He leído un libro que os recomiendo vivamente. "Amb Déu o sense" (Con o sin Dios). La editorial Fragmenta también lo ha publicado traducido al castellano Se trata de cuarenta cartas cruzadas entre Francesc Torralba, filósofo y teólogo creyente y Vicenç Villatoro, periodista y escritor agnóstico. Sin pretenderlo acabo de enunciar indirectamente de lo que os quiero hablar hoy.
Es precisamente Villatoro en la carta 12 el que nos muestra el error de dividir el mundo en dos hemisferios, de clasificar dualmente a las personas. En este caso yo ya lo he hecho: creyente - agnóstico. El error no está en la clasificación en sí. Es cierto que Torralba se confiesa creyente y Villatoro agnóstico. El problema está en creer que esta clasificación nos separa. Que creyentes y agnósticos están condenados a no entenderse. Villatoro, tras esas cartas, se da cuenta de que hay muchas cosas que los une a los dos, que tienen muchas cosas en común. Porque el error no está en la clasificación, sino en hacerla única e inmutable. En no tener la flexibilidad de saber cambiar los ejes. Villatoro dice, si en vez de detenernos en esta división, creyentes - agnósticos, miramos a la humanidad desde otra perspectiva, podemos clasificar las personas en inquietas - conformadas. El resultado es que, Torralba y Villatoro, antes separados, ahora se encuentran en el mismo bando. El de las personas que buscan, que no dan nada por seguro e inmutable...
Personas, que aparentemente podemos encontrarnos muy alejadas, con este simple cambio de ejes, de perspectiva, resulta que nos encontramos muy cerca. Y es que lo que nos aleja de verdad a los hombres unos de otros, es la intolerancia. Lo que nos paraliza e impide la lucha por un mundo mejor, es el conformismo; creer que no vale la pena cambiar nada. Cristianos y agnósticos estamos muy cerca si somos personas inquietas, que buscan, que se preguntan, que no dogmatizan. Y hay cristianos y agnósticos, que creyendo estar alejados, resultan ser compañeros de viaje, porque simplemente son conformistas. Ni uno ni otro se preguntan por qué creen o no creen. Les está bien, siguen por inercia.
La sociedad necesita personas inquietas. Sólo la inquietud hace avanzar el mundo. Y no olvidemos que la Fe es un don de Dios, no es una conquista (conservarla sí); pero la inquietud es una filosofía de la vida, una actitud, que depende de nosotros...
Joan Josep Tamburini
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