En estos días de
pandemia en donde el miedo y la incertidumbre parecerían reinar el mundo,
conviene recordar que estos episodios no son nuevos. Muchos santos anteriormente ya
nos han dado ejemplo de profunda fe en las tribulaciones causadas por crisis de
salud.
Una de ellas es santa Teresita, quien vivió circunstancias muy
similares en su convento durante la epidemia de gripe que asoló toda Europa en
1580. Durante este tiempo, santa Teresita enferma casi siempre y sin embargo de
milagrosa resistencia, perdió a muchos de sus seres más queridos.
El fragmento que te
compartimos a continuación hace parte de su libro «Historia de un Alma».
RELATO DE SANTA TERESITA
En el monasterio, ella era una
de las más jóvenes y, por ende, tuvo que cuidar de las más enfermas. Aun así,
ella misma cuenta cómo todas vivieron esta epidemia con espíritu de fe. Te compartimos su propio relato:
«Un mes después
de la partida de la santa Madre, se declaró la gripe en la comunidad. Solo
otras dos hermanas y yo quedamos en pie. Nunca podré expresar todo lo que vi, y
lo que me pareció la vida y todo lo que es pasajero…
El día que cumplí 19 años, lo
festejamos con una muerte, a la que pronto siguieron otras dos. En esa época,
yo estaba sola en la sacristía, por estar muy gravemente enferma mi primera de
oficio. Yo tenía que preparar los entierros, abrir las rejas del coro para la
misa, etc.
Dios me dio muchas gracias de
fortaleza en aquellos momentos. Ahora me pregunto cómo pude hacer todo lo que
hice sin sentir miedo. La muerte reinaba por doquier. (…) Pero en medio de
aquel abandono, yo sentía que Dios velaba por nosotras.
Las moribundas pasaban sin
esfuerzo a mejor vida, y enseguida de morir se extendía sobre sus rostros una
expresión de alegría y de paz, como si estuviesen durmiendo un dulce sueño. Y
así era en realidad, pues, cuando haya pasado la apariencia de este mundo, se
despertarán para gozar eternamente de las delicias reservadas para los
elegidos….
Durante todo el tiempo que
duró esta prueba de la comunidad, yo tuve el inefable consuelo de recibir todos
los días la sagrada comunión. ¡Jesús me mimó mucho
tiempo!
¡CONFIANZA EN DIOS!
Así que, hermano y hermana,
siguiendo el ejemplo de santa Teresita, que nada nos robe la fe en Cristo. Este
período de guardar que vivimos por la pandemia, nos está dando la oportunidad
de valuar lo que verdaderamente es valioso, lo que trasciende.
Tomemos las precauciones
necesarias y sobre todo, cuidemos nuestra alma.
Acerquémonos a la misa bajo los medios que se nos facilitan, asistamos a ella a
través de algún canal de televisión o de Internet. Y no olvidemos permanecer en
estado de gracia y recibir la comunión, aún cuando esta sea espiritual.
Promovamos que la caridad,
la oración y el amor al prójimo sea el estandarte que nos defina. Recuerda,
Dios está con nosotros. ¡Oremos juntos!
Escrito por Myriam Ponce
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