Con esto de la pandemia, confinamiento, Misas y
liturgia por Internet, Facebook, canales de Youtube, TV, etc., se ven muchas
cosas, y no todas fieles a la liturgia precisamente. Tal vez por falta de
formación, porque nunca lo enseñaron bien en Seminarios, Juniorados o clases de
liturgia, o porque imitan lo que han visto en otros sitios, sin saber si está
bien o mal, simplemente imitan porque les gustó o les pareció novedoso.
-LA SEDE:
La sede es
un elemento obligatorio en el Misal actual: y desde la sede se comienza la Misa
y se realizan los ritos iniciales. El diácono, o un acólito, presenta el libro
al sacerdote, y si no hay ministro, se coloca un atril discretísimo, sin paños
ni adornos, para sujetarlo. Pero la Misa no se comienza en el altar, ni los
ritos iniciales (saludo, acto penitencial, Gloria, Oración colecta) se hacen
desde el altar. No, simplemente no. El sacerdote va a la
sede. ¡La sede! También desde la sede haría
la homilía (aunque es verdad que se permite hacerla desde el ambón) y en la
sede dirigiría la oración de los fieles y los ritos finales de la Misa.
Repetimos: La Misa no se comienza desde el altar, los ritos iniciales no se hacen en el altar. Se va a la sede. Baste
leer el Ordo Missae: “Cuando llega al altar,
habiendo hecho con los ministros una inclinación profunda, venera el altar con
un beso y, si es oportuno, inciensa la cruz y el altar. Después se dirige con
los ministros a la sede. Terminado el canto de entrada, el sacerdote y los
fieles, de pie, se santiguan con la señal de la cruz, mientras el sacerdote,
vuelto hacia el pueblo, dice: En el nombre del Padre…”
La sede tiene su significado: es Cristo Cabeza presidiendo la Iglesia que es su Cuerpo.
Por eso es un lugar litúrgico significativo que merece ser respetado. Dígase lo
mismo en las capillas u oratorios de religiosos. Quien preside la Santa Misa,
no es uno más –como pueda serlo en Capítulo o en el Refectorio, limpiando los
pasillos o poniendo una lavadora, etc.- sino signo de Cristo, actuando in
persona Christi, con casulla, y tiene una sede propia, no se sienta en sitios
iguales que el resto de sus hermanos frailes –sean o no ordenados-.
-LA SANTA CRUZ:
En el Oficio de
la Pasión del Señor, el Viernes Santo, la segunda parte de la liturgia es la
adoración de la Santa Cruz. Su fuerza pedagógica, visual, está en que ahora se
trae la cruz desde la sacristía, velada, o desvelada desde el fondo del templo:
la trae el diácono con dos acólitos que portan
cirios, o el sacerdote, si no hay diácono, u otro ministro idóneo, dicen las
rúbricas del Misal. Pero no está desnuda y presidiendo desde el
principio en el centro del presbiterio: ¿qué diferencia habría con
los demás días en que debe presidir el Crucifijo bien visible, cerca o sobre el
altar?
Al desvelar la Cruz, o en la procesión desde el fondo de la iglesia, a cada
invocación: “Mirad el árbol de la cruz… Venid a
adorarlo”, hay una pausa adorante, y
todos se ponen de rodillas. “Todos responden: Venid a adorarlo, y
acabado el canto se arrodillan y adoran en silencio, durante unos momentos, la
cruz, que el sacerdote, de pie, mantiene en alto”. ¡Es un gran signo de
adoración silenciosa ante el Misterio del Señor Crucificado! ¡Qué pena cuando
se omiten esas tres postraciones y apenas hay ni pausas ni silencio que den
relieve a la mostración de la Cruz!
-EL CIRIO PASCUAL.
Es el signo de Cristo mismo Resucitado, Señor y Dueño de la historia, en cuya
mano están el poder y la fuerza. Es un cirio hermoso, relativamente grande, y
donde destaca –y el sacerdote lo signará en el rito del lucernario- una cruz con la fecha del año
en curso, el Alfa y la Omega, y, si se quiere, los cinco granos de incienso.
Eso es lo que debe destacar en el cirio pascual.
POR EJEMPLO, LOS
SIGUIENTES CIRIOS DE ESTA IMAGEN:
¿SE PUEDE PINTAR O DECORAR EL
CIRIO PASCUAL?
Nada hay que lo prohíba. Pero
no se puede convertir simplemente en un cirio más gordo pintado de arriba abajo
con iconos, o lemas y frases, o con el paisaje del pueblo, o la imagen del
santo Fundador de la Orden, o…. que desplazan la cruz con el año que ni
siquiera se ve, o se pinta pequeña en la parte posterior, etc. Hace falta
mesura, buen gusto, criterio litúrgico con el cirio pascual. La creatividad
pintando cirios se podría emplear en pintar otros cirios más normales,
delgados, que sirvan para el presbiterio y el altar. Pero habremos de respetar
el sentido del cirio pascual, un sentido puramente cristológico.
Recordemos también el sitio del cirio pascual: junto al ambón, o también se
permite, aunque tiene poco sentido, que esté junto al altar. Ni en medio
del presbiterio, ni al otro lado del presbiterio en simetría con el ambón ni en
medio del crucero de la iglesia… Su lugar tradicional es junto al ambón, porque
es el Resucitado iluminando las Escrituras, revelando su sentido cristológico.
Se encenderá para la Misa, para las Laudes y las Vísperas de cada día de la cincuentena
pascual. Después de las II Vísperas de Pentecostés, se retira el cirio pascual
al baptisterio, y sólo se encenderá durante el resto del año para el sacramento
del bautismo y para el rito exequial (no para las Confirmaciones, o para Bodas,
o para Primeras Misas, o para profesiones religiosas…). A veces, para
solemnizar algún rito, encendemos también el cirio pascual y lo colocamos en el
presbiterio fuera de Pascua: ¿no nos damos cuenta
de que es cirio pascual, para la Pascua, y fuera de la Pascua tiene un uso
litúrgico muy restringido?
Javier Sánchez
Martínez
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