Charles
Maung Bo, de Myanmar, apuntó contra el Partido Comunista Chino por
negligencias, ocultamiento de información, silenciamiento de disidentes, y sus
políticas represivas.
A medida que las cifras del nuevo
coronavirus continúan en alza, y mientras los gobiernos de todos los países del
mundo ensayan respuestas para proteger a sus poblaciones de la pandemia, no han sido pocos quienes comenzaron a cuestionar la gestión de China
sobre la enfermedad.
El gigante asiático, donde surgió
originalmente el COVID-19, fue ahora objeto de una fuerte
crítica por parte del arzobispo de la capital de Myanmar. Charles Maung Bo. De acuerdo con un artículo de Sandro
Magister, se trata de una crítica “muy severa y
detallada", en la que se expone la
culpabilidad del régimen chino en la expansión de la epidemia del coronavirus
cuyas “mentiras y propaganda han puesto en peligro a millones de vidas en todo
el mundo”.
En efecto, abunda el escepticismo en torno a las cifras de China,
alimentado por la forma en que el gobierno chino trató de evitar la propagación
de datos alarmantes en los primeros días y por una desconfianza generalizada en
el gobierno. Las largas colas de gente que quería recoger
las cenizas de sus seres queridos en las casas funerarias la semana pasada
revivieron el debate.
“En mi
país, Myanmar, somos extremadamente vulnerables. Fronterizo con China, donde el COVID-19 comenzó,
somos un país pobre, sin los recursos sanitarios y sociales que tienen la
mayoría de los países desarrollados. Cientos de miles de personas en Myanmar
fueron desplazados por el conflictos, viven en campos dentro del país o en las
fronteras sin condiciones sanitarias, medicinas o cuidados", explica Maung Bo, graficando la situación de su país, en la columna
difundida en español por Magister.
Y, pese a que el
arzobispo -que fue convertido en cardenal por el papa Francisco en el año 2015-
afirma que son varios los gobiernos que están en la mira por su manejo de la
epidemia, señala que hay un gobierno que es el principal responsable: el chino.
"Cuando el
virus apareció las autoridades chinas ocultaron la noticia. En
lugar de proteger a la población y apoyar a los médicos, el Partido Comunista
Chino silenció a los denunciantes. Peor que eso, los médicos que intentaron dar
la voz de alarma, como el doctor Li Wenliang del Hospital Central de Wuhan que
advirtió a sus médicos el 30 de diciembre, recibieron la orden de la policía de
‘dejar de hacer comentarios falsos’, denuncia el religioso.
Además, Maung Bo
enumera: no son solo los médicos; jóvenes periodistas, expertos jurídicos,
blogueros, disidentes y activistas. “La conducta del PCCh es índice de su
naturaleza cada vez más represiva. En los últimos años hemos asistido a una
intensa represión contra la libertad de expresión en China”.
Aunque no hay datos que revelen
que el Partido Comunista no está dando las cifras reales, sobran las razones para pensar que más gente puede haber
muerto por el COVID-19 que la que reflejan las cifras oficiales, que eran de
3.326 fallecidos hasta mediados de esta semana. Lo mismo se puede decir del total de
contagios, que es de poco más de 80 mil casos.
Además, señalan los
expertos, quienes fallecieron antes de someterse a pruebas no
figuran en la lista oficial. Y no está claro cuántos fueron. Un médico no
identificado declaró a la revista china Xaixin que la cifra de muertes de
personas que se sospecha tenían el virus fue casi tan alta como la de muertes
por casos confirmados durante un período de 20 días. Mucha gente murió
en su casa, sin ser examinada, porque los hospitales no tenían suficientes
camas para admitirlos.
Sobre este tema, Maung Bo añade: “Además de todo esto, existe la profunda preocupación de
que las estadísticas oficiales del régimen chino minimicen significativamente
la magnitud de la infección en China. Al mismo tiempo, el PCCh ha acusado al
ejército de Estados Unidos de haber provocado la pandemia. Las mentiras y la
propaganda han puesto en peligro millones de vidas en todo el mundo”.
En las dos últimas semanas casi
no se reportaron nuevos casos en Wuhan. Es un descenso notable en una ciudad
que registraba miles de casos nuevos diariamente hasta mediados de febrero y
cientos a principios de marzo. Pero es que China decidió
tempranamente dejar de incluir en su cuenta a quienes daban positivo en las
pruebas pero no tenían síntoma alguno.
A man wearing protective gear walks by the Yangtze
river in Wuhan, Hubei province, as China holds a national mourning for those
who died of the coronavirus disease (COVID-19), on the Qingming tomb-sweeping
festival, April 4, 2020. REUTERS/Aly Song
Y aunque aclara que el
responsable “no el pueblo de China, y nadie debe
responder a esta crisis con odio racial hacia los chinos”, explica: “Debido a su
inhumana e irresponsable gestión del coronavirus, el PCCh ha confirmado, como
muchos pensaban, que es una amenaza para el mundo”.
Entre los planteos de su columna,
Maung Bo asegura que Xi Jinping y el
Partido Comunista Chino deben una disculpa y hasta una compensación por la
destrucción que ha causado. “Como
mínimo, debe cancelar la deuda de otros países para hacer frente al costo del
Covid-19. Por el bien de nuestra humanidad común, no debemos tener miedo a que
este régimen rinda cuentas”, propone.
La desconfianza no responde solo
a la actitud del PCCh ante la epidemia. Las autoridades
tienen un largo historial de mentiras y de supresión de la información sobre
desastres industriales y naturales, productos tóxicos y crisis de salud. Investigadores del exterior dudan
también de los informes sobre la economía china, que revelan un crecimiento
inusualmente constante para un país en desarrollo. La economía podría ser un
21% más pequeña que lo que refleja la información oficial, de acuerdo con un
estudio del 2018 de Yingyao Hu y Jiaxiong Yao, de la Universidad Johns Hopkins.
China continental (sin contar
Hong Kong y Macao), registraba este sábado un total de 81.639 personas contagiadas, de las que 3.326 murieron y 76.755 sanaron totalmente. En las últimas 24 horas se han registrado 19 nuevos
casos y 4 fallecimientos.
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