sábado, 6 de febrero de 2021

EL OBISPO KOHLGRAF DE MAINZ QUIERE QUE LA IGLESIA «REEVALUE DE LA HOMOSEXUALIDAD»

PERO RECHAZA EL «MATRIMONIO SACRAMENTAL»

Mons. Kohlgraf se interroga sobre la redacción del «Catecismo de la Iglesia Católica» y declaró que en su diócesis hay «bendición» para parejas homosexuales y no piensa intervenir.

(Kath.net/InfoCatólica) El obispo de Mainz, Peter Kohlgraf, se ha opuesto a la enseñanza de la iglesia esta semana y quiere que la Iglesia Católica «reevalúe la homosexualidad». En el periódico de la iglesia de Mainz «Glaube und Leben» (Fe y vida) admitió que obviamente ya se están llevando a cabo muchas celebraciones de bendición para estas parejas en su diócesis, aunque estas a menudo violan «el orden de la iglesia», pero reconoce que no quiere intervenir. Kohlgraf dijo que la iglesia no podía ignorar el «conocimiento de las ciencias» sobre el tema. Luego, el obispo llegó a afirmar que para él la homosexualidad era «una variante en la diversidad de la creación».

El obispo rechaza de facto el requisito del catecismo de que los homosexuales deben vivir castos, «creo que pocos perciben esta exigencia como discreta y respetuosa, porque -como también señala el Catecismo- esta inclinación no es auto-elegida»

RECHAZO DEL «MATRIMONIO HOMOSEXUAL»

Arguyó que es tarea de la Iglesia acompañar a las personas y no juzgarlas: «Un buen número de personas que se sienten homosexuales pertenecen a la Iglesia y son realmente piadosas en el mejor sentido de la palabra». Al mismo tiempo, Kohlgraf rechazó el matrimonio por la iglesia de parejas del mismo sexo:

«La Biblia realiza declaraciones claras para la evaluación de la sexualidad humana de nuestra iglesia. El matrimonio sacramental es la conexión entre el hombre y la mujer, también con la apertura a la descendencia. Eso es lo que defiendo como obispo católico»

Además, afirmó, que las ceremonias de bendición no deben parecerse a una ceremonia de boda.

¿QUÉ DICE LA IGLESIA SOBRE EL TEMA?

Catecismo de la Iglesia Católica

2358 Un número apreciable de hombres y mujeres presentan tendencias homosexuales profundamente arraigadas. Esta inclinación, objetivamente desordenada, constituye para la mayoría de ellos una auténtica prueba. Deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza. Se evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta. Estas personas están llamadas a realizar la voluntad de Dios en su vida, y, si son cristianas, a unir al sacrificio de la cruz del Señor las dificultades que pueden encontrar a causa de su condición.

2359 Las personas homosexuales están llamadas a la castidad. Mediante virtudes de dominio de sí mismo que eduquen la libertad interior, y a veces mediante el apoyo de una amistad desinteresada, de la oración y la gracia sacramental, pueden y deben acercarse gradual y resueltamente a la perfección cristiana.

CARTA A LOS OBISPOS DE LA IGLESIA CATÓLICA SOBRE LA ATENCIÓN PASTORAL A LAS PERSONAS HOMOSEXUALES

7. La Iglesia, obediente al Señor que la ha fundado y la ha enriquecido con el don de la vida sacramental, celebra en el sacramento del matrimonio el designio divino de la unión del hombre y de la mujer, unión de amor y capaz de dar vida. Sólo en la relación conyugal puede ser moralmente recto el uso de la facultad sexual. Por consiguiente, una persona que se comporta de manera homosexual obra inmoralmente.

Optar por una actividad sexual con una persona del mismo sexo equivale a anular el rico simbolismo y el significado, para no hablar de los fines, del designio del Creador en relación con la realidad sexual. La actividad homosexual no expresa una unión complementaria, capaz de transmitir la vida, y por lo tanto contradice la vocación a una existencia vivida en esa forma de auto-donación que, según el Evangelio, es la esencia misma de la vida cristiana. Esto no significa que las personas homosexuales no sean a menudo generosas y no se donen a sí mismas, pero cuando se empeñan en una actividad homosexual refuerzan dentro de ellas una inclinación sexual desordenada, en sí misma caracterizada por la auto-complacencia.

Como sucede en cualquier otro desorden moral, la actividad homosexual impide la propia realización y felicidad porque es contraria a la sabiduría creadora de Dios. La Iglesia, cuando rechaza las doctrinas erróneas en relación con la homosexualidad, no limita sino que más bien defiende la libertad y la dignidad de la persona, entendidas de modo realístico y auténtico.

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