El Cardenal Jorge Urosa Savino, Arzobispo Emérito
de Caracas (Venezuela), envió a ACI Prensa un nuevo artículo en el marco del
Sínodo de la Amazonía titulado “La misión fundamental de la Iglesia: Anunciar
con entusiasmo a Jesús, Salvador”.
El texto enviado este 21 de octubre es la cuarta entrega del Cardenal en
el marco del Sínodo Amazónico que se realiza en el Vaticano hasta el día 27.
“Sin duda, la misión fundamental de la Iglesia es
anunciar a Jesucristo. Este punto ha sido acertadamente puesto de relieve por
uno de los círculos menores. Y muy bien que lo hayan indicado. Se trata del
centro de la misión de la Iglesia. Todos los otros temas: el ecológico, el
social, el cultural, incluso el pastoral de los ministerios, la organización y
la autoridad en la Iglesia son importantes pero secundarios”, afirma el Cardenal en su nuevo texto.
“En esta línea también habrá que enfocar bien el
posible rito amazónico–indígena que pueda sugerir el Sínodo. En la Iglesia hay
muchos ritos. Por supuesto habrá que prepararlo bien. Y claro que ese posible
rito amazónico deberá evitar cualquier tipo de extraño e indebido sincretismo”,
destaca el Purpurado venezolano.
En su primer artículo, enviado a ACI Prensa el 24 de septiembre, el Cardenal
Urosa señaló los pros y contras del Documento de trabajo del Sínodo,
en el segundo texto del sábado 28 llamó a los padres sinodales a dar propuestas
evangélicas explícitas para la Amazonía, y el análisis publicado el 1 de octubre, el
Cardenal Urosa advierte que la ordenación de
hombres casados, los llamados viri probati, no es conveniente ni útil.
El Purpurado también envió a ACI Prensa una declaración en la que
explicó que espera que el Sínodo efectivamente aliente un “nuevo impulso a la vida de la Iglesia en Amazonia. En la
línea del magnífico documento de Aparecida, que debería ser tenido en cuenta
por los padres sinodales. Muy importante: un análisis del
Instrumento laboris no es para atacar al Sínodo, ¡sino para contribuir a que
salga bien!”.
A continuación, el cuarto artículo completo del Cardenal Jorge Urosa
Savino:
LA MISION FUNDAMENTAL
DE LA IGLESIA: ANUNCIAR CON ENTUSIASMO A JESUS, SALVADOR
Cardenal Jorge Urosa Savino, Arzobispo Emérito de Caracas
21 de octubre de 2019
21 de octubre de 2019
Estamos ya cerca de la culminación del Sínodo, y han sido dadas a
conocer las relaciones de los diversos círculos menores. Muy interesantes y
retadoras. Algunas innovadoras. Por supuesto habrá que considerar esas
propuestas en la votación final.
Independientemente de lo que pueda suceder entonces, hay un punto clave
para la revitalización de la Iglesia en Amazonia, que quiero destacar en este
artículo. El Sínodo debe abiertamente proclamar que la Misión fundamental de la
Iglesia es el anuncio de Jesucristo como nuestro Salvador
Y esto tanto para las comunidades indígenas de los Vicariatos
misioneros, como para las Iglesias ya establecidas como Arquidiócesis y
Diócesis y la Iglesia Universal. Es la necesidad de fortalecer la
evangelización, el anuncio claro, explícito y abierto de Jesús como el Camino,
la Verdad y la Vida, aquel en el cual se esclarece
el misterio del ser humano, y toma sentido toda sabiduría humana. Esto lo afirma claramente el Concilio Vaticano
II en la Constitución Pastoral Gaudium et Spes, Ns 10 y 22.
EVANGELIZAR: LA MISION
FUNDAMENTAL DE LA IGLESIA
Sin duda, la misión fundamental de la Iglesia es anunciar a Jesucristo.
Este punto ha sido acertadamente puesto de relieve por uno de los círculos
menores. Y muy bien que lo hayan indicado. Se trata del centro de la misión de
la Iglesia. Todos los otros temas: el ecológico, el social, el cultural,
incluso el pastoral de los ministerios, la organización y la autoridad en la
Iglesia son importantes pero secundarios.
Lo que realmente interesa es que la Iglesia Católica en la Amazonia, así
como en el mundo entero, viva y anuncie con la alegría del Evangelio –como nos
pide el Papa Francisco–, su fe en Jesús, Dios de Dios, luz de Luz, Dios
verdadero de Dios verdadero, el Rey de Reyes y el Señor de los
Señores. El principio y el fin.
Decíamos en una de nuestras anteriores reflexiones sobre el Instrumentum
Laboris (documento de trabajo) que, con todo respeto, habría que estudiar el
porqué, a pesar de la labor abnegada, sacrificada y constante, de presencia
pastoral de muchos misioneros, las Iglesias protestantes han crecido, mientras
que los frutos de nuestra labor pastoral no han sido lo que sería de esperar.
Muchas comunidades indígenas agradecen la labor social de los misioneros
católicos, pero prefieren las Iglesias protestantes. Uno de los círculos
menores pone esto de relieve. Lamentablemente, en el Instrumentum Laboris no se
entró a estudiar las causas de esa cruda realidad. Habrá entonces que
fortalecer el anuncio de Jesucristo entre los indígenas e invitar a los
aborígenes a convertirse y bautizarse, para que reciban el inmenso tesoro de
ser hijos de Dios y miembros de la Iglesia.
INCULTURAR EL EVANGELIO
Y ANUNCIAR A JESÚS, CAMINO VERDAD Y VIDA
En efecto. ¡Hay que evangelizar e inculturar
el Evangelio de Jesucristo! Claro está que no se trata de llevar la
cultura europea u occidental a los indígenas. Se trata de presentar a Cristo
como el Salvador y Redentor, como el amigo y hermano, con sus exigencias de
cambio de vida, en el orden familiar, en la convivencia social, en el mundo
económico, en cuanto al rechazo de los ídolos, y de la esclavitud a las fuerzas
de la naturaleza. Que el Evangelio realmente entre en las culturas. Eso es
Inculturar el Evangelio.
Y esto supone evangelizar abierta y explícitamente. No simplemente
dialogar y acompañar. Claro que hay que hacer eso, pero también hay que ofrecer
y presentar a Jesús. Recordemos a San Pablo: “¡Ay
de mi si no evangelizara!” (1Co 9,16) La misión de la Iglesia es
anunciar el Evangelio. Y sabemos que Cristo nos cambia radicalmente y crea el hombre nuevo,
la nueva comunidad, la nueva familia, santificada por la gracia sacramental.
Esto nos exige a nosotros los agentes de pastoral, y especialmente a los
obispos, sacerdotes y consagrados, una continua conversión personal y pastoral.
Que reconozcamos personal y vivamente a Jesucristo como el Señor de la creación
y de la Historia, como el Buen Pastor, como la luz del mundo, como nuestro
Salvador. Y lo presentemos así a nuestros hermanos.
Por supuesto ¡no hay que despreciar las
culturas indígenas! Pero hay que llevarles a ellos la ancestral
sabiduría divina revelada en el Antiguo Testamento y sobre todo por Jesucristo;
hay que presentarles el regalo de la nueva vida en Cristo, la luz de la gracia,
la esperanza de la vida eterna. Hay que liberarlos de la esclavitud de la
naturaleza, anunciándoles el Señorío de Dios Padre y de Cristo, su Hijo, rostro
de su misericordia, sobre la creación y sobre cada uno de nosotros.
En este sentido es preciso que en el documento final del Sínodo se
impulse una evangelización abierta, en Amazonia y en el mundo entero, sin complejos de que estemos atropellando a los indígenas, con la parresía del Espíritu,
respetuosamente, claro está, pero sin miedo. No como quien pide perdón por
llevar el tesoro de Cristo a los indígenas de Amazonia.
EL SUGERIDO RITO
AMAZÓNICO
En esta línea también habrá que enfocar bien el posible rito
amazónico–indígena que pueda sugerir el Sínodo. En la Iglesia hay muchos ritos.
Por supuesto habrá que prepararlo bien. Y claro que ese posible rito amazónico
deberá evitar cualquier tipo de extraño e indebido sincretismo.
Hay que evitar el sincretismo presente en el ritual celebrado alrededor
de una inmensa manta, dirigido por una mujer amazónica y ante unas imágenes
desconocidas y ambiguas en los jardines del Vaticano el 4 de octubre pasado.
Por cierto, lamentamos que, a pesar de las numerosas críticas que se han
suscitado, ninguno de los organizadores haya explicado qué fue ese ritual.
Y la razón de las críticas es precisamente la naturaleza primitiva y con
apariencias paganas de la ceremonia y la ausencia de símbolos, gestos y
oraciones abiertamente católicas en el desarrollo de esos gestos, bailes y
postraciones del sorprendente ritual.
Ese tipo de sincretismo se deberá evitar absolutamente. La liturgia o el
rito latino romano, especialmente la Sagrada Eucaristía, ofrecida solamente a
Dios, es sencilla, sobria, austera, fácil de entender por quienes reciben la
iniciación adecuada.
Un eventual rito amazónico deberá respetar la naturaleza sagrada de la
Eucaristía y conservar los elementos fundamentales de la misma, si bien se
puedan introducir algunos otros gestos, pero no semejantes a gestos animistas o
naturistas no católicos.
CONCLUSIÓN
Bendecimos al Señor por la labor abnegada y generosa realizada en
Amazonia, en las zonas urbanas y en las selváticas, en las Arquidiócesis,
Diócesis. Vicariatos y Prelaturas, por los obispos, misioneros, sacerdotes y
diáconos, consagrados y consagradas, y laicos comprometidos en múltiples
labores eclesiales.
Pidamos a Dios, Creador del Universo y Padre nuestro, que este Sínodo
reafirme con decisión y claridad la misión evangelizadora de la Iglesia en
Amazonia y en el mundo entero.
Y que los católicos, especialmente los ministros del Señor y los
consagrados, vivamos con fuerza la alegría de vivir y anunciar el Evangelio de
Jesucristo, el único en cuyo nombre podemos obtener la salvación y el perdón de
los pecados (Cf. Acts. 4,12; GS 10).
Redacción ACI
Prensa
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