Como lo oyen, este año me decidí a salir del closet. Después de ver a tantas personas que presumen sus “diversidades” y les aplauden y les dicen “que valientes”, etc. Me hice la pregunta ¿y por qué yo no? Así que tomé la decisión, este año el padre Álvaro saldría del closet.
Me decidí y saqué mi sotana del closet, a partir de enero empecé a usarla diariamente desde la mañana hasta antes de dormir. Así nomás a la brava, sin anuncios solemnes, sin darle muchas vueltas, sin dar explicaciones previas. Sin buscar alabanzas por ello y sin temerle a las burlas e insultos o miradas de extrañeza.
¿CUÁL FUE MI SORPRESA? MUCHAS
Primera: Nunca pensé que usar sotana diaria me pudiera hacer tan feliz como sacerdote. Me ha facilitado en la calle hacer tanto bien como no me hubiera podido imagina. He bendecido, aconsejado, ayudado, he confesado tantas personas con las cuales la confianza se dio por verme sotana.
Segunda: Para mi sorpresa, aun andando en lugares muy diversos como el centro comercial, el cine, restaurantes, pachangas, piñatas, tianguis, la zona de tolerancia del centro de la ciudad, la feria del libro, etc. Y habiéndome topado con todas las tribus urbanas habidas y por haber, en 5 meses no he recibido ningún insulto o falta de respeto por parte de nadie; aún gente abiertamente anticatólica. Lo triste de esto, la única burla seria que he recibido por usarla fue por parte de un sacerdote.
Tercera: Tristemente es tan poco habitual ya que el sacerdote diocesano use sotana negra que he sido confundido generalmente con religioso. En estos meses he sido confundido con: Franciscano, Agustino, Monje, Misionero, Seminarista, Caballero Jedi (no es broma), karateka, Dark, Maniquí (tampoco es broma). Y muchas veces también me han confundido con sacerdote, lo cual es bueno. Me hace pensar a que grado nos hemos secularizado que ya no se asocia al sacerdote diocesano a la sotana en la vida diaria.
Cuarta: Para ser una sociedad “antirreligiosa” es notable el número de personas que me pide la bendición, más cuando generalmente, una persona que me la pida de forma espontánea hace que los que están cerca me la pidan también.
En conclusión, estoy muy feliz de haber tomado esta decisión, cuando lo hice, pensé hacerlo por un año; pero ahora puedo afirmar que es algo que quiero hacer de manera estable. Me ayuda, me hace feliz, ayuda a las personas a hallar más fácilmente a un sacerdote y la gracia. Le recuerda aún a los alejados que Dios sigue rondando por el mundo; me recuerda constantemente que donde ande represento a Jesús y su Esposa la Iglesia.
Me recuerda que la maldad se sabe disfrazar de “ángel de luz”, es decir: ni los raros de la feria del libro y de la misión dragón les he visto el odio y desprecio en los ojos que le veo a los testigos de jehová y a los cristianos cuando ven un sacerdote. Al contrario, muchos se han acercado a tener diálogos interesantes. Hasta los malvivientes del centro se han acercado con respeto a pedirme la bendición. Es curioso ver de dónde brota más el odio. El que tenga oídos que entienda.
Además, me recuerda que quiero un día llegar a ser Santo: ¿Imagino a san Juan Bosco, a San Ignacio de Loyola, a Francisco Javier, San Felipe Neri, Santo Tomás de Aquino, ¿a San Francisco de Asís sin su sotana o habito? No; ¿Quiero ser santo? Si, por lo tanto, es bueno usar la sotana.
Por último, no me voy a dar aires de grandeza por usar sotana diaria. No me hace en automático ni más grande ni más santo que los demás sacerdotes. Pero me ayuda enormemente, invito a los demás padres a que sean valientes, saquen su sotana del closet, úsenla más seguido y verán el bien que se hacen a sí mismos y a las almas. No van a lamentarlo.
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