Es como una cantinela que servidor repite en cuanto tiene la posibilidad: “el que pretende quedar bien con todo el mundo acaba llevándose mal con todos”. Hay gente experta en nadar entre dos aguas. Lo malo es que al principio uno observa a ver por dónde, luego arruga el entrecejo y termina por concluir que ni a por una herencia.
El último ejemplo lo tenemos
con la modificación del canon 230 § 1 según la cual ya no
es imprescindible ser varón para recibir los ministerios laicales de lector y
acólito. ¿Cuáles han sido las reacciones?
Para
mucha gente ninguna. Son simples pasotas del
derecho que van a misa, mantienen una relación con la Iglesia sin
complicaciones y si lo cambian que lo cambien. Los católicos que
en forma de caricatura podrían denominarse “conservadores” no están nada
contentos. Entienden
que esto no es otra cosa que un primer resquicio para ir colando poco a poco el
sacerdocio femenino, y que como no se atreven a decirlo públicamente, lo van
dejando caer con estos pequeños gestos. Y el caso es que oficialmente no se ha
dicho nada. No se habla de sacramentos sino de una simple institución de
ministerios. Es decir, del todo irreprochable. Pero… no huele bien.
Podría
pensarse que los partidarios del sacerdocio de la mujer estarían contentos ante lo que podría
interpretarse como un guiño del santo padre ante sus reivindicaciones. Parece
que tampoco. Vale
que mejor eso que nada, pero dicen que la cosa se queda muy corta y que echan en falta un gesto más profético
y rompedor de su santidad.
La
ambigüedad como forma de estar ante la gente nunca fue cosa buena. Acordémonos
de lo que pasó con Amoris laetitia y la cuestión que más tinta ha derramado
como es si los divorciados vueltos a casar pueden tener acceso a los
sacramentos. Lo más seguro es que quién sabe y que depende de
alguna dependencia. Las dubia pretendiendo clarificar las tremendas
oscuridades siguen en la dubia.
Podríamos
seguir con otras cuestiones. Por ejemplo, todo lo
concerniente a la consideración de la homosexualidad desde la antropología y de
las prácticas homosexuales según la tradición y la moral cristianas. O tal vez
el problema de la comunión eucarística a no católicos. La impresión de
un nadar constantemente entre dos aguas no nos abandona. El caso es que nadie puede decir
que se esté legitimando cosa alguna contra el magisterio, y a la vez se
consienten voces, algunas muy autorizadas, que expresan públicamente lo
contario.
Mal
negocio que unos y otros estén molestos. Juego no menos vil que las
siete y media según escribió don Pedro Muñoz Seca en “La
venganza de don Mendo”:
…Y un juego vil que
no hay que jugarlo a ciegas, pues juegas cien veces, mil, y de las mil, ves
febril
Que o te pasas o
no llegas.
Y el no llegar
da dolor, pues indica que mal tasas y eres del otro deudor.
Mas ¡ay de ti si
te pasas!
¡Si te pasas es
peor!
Pues eso. Que o te
pasas o no llegas. Nadie contento. Mal negocio.
Jorge Gonzalez
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