La bloguera católica Jenny Uebbing explicó que no es posible practicar el yoga fuera de la
espiritualidad hinduista, y que esta disciplina contiene “peligros
potenciales” e “inherentes”.
“El P. Michael me preguntó si realmente creía que
mis intenciones podían despojar el significado inherente de una cosa. Hizo la
analogía de ir a la Misa como un no creyente, imitando las posturas de
genuflexión o haciendo el signo de la cruz ‘¿Cambiaría lo que estaba sucediendo
en el altar? ¿No existe allí alguna realidad espiritual, sea o no reconocida
por el no creyente?’”, cuestionó Uebbing en su blog “Mama needs
coffee” de CNA, agencia en inglés del Grupo ACI.
En ese sentido, el sacerdote dedicado al ministerio de liberación, le
indicó a la bloguera que “no se puede alterar el
significado intrínseco de algo simplemente por querer que sea diferente” y le
recordó que “no había tal cosa como
yoga no espiritual”.
“Nuestros cuerpos físicos expresan realidades
espirituales, algo que está en el corazón del mensaje de la Teología del Cuerpo
de San Juan Pablo II”, acotó el presbítero.
EL YOGA PERJUDICANDO LA
ESPIRITUALIDAD
En su blog, la escritora decidió denunciar lo perjudicial que puede
llegar a ser el yoga, luego de vivir una experiencia que marcó su vida y la
llevó a acercarse al P. Michael en busca de consejo.
Uebbing aseguró que es necesario hacer una advertencia a personas que,
como ella, “nunca tuvieron la intención de adorar a
dioses falsos o poner nada en sus corazones aparte de Jesús, y todavía hoy
siguen siendo perjudicados por eso”.
Luego de haber practicado yoga durante varios años “de una forma casual y sin adentrarse en la
espiritualidad oriental”, la autora reveló que un día, cuando estudiaba
en la Universidad de Colorado, participó de una clase de yoga en la que presenció
“un elemento malévolo”.
“Cuando el instructor hacía poses y recitaba
meditaciones, estaba adorando alguna cosa. Y no era Dios”, dijo Uebbing, a pesar de que en ese tiempo no era católica practicante.
Años después, durante una sesión de liberación presidida por el P.
Michael, este le dijo que observaba en ella “un
espíritu afligido con algún tipo de afiliación con la espiritualidad oriental,
algún tipo de maldición asociada con el yoga”.
“Y así, en el nombre de Jesús, lo hicimos.
Renunciamos a cualquier apego y rompimos cualquier maldición que rodeaba ese
encuentro, y hubo una ligereza inmediata y perceptiva en la atmósfera de la
iglesia donde estábamos orando. Incluso mi marido, sentado a mi lado, y los
miembros del equipo de oración sentados en sillas a cada lado de nosotros,
podían percibirlo. El padre me sonrió y asintió con la cabeza, ‘eso era algo grande’”, contó Uebbing.
Al salir del lugar, el sacerdote le explicó que “cuando
hay peligros espirituales presentes, siempre existe el riesgo de verse afectado
por algún tipo de apertura. El enemigo está rondando como un león rugiente”.
YOGA E HINDUISMO
Uebbing explicó que, históricamente, el yoga se considera una disciplina
espiritual hinduista, sobre todo, porque esta religión “popularizó
la práctica y la considera suya, siendo expresión de culto de varias deidades”.
“Hay algunas diferencias fundamentales entre el
hinduismo y el cristianismo. Vamos a centrarnos en los grandes. Las diferencias
más básicas son el politeísmo (muchos dioses) contra el monoteísmo (un solo
Dios); y la aniquilación del yo para la búsqueda de la ‘unidad con la creación’
contrapuesta a un Dios que se aniquiló a sí mismo para entregarse plenamente a sus
criaturas”.
La bloguera indicó que practicar yoga, siendo católico, “no es tratar de integrar una hermosa tradición cultural
o forma de arte en el culto”, sino “que
significa la adoración de otros dioses. Y existe un solo Dios”.
“Él es el Dios de Isaac y Abraham y su Hijo
unigénito es Jesucristo. Practicar otra forma de adoración es romper el Primer
Mandamiento”, agregó.
LA POSTURA DE LA
IGLESIA
Uebbing detalló que la Iglesia Católica considera al yoga como parte de
la espiritualidad de la Nueva Era o New Age.
Asimismo, recomendó un documento del Pontificio Consejo para la Cultura
y el Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso: “Jesucristo
portador del agua de la vida”, que estuvo bajo el “reloj” del entonces Cardenal Joseph Ratzinger,
ahora Papa emérito Benedicto XVI.
En el documento, en la sección 2.1, se indica que “entre las tradiciones que confluyen en la Nueva Era
pueden contarse: las antiguas prácticas ocultas de Egipto, la cábala, el
gnosticismo cristiano primitivo, el sufismo, las tradiciones de los druidas, el
cristianismo celta, la alquimia medieval, el hermetismo renacentista, el
budismo zen, el yoga, etc.”.
Y nuevamente la sección 2.3.4. detalla que “el yoga, el zen, la meditación
trascendental y los ejercicios tántricos conducen a una experiencia de plenitud
del yo o iluminación”.
Finalmente, Uebbing afirmó haber leído varios comentarios (algunos más
confiables que otros) atribuidos al fallecido exorcista de la diócesis de Roma,
P. Gabriele Amorth, donde él es explícito en la identificación del yoga con la
actividad demoníaca.
“He leído el citado documento del Vaticano y he descubierto
un puñado de otras fuentes, incluyendo este documento del Vaticano de
1989: Carta a los
Obispos sobre algunos aspectos de la Meditación Cristiana, que
menciona el yoga en una nota final”, concluyó.
Redacción ACI
Prensa
PAPA
FRANCISCO: NI MIL CURSOS DE YOGA TE DARÁN LA LIBERTAD DE HIJO DE DIOS
El Papa Francisco celebró este viernes su segunda
Misa de 2015 en la capilla de la Casa Santa Marta, donde habló de la acción del
Espíritu Santo en el hombre y de los motivos que hacen que una persona se
encierre en sí misma, como las experiencias dolorosas, pero también el orgullo
y la vanidad; circunstancias que son disipadas cuando la persona se abre al
amor de Dios, que lo hace libre.
El Pontífice denunció que el yoga jamás podrá enseñar a un corazón a “sentir” la paternidad de Dios, ni un curso de
espiritualidad zen lo volverá más libre para amar ya que este poder sólo lo
tiene el Espíritu Santo.
“¿Quién nos enseña a amar? ¿Quién nos libera de
esta dureza? Tú puedes hacer mil cursos de catequesis, mil cursos de
espiritualidad, mil cursos de yoga, zen y todas estas cosas. Pero todo esto
jamás será capaz de darte la libertad de hijo. Es sólo el Espíritu Santo quien
mueve tu corazón para decir ‘Padre’. Sólo el Espíritu Santo es capaz de
disipar, de romper esta dureza del corazón y hacer un corazón… ¿blando?… No sé,
no me gusta la palabra… ‘Dócil’. Dócil al Señor. Dócil a la libertad del amor”,
afirmó.
El Papa meditó el episodio del Evangelio de Marcos sobre la
multiplicación de los panes y de los peces en el que los discípulos se asustan
al ver a Jesús que camina hacia ellos sobre el agua. El Papa aclaró que los
apóstoles no comprendieron el milagro de los panes porque “su corazón estaba endurecido”.
Cree que “un corazón puede ser de piedra por
muchos motivos”, como por “experiencias
dolorosas”. En la Escritura les sucede a varios: Los discípulos de
Emaús, temerosos de hacerse ilusiones “otra vez”, o
a Tomás. El Pontífice también indicó que “otro
motivo que endurece el corazón es la cerrazón en sí mismo”.
A este respecto señaló que se trata de “hacer
un mundo en sí mismo, cerrado”. “En sí mismo, en su comunidad o en su
parroquia, pero siempre cerrazón. Y la cerrazón puede girar en torno a muchas
cosas: pensemos en el orgullo, en la suficiencia, pensar que yo soy mejor que
los demás, también en la vanidad, ¿no?”
El Papa dijo que también “existen el hombre
y la mujer espejo, que están encerrados en sí mismos para verse a sí mismo
continuamente, ¿no? Estos narcisistas religiosos, ¿no? Tienen el corazón duro,
porque están cerrados, no están abiertos. Y tratan de defenderse con estos
muros que crean a su alrededor”.
Pero también está quien se atrinchera detrás de la ley, aferrándose a la
“letra” a lo que establecen los
mandamientos. Aquí lo que endurece el corazón es un problema de “falta de seguridad”, dijo el Papa.
Para Francisco, quien busca solidez en lo que dicta la ley está seguro
como “un hombre o una mujer en la celda de una
cárcel detrás de los barrotes: Es una seguridad sin libertad”. Es decir,
lo opuesto de lo que “vino a traernos Jesús, la
libertad”.
A su vez, “el corazón, cuando se endurece,
no es libre y si no es libre es porque no ama”.
“El amor perfecto disipa el temor: En el amor no hay
temor, porque el temor supone un castigo y quien teme no es perfecto en el
amor. No es libre. Siempre tiene temor de que suceda algo doloroso, triste. Que
me vaya mal en la vida o que ponga en peligro mi salvación eterna… Tantas
imaginaciones porque no ama. Quien no ama no es libre. Y su corazón estaba
endurecido, porque aún no habían aprendido a amar”, señaló el Papa, para luego asegurar que solo el Espíritu Santo es capaz
de romper la dureza del corazón y hacerlo dócil al Señor.
POR ÁLVARO DE JUANA | ACI
Prensa/EWTN Noticias
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