Concluye su análisis sobre el Instrumentum Laboris
del Sínodo
El cardenal
Jorge Urosa, arzobispo emérito de Caracas, ha publicado la tercera y última
parte de su artículo sobre el Instrumentum Laboris del Sínodo para la Amazonia.
Se manifiesta en contra de ordenar a los viri probati -hombres casados- en la
región amazónica
(InfoCatólica) El cardenal venezolano indica
que «llama la atención que las respuestas e
indicaciones de las consultas hechas a los fieles de la Amazonia hablan poco de
la situación específicamente religiosa, pastoral, eclesial, de las misiones
amazónicas».
SINCRETISMO
INACEPTABLE
Igualmente señala que cuando el IL pide «reconocer la espiritualidad indígena como fuente de riqueza para la experiencia cristiana»,
usa «expresiones que para quienes no conocemos su sentido, parecen muy
extrañas y ajenas a la fe católica sobre la realidad creada y su
relación con el ser humano. Y parecieran evocar una especie de sincretismo
cristiano-animista. Eso sería inaceptable».
LA AUTORIDAD, Y EL
SACRAMENTO DEL ORDEN
El purpurado advierte que el
IL, al abordar la cuestión de las funciones relacionadas con la jurisdicción
propiamente eclesial, parece que propone que «puedan ser ejercidas en las comunidades
indígenas por personas diversas, no
sacramentalmente ordenadas», y
advierte que «las facultades religiosas,
espirituales y pastorales de Obispos y presbíteros, no son funciones diversas
de un operador pastoral, de un «funcionario». Son la expresión del Ministerio y
Oficio (Munus) sacerdotal del Obispo y presbítero, configurados estos a Cristo
sumo y eterno sacerdote por el sacramento del orden».
ORDENACIÓN DE
MUJERES Y VARONES CASADOS
El cardenal Urosa recuerda que
la posible ordenación de mujeres ha sido zanjada definitivamente por la
Iglesia. En cuanto a la de los viri probati, hombres casados, plantea:
«Está claro que
el tema de ordenar ancianos casados es asunto de disciplina, de conveniencia
religiosa y pastoral, y requiere sopesar pros y contras. No es un dogma de fe.
Sin duda se podría ordenarlos. Pero habría que pensar qué tipo de sacerdotes
serían. ¿Unos de segunda clase? ¿Semejantes a los famosos «curas de misa y
olla» del pasado? ¿Cómo se prepararían? Los diáconos permanentes requieren una
preparación seria, generalmente de al menos 4 años. Y luego no andan solos.
Generalmente actúan colaborando con algún obispo o algún presbítero. Cómo sería
esa preparación? ¿Y cuál sería su ministerio, simplemente celebrar los
sacramentos? De quien dependerían, es decir, quien sería su inmediato superior?
¿No habría conflictos entre estos sacerdotes
ancianos-solo-sacramentalistas, y los párrocos o vicarios episcopales? Cómo
sería su régimen económico o administrativo, es decir, quien los sostendría en
diócesis o Vicariatos misioneros de suma pobreza?»
Y luego añade:
«Hay muchas
interrogantes serias sobre la ordenación de esos buenos ancianos casados.
Y tal vez no resolvería los problemas de la situación actual. Yo
no la veo conveniente ni útil».
En cuanto a la propuesta de
dar «un ministerio oficial para la mujer», el cardenal constata que «actualmente en toda la Iglesia la mujer ya
ejerce diversos ministerios:
lectoras, servidoras del altar en la Eucaristía, ministras extraordinarias de
la Comunión, catequistas» y recuerda que el Papa acaba de pronunciarse
en contra del «diaconado femenino».
Al arzobispo emérito de
Caracas concluye afirmando que «este Sínodo deberá acoger
las fortalezas del Instrumentum Laboris, y superar necesariamente sus fallas y
omisiones, para impulsar una labor cada vez más evangelizadora y
revitalizadora de la Iglesia, no solo en Amazonas, sino en el mundo entero».
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