«Posibilidad
significativa de que una persona inocente haya sido condenada»
El Tribunal
Supremo australiano ha declarado inocente al cardenal George Pell, anulando por
unanimidad la decisión del Tribunal de Victoria de rechazar la apelación del
cardenal contra la sentencia que le condenó a seis años de cárcel por abuso de
menores. El purpurado australiano, de 78 años de edad, ha abandonado ya la
prisión de máxima seguridad de Barwon.
(Agencias) En un fallo que
no puede ser recurrido, el pleno de los magistrados del Tribunal Superior de
Australia consideró que existió «una posibilidad significativa de que una persona
inocente haya sido condenada porque las pruebas no establecieron la
culpabilidad con el nivel de prueba requerido».
En un comunicado
hecho público tras el fallo judicial, y una vez abandonada la cárcel de máxima
seguridad a la que había sido trasladado en enero, el cardenal ha pedido que su
absolución no añada más «dolor y amargura» a la que ya sienten las víctimas de
abusos sexuales.
«He mantenido de
forma consistente mi inocencia mientras sufrí una grave injusticia y esto ha sido resuelto
por la decisión unánime del Tribunal Superior», dijo Pell en un comunicado en
el que señaló que no le guarda rencor a la persona que lo demandó.
El ex
responsable de las Finanzas del Vaticano remarcó que su proceso se centró en los
crímenes que le atribuyeron y que no cometió, y no se trató de «un
referendo sobre la Iglesia Católica ni cómo las autoridades eclesiásticas en
Australia abordaron los crímenes de pedofilia dentro de la Iglesia».
LA DUDA RAZONABLE
El equipo de
abogados de Pell, liderado por Bret Walker, argumentó que la decisión de los jueces del Tribunal Superior del estado
de Victoria, que ratificaron el pasado mes de agosto el fallo de un
jurado popular, no iba más allá de toda duda razonable.
Según la
defensa, los dos jueces que ratificaron la condena (mientras otro optó por
anularla) cometieron
un error al requerir que Pell demostrara su inocencia frente a los
delitos que se le atribuyen.
El Tribunal
Superior consideró, además, que el jurado «debería haber dudado sobre la
culpabilidad del demandado con respecto a cada uno de los delitos por los que
fue condenado».
Durante todo el
proceso, que ha durado años, parecía evidente la inconsistencia del relato de
la supuesta víctima del cardenal, a quien acusó de cometer los abusos en una situación
y un lugar -la sacristía de la catedral de Melbourne tras acabar una Misa- que
hacía prácticamente
imposible que los hechos hubieran sucedido sin que los
vieran los más de 20 testigos presentes en el lugar que presentó la defensa. A
pesar de que la fiscalía no puso en cuestión sus testimonios, asegurando que en ningún
momento el cardenal estuvo a solas con la supuesta víctima, el jurado
decidió condenarle en base solo a la declaración del demandante.
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