Huir
del dolor no tiene sentido. Es casi como huir del amar. El
dolor llega a nuestras vidas tarde o temprano, en distintos momentos, en
distintas intensidades. Desde pequeños podemos experimentarlo. No hay edad en
la que el dolor esté ausente. El dolor es un misterio propio de lo humano.
Hay
momentos en que el dolor es intenso, y nos cuesta enfrentarlo. Llega por cuestiones o
circunstancias internas propias de nuestra vida. Pero también llega por
factores externos, inesperados que nos toman por sorpresa.
Un terremoto, una crisis
económica, una pandemia. Experimentamos circunstancias para
las que no estamos preparados. La incertidumbre llega y
pareciera que nos encontráramos en un callejón sin salida.
Los momentos de
dolor no son para escuchar sermones. Nos encontramos
necesitados de consuelo, de compañía, un lugar donde descansar nuestras penas y
reponer fuerzas para enfrentar.
Es
ahora cuando el consuelo espiritual cobra una relevancia aún más grande. ¿Cómo accedemos
a él?, ¿es siempre cercano?, ¿pero si yo nunca he recurrido a Dios? Aquí te compartimos algunas
claves para entender un poco más sobre el consuelo espiritual. Entenderás que es un regalo al que podemos acceder todos.
1. TODOS NECESITAMOS CONSUELO ESPIRITUAL
Entender que todos necesitamos
de consuelo es un buen punto de partida. Necesitarte consolado no significa que
seas débil por definición. Significa que eres humano y que
definitivamente no lo puedes todo.
Que amas, que las cosas te
duelen. Que a veces (muchas) te sientes perdido y necesitas a alguien que no
solo te muestre el camino, sino que te acompañe a lo largo. Caminar solo
durante toda la vida es imposible. Estamos hechos para vivir en comunidad,
juntos.
¡Cómo extrañamos
el afecto y la compañía en estos momentos! Tienes necesidad de otro. Un «otro» en
el que puedas descansar confiado. Entendiendo esto verás cómo todo va haciendo
sentido.
2. VER A CRISTO COMO UN AMIGO
Cristo es esa persona
incondicional. Y no está allá lejos, Él sabe lo que sientes. Ha vivido los
dolores más grandes. Ha
sufrido miedo, traición, soledad, muerte. Cristo ha dado su propia vida, hasta
la última gota de sangre. Es verdadero Dios y verdadero hombre. Conoce tus luchas mejor que nadie.
Él vive. Míralo como lo que
es, el gran amigo que tienes, el verdadero. Aquel que entregó la vida por ti,
con nombre y apellido. Mira a Cristo como un amigo,
aquel con quien puedes hablar sin poses, sin ocultar nada. Con total soltura, con la confianza con la que siempre has
soñado al hablar con alguien.
3. SABER QUE DIOS TE HA CREADO EN LIBERTAD
Dios te ha creado en libertad.
Si manejara todo a su antojo no seríamos hijos, seríamos esclavos a su merced. ¿Difícil de entender? Nos hizo libres. No hay amor
más grande que ese. Tenemos la libertad de amarlo o
no.
Y acércanos a Él y dejarnos
llenar de su amor es lo mejor que podremos hacer por nuestra vida. Dios llama,
no obliga. El solo pronunciar su nombre, «Dios
mío», atreverte a llamarlo, es el primer paso para una historia de amor
interminable.
A veces solo falta un pequeño
empujón para acercarnos a Él, y recordando que estamos para ayudarnos te
recomiendo el pack de conferencias online «Consuelo espiritual».
¡A mí me sirvió mucho! Estoy segura de que te ayudará a ti también, en
especial durante este tiempo de incertidumbre.
4. LA FE ES UN DON QUE SE OTORGA, PERO TAMBIÉN SE
PIDE
«Dios
mío yo creo, pero aumenta mi fe», esa jaculatoria que muchas
veces decimos sin pensar es un arma tan poderosa. La fe es un don de Dios, pero
es necesario pedírsela cada día más. Como el pan que pedimos cada día, como el
agua que necesitamos para vivir.
Así la fe es necesaria para
poder experimentar con mayor hondura la presencia de Dios. Una presencia real
que no te va a llenar de sermones en momentos de dolor, sino de compañía y
consuelo. Déjalo entrar.
5. DISFRUTA SU COMPAÑÍA
Dios no es algo grave, ni
aburrido. No es un lugar solo, no es una lejanía, Dios es la plenitud, es un
gozo casi inexplicable. Una dulzura constante, una delicadeza y ternura hechas
a tu medida. Porque Dios no nos ama en bloque, Dios nos ama de
manera personal.
Te conoce y sabe el tipo de
consuelo que necesitas. Sabe lo que tu corazón anhela. Aunque testigos del amor
y consuelo de Dios, Dios no es solo para los santos. Dios es la plenitud para
todos y de una forma personal y única para cada uno. Ese consuelo que
tu espíritu anhela es algo cercano, posible y concreto.
Escrito por Silvana Ramos
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