lunes, 7 de diciembre de 2009

EL HONOR DEL CRUCIFICADO


2009 Diciembre 6
by poesiaquepromete


Aclaración previa.
No vamos a participar en el debate suscitado por la propuesta parlamentaria de un partido político de izquierda radical, y que ha sido secundado inmediatamente por el Partido del Gobierno: la retirada del Crucifijo de los centros de enseñanza. Ya está dicho casi todo. No nos interesan en esta Editorial las razones políticas, culturales e históricas que se han publicado. Ni siquiera vamos a insistir en los argumentos de miembros de la Jerarquía Católica al respecto. Nosotros sólo queremos hacer públicas unas reflexiones que quieren ir al fondo de aspectos no tan relevantes a nivel del debate social cuanto al centro de la noticia: la Libertad de los Cristianos para proclamar y defender el Honor del Crucificado, cosido a la Cruz por amor de nosotros los hombres. Nada más. En todo caso, haremos mención al origen y naturaleza del odio y de la persecución a la Iglesia Católica y a los derechos fundamentales del hombre que esta suscribe, y que recoge la Ley Natural, común a todos los hombres, creyentes y no creyentes.

Y lo hacemos en Poesía que promete porque esta es una página que confiesa su Fe en Jesucristo vivo, y declara su pertenencia a la Familia de Dios en su Iglesia Santa. En razón de la libertad de los cristianos para participar en todos los asuntos humanos que interesan, desde la personal responsabilidad; y con respeto sincero a las personas con las que no coincidimos en los contenidos ni en el diagnóstico. Decimos esto para que quede claro que ejercemos el derecho irrenunciable a decir lo que pensamos, asumiendo la responsabilidad de nuestras opiniones en todo su valor.

EL CRUCIFICADO, enemigo humilde y manso del LAICISMO.
¿A quién descubrimos en el Crucifijo? ¿Quién es ese a quien no quieren que contemplemos siquiera en ese estado de fracaso humano total? ¿Cuál es ahora su delito para que le sigan odiando y persiguiendo con tanta saña? ¿Hasta dónde alcanzan su poder y su fuerza, que atemorizan de tal manera a estos enemigos, a los que ama tanto como a aquellos otros que le dieron muerte de Cruz, la más ignominiosa forma de morir para los romanos? Ni siquiera soportan su presencia silente en las humildes cruces que cuelgan en las paredes de las escuelas. Insisten en arrebatar su Imagen a los jóvenes, que de ninguna manera interesa que le conozcan, porque han constatado que es imposible conocerle y no amarle. Y aún más cuando aquellos jóvenes lo contemplan en un estado tan lamentable y dolorido que les anima a interesarse y a solidarizarse más con el dulce Jesús Crucificado. Quienes le persiguen no pueden entender que la Imagen arruinada del Crucificado pueda invitar a tantos jóvenes a seguirle, por un camino que lleva irremisiblemente al Patíbulo, donde la promesa del Amor encuentra su realización más completa. Los postulantes del hedonismo y de la cultura materialista no aceptan el misterio de convocatoria y de amor que se esconde tras una simple Cruz de palo.

El Laicismo es el impulsor del odio a la Señal del Cristianismo. Es un combate que dura ya más de dos siglos. Siempre ha estado ahí, en la vanguardia abierta o a la sombra de todas las persecuciones a la Iglesia del Crucificado. Toda suerte de persecuciones: desde la difamación a la calumnia, directamente o con la complicidad de segundos; y persecución hasta la muerte. Habrá que seguir insistiendo en este tema, porque el Laicismo está omnipresente en las políticas de agresión de este Gobierno a los valores del Cristianismo y a los derechos fundamentales del hombre, en particular el derecho a la vida, el derecho de los padres a decidir sobre la educación de sus hijos y los derechos de la familia natural.

En este tiempo no se dan las condiciones objetivas para una persecución sangrienta, como sucedió en los años treinta del pasado siglo. Entonces el Laicismo se apoyó en la confrontación social, dadas las condiciones de miseria económica e injusticia social en nuestro país. Y fueron colaboradores protagonistas de las fuerzas revolucionarias marxistas y anarquistas. Pero siempre el Laicismo atizando el odio y la persecución de los cristianos. Decenas de miles de católicos fueron asesinados en la mayor persecución religiosa de nuestro mundo, llevando a los altares nombres de nuevos santos españoles, y otros muchos que viven entre los bienaventurados de la Iglesia triunfante. Pasados los años de la transición política, en los que las ideologías derrotadas en la guerra civil recobraron todos los derechos perdidos, y una vez restablecida la normalidad democrática, el Laicismo quiere recuperar su condición de enemigo irreductible de los valores y principios cristianos. Desde el Gobierno vienen impulsando toda suerte de leyes y medidas en aquel sentido, con el apoyo de fuerzas políticas de ultraizquierda, muy minoritarias, pero muy combativas y de trayectoria significada en la persecución religiosa de aquellos años de República y Frente Popular. A veces nos sorprende la osadía y la arrogancia del Laicismo para poner en marcha sus políticas en esta sociedad, tan alejada ya de aquellas condiciones de lucha social y de incultura generalizada, que fueron su caldo de cultivo.

La flaqueza de los cristianos y la fuerza perfecta del crucificado.
Pero volvamos al centro de este artículo: la libertad de los cristianos para proclamar y defender el Honor del Crucificado. Y en este punto recordaremos que el signo de la Cruz, que se quiere erradicar de las escuelas, representa mucho más de lo que en un principio se quiere insinuar. Porque el Crucificado ha hecho morada permanente entre sus hermanos los hombres. Y no podrán arrancarlo ni expulsarlo de la realidad humana en la que se ha hecho presente, porque vive en el corazón de los que sufren: en los enfermos, en los pobres, en los abandonados, en los miserables de toda condición y raza, en los exiliados, en los niños, mujeres y ancianos maltratados, en los perseguidos y ultrajados, etc. Para acompañar y consolar a sus hermanos más pequeños El mismo se hizo dolor en la Cruz. Y también para darles la esperanza cierta de que en El está la victoria sobre todo mal y todo sufrimiento. ¿Cómo va el hombre a renunciar a su Liberación? ¿Cómo se puede arrancar del corazón de los hombres el amor y la esperanza que el Crucificado les ha traído en la Cruz?

El HONOR DEL CRUCIFICADO está en el Amor de la Cruz. Y ese Honor hay que defenderlo con humildad y mansedumbre. Como nos muestra el dulce Jesús Crucificado. El derecho de los cristianos a defender el Honor de Dios prevalecerá sobre todas las potestades del mundo: ya que cuanto más débiles nos consideren más fuertes somos, pues la Fuerza del Crucificado se hace perfecta en nuestra flaqueza. Que se enteren bien los que quieren arrancar los crucifijos de las escuelas, con la justificación que en cada momento quieran presentar. Una y otra vez lo han intentado, pero al final, en lo más alto, estará siempre el Crucificado, atrayendo a los hombres hacia El, con los brazos abiertos a todos, también a los que le persiguen y a los que le maltratamos. Pierden el tiempo los Laicistas, porque el Crucificado - aunque a veces lo parezca - no pierde batallas. También el Laicismo tendrá que exclamar:Venciste Galileo. Nada más cierto que esto.
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