmación: “Cuando no se confiesa a Jesucristo, me viene a la memoria la frase
de Léon Bloy: ‘Quien no reza al Señor, reza al diablo’. Cuando no se
confiesa a Jesucristo, se confiesa la mundanidad del diablo, la mundanidad del
demonio”. Se oye el eco en la Capilla Sixtina durante un buen rato.
Solo esa afirmación podía encender sola la chimenea de la fumata blanca…
En
el primer audio de la catequesis de Munilla sobre el demonio se concreta el trasfondo de las
enseñanzas del Papa Francisco sobre
la presencia del demonio, aunque “a
esta generación y a otras muchas se les ha hecho creer que era un mito”,
que el diablo “no es una cosa difusa,
es un ser personal con quien no se puede dialogar”, y que su existencia
“no es un cuento de ancianos”.
El obispo de san Sebastián remarca la insistencia del Romano Pontífice en identificar al demonio con la guerra, la
codicia, la división, los celos, “con el terrorismo del chismorreo”, su empeño
por “destruir la unidad entre el hombre y la mujer”, sus promesas de mentira, y
un escudo invencible: “donde está la Virgen, no entra el diablo”.
Ni la insistencia del Papa, ni la catequesis de Munilla son acciones comunes en
la vida de la Iglesia contemporánea, donde los sacerdotes adolecen de la falta
de una formación específica sobre la acción del demonio en las personas, se elude el tema en los púlpitos, y muchos obispos ni siquiera han nombrado
exorcistas en sus diócesis: solo cerca del 25 por ciento de las iglesias
particulares ofrecen a sus fieles la ayuda de exorcistas en comunión con la
jerarquía diocesana.
En cualquier caso, la doctrina de la Iglesia está clara, y quizás se
manifieste de forma particularmente pedagógica en este documento publicado por la
Congregación para la Doctrina de la Fe y fechado en Roma el 26 de junio de
1975. El texto arranca así: “A lo largo
de los siglos la Iglesia ha reprobado las diversas formas de superstición, la
preocupación excesiva acerca de Satanás y de los demonios, los
diferentes tipos de culto y de apego morboso a estos espíritus; sería por esto
injusto afirmar que el cristianismo ha hecho de Satanás el argumento preferido
de su predicación, olvidándose del señorío universal de Cristo y transformando
la Buena Nueva del Señor resucitado en un mensaje de terror”.
Después, el estudio resalta la corriente que pone en duda la existencia
del demonio desde dentro de la Iglesia, y expone la claridad del Nuevo
Testamento, la doctrina de los Padres de la Iglesia y del Magisterio, hasta
concluir con este párrafo: “Es cierto que la realidad demoníaca, testificada
concretamente por aquello que llamamos el misterio del Mal, permanece todavía
hoy como un enigma que envuelve la vida cristiana. Nosotros no sabemos mucho
mejor que los apóstoles por qué el Señor lo permite, ni cómo lo usa para sus
designios; pero podría suceder que, en nuestra sociedad, prendada por el
horizontalismo secular, las explosiones inesperadas de este misterio ofrezcan
un sentido menos refractario a la comprensión. Estas obligan al hombre a mirar
más lejos, más alto, más allá de las evidencias inmediatas; a través de las
amenazas y de la prepotencia del mal, que impiden nuestro caminar, nos permiten
discernir la existencia de un más allá que hay que descifrar, y volvernos hacia
Cristo para escuchar de Él la Buena Nueva de la salvación ofrecida como gracia”. (“El demonio existe. Yo me lo encuentro con frecuencia” (elconfidencialdigital.com)
Personalmente puedo dar fe de haber tenido experiencias con posesos, en mayor o
menor grado. No eran enfermos mentales. Algún poder actuaba en ellos. Recuerdo
de una mujer joven que venía fuera de sí seguida de su pareja. Gritaba. Me dio
un ademan de odio un muñeco de “budú” horrible,
y sin mediar palabra se marchó corriendo perseguida por su pareja. Ya no supe
nada más sobre esta persona. Aquella noche quemé el muñeco, tal y como está
prescrito. Al día siguiente tuve que hacer frente a un problema serio me causó
a mí y a otros una gran preocupación. Hicimos oraciones de exorcismo y todo
pasó. Y otros episodios que prefiero guardarlos en mi memoria, y que me
afianzan en la verdad de fe de que el demonio existe.
La pandemia es obra del diablo. ¿Qué podemos hacer?
Desde la medicina lo que ya hace con verdadero heroísmo. Desde la fe
rezar a San Miguel Arcángel, y repetir con frecuencia las últimas palabras del
Padrenuestro: No nos dejes
caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén
Juan García Inza
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