sábado, 2 de junio de 2012

EL ÁRBOL CONFUNDIDO


Había una vez, algún lugar que podría ser cualquier lugar, y en un tiempo que podría ser cualquier tiempo, un hermoso jardín, con manzanos, naranjos, perales y bellísimos rosales, todos ellos felices y satisfechos.

Todo era alegría en el jardín, excepto por un árbol profundamente triste. El pobre tenía un problema: “No sabía quién era.”

“Lo que te falta es concentración”, le decía el manzano, “si realmente lo intentas, podrás tener sabrosas manzanas. ¿Ve que fácil es?”

- No lo escuches, exigía el rosal. Es más sencillo tener rosas y “¿Ves que bellas son?”

Y el árbol desesperado, intentaba todo lo que le sugerían, y como no lograba ser como los demás, se sentía cada vez más frustrado. Un día llegó hasta el jardín el búho, la más sabia de las aves, y al ver la desesperación del árbol, exclamó:

- No te preocupes, tu problema no es tan grave, es el mismo de muchísimos seres sobre la tierra. Yo te daré la solución. No dediques tu vida a ser como los demás quieran que seas. Sé tu mismo, conócete, y para lograrlo, escucha tu voz interior. Y dicho esto, el búho desapareció.

- ¿Mi voz interior…? ¿Ser yo mismo…? ¿Conocerme…?, se preguntaba el árbol desesperado, cuándo de pronto, comprendió. Y cerrando los ojos y los oídos, abrió el corazón, y por fin pudo escuchar su voz interior diciéndole:

- Tú jamás darás manzanas porque no eres un manzano, ni florecerás cada primavera porque no eres un rosal. Eres un roble, y tu destino es crecer grande y majestuoso. Dar cobijo a las aves, sombra a los viajeros, belleza al paisaje… Tienes una misión “Cúmplela”. Y el árbol se sintió fuerte y seguro de sí mismo y se dispuso a ser todo aquello para lo cual estaba destinado.

Así, pronto llenó su espacio y fue admirado y respetado por todos.
Y sólo entonces el jardín fue completamente feliz.

Y tú… ¿dejas crecer el roble que hay en ti?
En la vida, todos tienen un propósito que cumplir, un espacio que llenar.

No permitas que nada ni nadie te impida conocer y compartir la maravillosa esencia de tu ser.

DE LA CASUALIDAD AL PROPÓSITO


Nunca Dios ha pensado en traerte a la tierra, solo para que vivas, sino para que saques provecho de ella.

Hebreos 2:6-8 (PDT) dice: “En un lugar las Escrituras dicen: "Dios, ¿por qué te acuerdas de los seres humanos? ¿Por qué te preocupas por el hijo del hombre? ¿Es él tan importante? Durante breve tiempo lo hiciste un poco menos que los ángeles. Tú lo coronaste de gloria y honor. Pusiste todo bajo su poder". Así que, aquí "todo" significa que no hay nada que él no gobierne…”

Debemos comprender que no somos parte de una casualidad, sino de un Propósito.

Esto quiere decir que Dios está intentando enseñarte que, no se puede vivir de la improvisación, esperando que algo bueno me suceda. Sino que debo gestarlo, para después manifestarlo y disfrutar de los beneficios del Reino. Una vida de improvisación es producto de un estado interno de casualidad. En otras palabras, al no entender el sentido que tiene mi vida en la tierra, producto de pensar que uno es una casualidad de la naturaleza, terminamos divagando, intentando diferentes cosas para ver si podemos lograr algo.

Nunca Dios ha pensado en traerte a la tierra, solo para que vivas, sino para que saques provecho de ella.

Si pudiéramos tener la revelación de nuestro origen, digamos de dónde venimos, te aseguro que nunca te sentirías una casualidad.

Propósito Sig.: Ánimo o intención de hacer algo.

Casualidad sig.: Combinación de circunstancias que no se pueden prever ni evitar.

Quiero que reciba esto: Nosotros no somos la obra de una combinación de circunstancias. Nosotros no vinimos porque nadie lo pudo evitar. Nosotros somos la manifestación de una determinación. Nosotros estamos en la tierra porque Dios estableció un propósito que él quiere cumplir en nuestras vidas.

La gente espera un golpe de suerte, Dios espera tu determinación para soltarte cosas sobrenaturales.

Debemos salir del estado interno de casualidad

La casualidad no es el área en la que fuimos diseñados para vivir.

Cuando una persona se siente una casualidad, está negando a un Dios de Propósito.

Quiero enseñarte esto: La casualidad alimenta tu incredulidad. La mentalidad de Propósito alimenta tu espíritu.

1 Crónicas 4:9-10 (NVI) dice: Jabés fue más importante que sus hermanos. Cuando su madre le puso ese nombre, dijo: "Con aflicción lo he dado a luz". Jabés le rogó al Dios de Israel: "Bendíceme y ensancha mi territorio; ayúdame y líbrame del mal, para que no padezca aflicción." Y Dios le concedió su petición.

Jabes es la demostración de una persona que siente que vino a la tierra por casualidad o por dolor. La aflicción fue la marca de su vida. Su nombre le recordaba que él era un dolor, que mejor hubiera no nacido.

Pero hubo un día, un día señalado, donde a él se le despertó un sentido de Propósito y entendió que no era una casualidad. Que no estaba vivo por una casualidad. En medio de una vida de confusión, él pudo ver a un Dios que a pesar de estar en la tierra errante, lo había diseñado para ser diferente a los demás.

El libro de Hebreos, muestra algo que es clave, que te sirve para comprender que tú marca no es casualidad, sino propósito:

1.      Sobre tu cabeza hay dos cosas: “Lo coronaste de gloria y honor…”

Esto quiere decir que estas marcado para algo grande. Que no sos cualquier persona, independientemente de lo que puedas estar viviendo.

2. Tenes la autoridad para cambiar el rumbo de las cosas: “Pusiste todo bajo su poder…” La biblia dice Todo, la autoridad que hay sobre nosotros es poderosa. Debemos ejercerla.

Tenemos la fuerza para salir de la casualidad y entrar a una vida de Propósito.

Sahir Akel

viernes, 1 de junio de 2012

REUNIÓN DE SANACIÓN DE TODOS LOS VIERNES A LAS 8 PM


 

HOY CELEBRAMOS LA SANTÍSIMA - TENEMOS COMPARTIR


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Av. Alejandro Tirado # 361 – Santa Beatriz (Prolongación de Av. Cuba – Altura de la Cdra. 9 de Av. Petit Thoars – Junto a la Casa de la Biblia)

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Colaboración si te es posible: S/ 5.00 (Niños no colaboran)

A LOS SEGUIDORES DE MI BLOG

Agradezco de corazón a los “126 seguidores” que se han formalizado en mi blog, y a todas las personas que entran diariamente. ¡Invita a tus contactos a conocer mi blog, así me ayudarás a llevar La Palabra de Dios!

PEDIDOS DE ORACIÓN A TRAVÉS DE ESTE BLOG O A MIS CORREOS PERSONALES (Ver Perfil) Por favor, no traten de entrar por medio del Messenger. Pongan el nombre completo de la persona por la que deseen que oremos.

Si deseas ser seguidor: Bajo la imagen del Señor de la Misericordia encontrarás las indicaciones.

¡Qué Dios y su Santísima Madre los bendigan!

Grupo Católico de Oración por los Enfermos “Sí Señor”

José Miguel Pajares Clausen

JESÚS ANUNCIÓ TODO LO REFERENTE AL FIN


Un seglar amigo me decía hace poco: “Padre, no entiendo, por qué los sacerdotes y la jerarquía de la Iglesia, en la situación convulsa del mundo actual, no hablan con más frecuencia del anuncio del fin de los tiempos, como claramente está predicho en el santo Evangelio (Cap 24 de Mt) para que, al menos los creyentes, vivamos despiertos ante lo que se nos viene a todos encima”.

Confieso que su interpelación, no cayó en saco roto, ni me dejó indiferente y aunque salí al paso diciendo que la Liturgia de la Iglesia, en el tiempo del Adviento, todos los años, nos propone, los textos de la venida definitiva del Señor y manda predicar sobre ellos; confieso que todo parece poco lo que se diga, escriba o avise en este sentido. El tiempo urge, el aviso de peligro es cierto e inminente y nos afecta a todos. ¿Por qué no hablar “oportune e importune” sobre el tema?.

Sin deseo de aparecer como “profeta de calamidades”, pero tampoco ser “perro mudo”, he decidido, para los que desconocen la Palabra autorizada de Jesús, recordarla una vez más, pues ella es la única verdad imperecedera, que está muy por encima de todo y de todos.

He aquí un significativo e importante texto del Evangelio de Mateo: “Jesús les respondió: “Mirad que no os engañe nadie. Porque vendrán muchos usurpando mi nombre y diciendo: “Yo soy el Cristo y engañarán a muchos. Oiréis también hablar de guerras y de rumores de guerras. ¡Cuidado no os alarméis¡. Pero eso tiene que suceder, pero todavía no es el fin. Pues se levantará nación contra nación y reino contra reino y habrá en diversos lugares hambre y terremotos. Pero todo esto será el comienzo de los dolores de alumbramiento. Entonces os entregarán a la tortura y seréis odiados de todas las naciones por causa de mi nombre. Muchos se escandalizarán entonces y os traicionarán y odiarán. Surgirán muchos falsos profetas que engañarán a muchos. Y al crecer cada vez más la iniquidad, la caridad de la mayoría se enfriará. Pero el que persevere hasta el fin se salvará. Se proclamará esta Buena Nueva del Reino en el mundo entero para dar testimonio a todas las naciones. Y entonces vendrá el fin”.

No hay palabra más autorizada que ésta. La de Jesucristo, el Hijo de Dios. Ni la de los Papas, ni la de los santos, ni la de las apariciones marianas, ni la de confidentes profetas, ni la de los que se presentan como conocedores del futuro por famosos que sean.

La respuesta a esta Palabra, la definitiva no puede ser otra en una persona creyente y cristiana que rumiarla, meditarla y convertirse al Señor que llega como Juez para regir la Tierra y todos sus habitantes.

MIGUEL RIVILLA SAN MARTIN

LA VIRGINIDAD EN LA BIBLIA


Jesús permaneció virgen y fue quien reveló el verdadero sentido, la total disponibilidad, y el carácter sobrenatural de la virginidad.

La virginidad no es apreciada en el Antiguo Testamento: “No es bueno que el hombre esté solo” (Gén 2,18). El matrimonio era el único modo de vida que coincidía con el espíritu de la Ley, ya que la sexualidad era considerada como parte del orden de la Creación, siendo el hombre una criatura de Dios y rechazándose todo dualismo entre el alma y el cuerpo. La virginidad equivalía a la esterilidad y significaba no tener participación en la bendición que es tener el hijo (Sal 128,3-6); por ello, la hija de Jefté llora su virginidad (Jue 11,37). Era apreciada sin embargo la virginidad anterior al matrimonio (Gén 24,16; Jue 19,24; Lev 21,23).

El celibato no era corriente y era desaprobado por los rabinos. Pensaban que el hombre debía casarse a los dieciocho años y que si pasaba de los veinte sin tomar mujer, transgredía el mandato divino e incurría en el disgusto de Dios, pero ninguna ley obligaba taxativamente a hacerlo. Se entendía que el matrimonio no era sólo para tener compañía y procrear, sino para realizarse como persona: “Quien no tiene mujer no es hombre completo”, era un dicho rabínico. El deseo sexual no es malo ni vergonzoso y sirve a buenos fines, cuando está regulado y controlado en el matrimonio. Sin embargo, conocemos la existencia del monasterio de Qumram y se permitía que los estudiosos de la ley pospusiesen el matrimonio para poder concentrar su atención en los estudios, libres del cuidado de mantener la mujer, aunque eran casos raros.

Es en el contexto de las promesas de la alianza donde hay que buscar la verdadera preparación a la virginidad cristiana. Por la misteriosa economía de las mujeres estériles a las que vuelve fecundas, quiere Dios mostrar que los portadores de las promesas no fueron suscitados por la vía normal de la fecundidad, sino por una intervención de su omnipotencia. La gratuidad de su elección se manifiesta en esta preferencia otorgada a las mujeres estériles.

En el Nuevo Testamento notamos un gran cambio. La madre de Jesús es la única mujer del NT a quien se aplica, casi como un título, el nombre de virgen (Lc 1,27; Mt 1,23). María va a ser madre y virgen a la vez. La Iglesia cree que María le dio a luz siendo virgen y que fue su único hijo. En cuanto a los hermanos de Jesús, de los que nos hablan los evangelios (Mt 12,46-48; Mc 3,31-35; Lc 8,19-21; Mt 13,55-56; Mc 6,3-4; Jn 2,12; 7,3.5.10), es una expresión idiomática que se explica fácilmente porque entonces las familias vivían juntas formando una gran familia o clan familiar y ésta es la razón de que se hable de hermanos de Jesús, habiendo además bastantes indicios de que esos hijos no se atribuyen a María. Según el YouCat: “Ya en la Iglesia primitiva se partía de la base de la virginidad perpetua de María, lo que excluía a hermanos carnales de Jesús. En arameo, la lengua materna de Jesús, hay una única palabra para hermano, hermana, primo y prima. Cuando en los evangelios se habla de ‘hermanos y hermanas’ de Jesús, (por ejemplo en Mc. 3,31-35), se trata de parientes cercanos de Jesús” (nº 81).

Jesús permaneció virgen y fue quien reveló el verdadero sentido, la total disponibilidad, y el carácter sobrenatural de la virginidad. Cristo no la impone, pero se refiere a ella como un don de Dios, pues sólo está al alcance de “aquéllos a quienes Dios se lo concede” (Mt 19,11) y alaba a los “eunucos que a sí mismos se hicieron tales por razón del reino de los cielos”(Mt 19,12). Esta respuesta de Cristo tiene valor tanto para los hombres como para las mujeres, y en este contexto indica también el ideal evangélico de la virginidad, que constituye una clara novedad en relación con la tradición del AT. Los exegetas muestran que se trata de abstinencia voluntaria, no de castración real. El término “eunuco” indica en este caso un propósito definitivo, una castidad voluntaria y de libre iniciativa.

Para tomar esta resolución, es preciso un llamamiento especial de Dios, que supone un don, una luz, una gracia y una fuerza que da sentido a esta renuncia “por el reino de los cielos” (Mt 6,33). Los eunucos espirituales se liberan de los lazos del matrimonio para aplicar exclusivamente su pensamiento, su corazón y su vida a la causa del evangelio, es decir al seguimiento de Jesús y al Reino de Dios con su exigencia de amor universal a Dios y al prójimo. Es, por tanto, una búsqueda del amor según esta vocación especial. La virginidad cristiana es a la vez un estado y una virtud escatológica que abrazan aquéllos que han comprendido la precariedad del mundo presente (1 Cor 7,29-32) y, queriendo dar un sentido profundamente positivo a su vida, se orientan completamente hacia la reunión con el Señor (cf. las vírgenes de Mt 25,1), anticipando la virginidad, puesto que participa de algún modo de ella, el estado escatológico (Mt 22,30).

San Pablo en 1 Cor 7,7 afirma que el celibato como estado de vida es un don de Dios, si bien el matrimonio también lo es, y aunque en 1 Cor 7,25-40 recomienda el matrimonio, enseña que la virginidad ha de ser preferida. Ve la opción por la virginidad como una vocación específica que no duda en aconsejar. La motivación profunda, verdaderamente paulina, es que el no casado se preocupa más de las cosas del Señor: “ser santo en cuerpo y en espíritu” (v. 34). Es la idea que conducirá a las generaciones posteriores hasta los esponsales místicos: ¡pertenecer solamente al Señor! El motivo de Pablo tiene el sentido de caminar sin divisiones al encuentro del Señor. Este mismo motivo es presentado por el Apóstol a todos los corintios: deben ser hallados irreprensibles en el día de N. S. Jesucristo (1 Cor 1,8). 2 Cor 11,2 también supone la eminencia de la virginidad.

Ap 14,4: “Estos son los que no se mancharon con mujeres, pues son vírgenes. Éstos siguen al Cordero adonde quiera que vaya, y han sido rescatados de entre los hombres como primicias para Dios y para el Cordero”. En este paso la palabra “vírgenes” está empleada en sentido figurado y designa a los que se han negado a la prostitución de la idolatría pagana, siendo fieles a la fe y enteramente dados a Cristo.

TAN BUENO QUE ERA


Basta con morirse para ascender al tope de la escala moral. Por lo menos, en los velorios no hay quien pueda hablar mal de los honorables huéspedes del subsuelo.

El difunto pudo ser en vida un consumado alcohólico, todo un tabernícola, (Habitante frecuente de las tabernas) pero, ahora muerto, es un borracho digno. Ya nadie parece acordarse de esas sesenta billones de células, todas ebrias, que llegaban dando tumbos a la casa; ahora, ha muerto y ¡¡ tan bueno que era!!

De este efecto benévolo posterior a toda muerte habló Jesús cuando dijo: – y si el grano de trigo no cae a tierra y muere, queda solo; pero, si muere, llevará mucho fruto- Entonces, muerte es la expresión bíblica que más precisa lo que ocurre a la persona que se rinde totalmente a Dios y a su voluntad. ¨Con Cristo estoy juntamente crucificado y ya no vivo yo¨ ¨Consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús¨

No hay nada para el grano de trigo que se resiste a morir. Solo muerto traerá fruto. No sirve aparentar muerte. Nadie dirá nada bueno de una semilla que solo quedó untada a la tierra, debe hacer su viaje al fondo con todo el cuerpo y así, dará de que hablar.

El creyente en Cristo está llamado a morir. Tristemente algunos andan por ahí como si no estuvieran ni vivos ni muertos. Son como cadáveres que se hubieran arrepentido de su muerte.

La familia, amigos, vecinos e iglesia, están esperando recoger de ellos algún fruto espiritual, decir lo bueno que es vivir, compartir, trabajar con ellos; pero, no hay fruto.

Sin morir somos nuestra propia criatura detenida. Muriendo somos una nueva criatura. 2ª Corintios. 5:17.

Por otro lado, quienes han instalado su residencia bajo tierra, son los seres más insólitamente tranquilos, entregados por entero al reposo, imperturbables. En vida, no se les podía pisar una uña, ahora, puede caminarse sobre ellos y siguen cultivando su fructífera humildad, una decencia y honradez elementales, señal de que están muertos; esa es la respuesta de un muerto.

Solo en Hollywood los muertos salen a hacer maldad, a comportarse como vivos.

Estar muertos desde este punto de vista es carecer de vida en nuestras relaciones con el pecado y el mundo. Es reflejar la vida de Cristo en nosotros. Es reposar en Dios y no responder los agravios ni tomar venganza. Es mostrar quietud, tranquilidad y dominio en los momentos de adversidad. Es portarse como todo un difunto, como una semilla que para vivir a plenitud, debe saber morir.

Iván Castro Rodelo

Si los hacía morir, entonces buscaban a Dios; Entonces se volvían solícitos en busca suya. Salmo 78:34.

Un tiempo para nacer, y un tiempo para morir; un tiempo para plantar, y un tiempo para cosechar. Eclesiastès 3:2.

JESÚS HABLA


DURANTE EL GRAN AVISO, AQUELLOS, QUE SE REDIMIERON ANTE MIS OJOS, NO SUFRIRÁN LA PENA DEL PURGATORIO
Jueves, 24 de mayo del 2012, a las 18:30 hrs.

Cuando venga el momento, Mi muy querida y amada hija, para el GRAN AVISO, una serie de señales serán reveladas.

Te digo esto, para recordar a todos los hijos de Dios, que ellos deben prepararse de antemano.

Las dos estrellas colisionarán y muchos estarán con miedo.

No hay nada que temer, porque este es el mayor don que Yo traigo, para que así ningún alma se pierda en las llamas del Infierno.

Entonces, Mi Cruz aparecerá en los cielos y ninguna persona dejará de notarlo. Muchos caerán al suelo del miedo y una gran sacudida, como un terremoto, será sentida. Entonces vendrá el silencio.

Siempre prepárense para este día, como si fuera mañana. Busquen la redención ahora y revélenme a Mí sus pecados.

Los católicos deben ir a confesión.

Aquellos, que no son católicos, deben rezar la Cruzada de Oración (24) la doy al resto del mundo para Mi Indulgencia Plenaria.

Este don de Mi Indulgencia Plenaria es para todos los hijos de Dios de todo credo y ofrece una gran limpieza. No rechacen este Don! Acéptenlo!

A los católicos que cuestionan Mi Don y que han criticado de mala gana Mi Don, Yo les digo esto:

¿Ustedes creen que Yo no concedería este Sacramento a todos los hijos de Dios?

Ustedes deberían ser generosos de corazón y estar felices de que hago esto. ¿Creen que a ellos no debería dárseles este don? Si lo hacen, entonces ustedes no Me aman verdaderamente.

Inclinen sus cabezas y alaben a Dios por este maravilloso don, dado a la Humanidad para salvar sus almas.

Entonces, durante el GRAN AVISO, todos aquellos, que se han redimido ante Mis Ojos, no sufrirán la pena del Purgatorio.

Aquellos, que vean sus almas reveladas delante de ellos, como vista a través de Mis Ojos, estarán conmocionados.

Muchos encontrarán difícil aceptar cuán ennegrecidas están sus almas.

Aquellos, que lo hagan y muestren arrepentimiento, Me pedirán que les perdone, y Yo lo haré.

Pero algunos no estarán arrepentidos y defenderán en su corazón las atrocidades, que ellos cometieron, tal como aparecen delante de Mis Ojos. Ellos no se arrepentirán y Me abofetearán en Mi rostro.

De cualquier manera, las llamas de la purificación y el sufrimiento serán sentidas por todos los pecadores. La duración del tiempo dependerá de la gravedad de sus pecados.

Aquellos, que se alejan de Mí, necesitan de sus oraciones. A ellos se les dará más tiempo, para regresar a Mí y pedirme que les perdone.

Pero ese tiempo puede ser tan corto como un día o tan largo como unos pocos años.

Nadie, sino Mi Padre, conoce la fecha de Mi Segunda Venida.

El tiempo entre los dos eventos no será tan largo como ustedes piensan.

Finalmente, Mis hijos se darán cuenta del momento que ellos están viviendo y aceptarán la Verdad.

Aquellos que conocen la verdad ahora y que creen en Mí, tienen el deber de rezar por las almas, que no aceptarán Mi Misericordia.

Hija Mía, Mi mayor deseo es salvar al mundo entero, incluyendo a aquellos que están perdidos para Mí.

Todas las oraciones de Mis seguidores, que se unen como una sola voz, pueden ayudarme a hacer esto.

Vayan en el Amor. Confíen en Mí siempre, porque el tiempo es corto y los planes para la salvación de la Humanidad, está en las manos de Mi Padre Eterno.

ELLOS TIENEN LA INTENCIÓN DE DERROCAR AL PAPA BENEDICTO XVI DE LA SEDE DE PEDRO, USANDO MEDIOS ENGAÑOSOS
Sábado, 26 de mayo del 2012, a las 16:00 hrs.

Estoy encantado de tenerte de regreso Conmigo. Es importante mantenerte cerca de Mí ahora, hija Mía. El tiempo es corto y tú tienes mucho trabajo que hacer.

Hoy pido a todos Mis seguidores, Mi muy querida hija, que recen por Mi amado Vicario el Papa Benedicto XVI. El, Mi Santo Siervo, está bajo una terrible persecución detrás de puertas cerradas, en la Santa Sede.

Te he dicho antes, que los grupos masónicos que tienen un vicio, como el agarre dentro del Vaticano y quieren a Mi amado Papa fuera.

Y ellos intentan derrocarlo a él de la Santa Sede, usando medios engañosos.

El, como te he dicho en el pasado, tiene que huir, porque tiene muy poca oportunidad.

El tiempo es corto. Tú debes rezar mucho para que él pueda permanecer el mayor tiempo posible, porque cuando él se vaya, el impostor, el Falso Profeta, tomará su lugar.

Cuántas lágrimas fluyen por Mi amada Iglesia en la Tierra en este momento. Todos aquellos siervos sagrados Míos, que aceptan Mí Santa Palabra, mientras es dada a ti en este momento, escúchenme ahora!

Ustedes deben permanecer fieles a la Santa Misa y defender el Sacrificio diario! Porque muy pronto ustedes serán forzados a tragarse una mentira.

El Sacrificio diario, en honor a Mi Crucifixión y el cambio del vino en Mi Sangre y el pan en Mi Cuerpo, será cambiado, torcido y Yo seré vilipendiado a través de nuevas leyes introducidas por el Falso Profeta.

Ustedes no deben aceptar nada, que no sea la verdad!

Ustedes nunca deben aceptar la herejía de dentro de las paredes de Mi Santa Sede! Si lo hacen entonces se alejarán de Mí.

Muchos de ustedes tendrán que ofrecer la Santa Misa en secreto y necesitarán todo la coraje que puedan tener, rezándome a Mí, pidiéndome que les haga fuertes!

Los cambios comenzarán en la Santa Eucaristía en sí misma. Pronto les dirán que La Santa Comunión, Mi Verdadera Presencia es otra cosa.

Se les dirá que ésta significa cosas diferentes, pero esto es una terrible mentira.

La Santa Eucaristía es Mi Cuerpo y Mi Sangre, dados a ustedes, para permitirme llenarles con Mi Santo Espíritu, para darles la nutrición que necesitan para sus almas.

Cuando el tiempo venga y a ustedes, Mis Siervos Sagrados, les sea presentada la nueva y moderna interpretación, entones, ustedes sabrán que la contaminación ya ha empezado.

Es cuando ustedes necesitarán prepararse. Reúnanse y defiendan la verdad de Mi Crucifixión. No acepten las mentiras, los cambios en Mi Santa Misa y la Santa Eucaristía. Porque si lo hacen, entonces, Mi Presencia estará perdida para todos los hijos de Dios.

Síganme! Este es el mayor desafío que ustedes jamás tendrán que enfrentar, pero Yo les daré las Gracias para discernir la verdad de la ficción sacrílega, que se les pedirá que acepten en Mi Santo Nombre.

Ustedes deberán pedirme Mi Ayuda ahora, a través de esta Cruzada de Oración (56): Es para que los Sacerdotes busquen protección para la Santa Eucaristía.

¡Oh, querido Padre, en el Nombre de Tu Precioso Hijo, quien se sacrificó en la Cruz por la Humanidad entera, ayúdame a permanecer fiel a la Verdad!
¡Cúbreme con la Preciosa Sangre de Tu Hijo y dame las Gracias para continuar sirviéndote en fidelidad, confianza y honor por el resto de mi ministerio!
Nunca me permitas extraviarme del verdadero significado del Sacrificio de La Santa Misa o la presentación de la Santa Eucaristía a Tus hijos.
Dame la fortaleza para representarte y para alimentar a Tu rebaño de la manera en la cual ellos deben ser alimentados con el Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Tu Hijo, Jesucristo, el Salvador de la Humanidad. Amén.


Por favor sepan que Yo camino con cada uno de ustedes, Mis amados Siervos Sagrados, todos los días.

Yo los sostengo. Apóyense en Mí y Yo les mantendré cerca de Mi Sagrado Corazón, en estos tiempos de terrible tormento dentro de la Iglesia Católica.

Su Amado Jesús

www.jesushabla.com

EL MISTERIO DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD

 
¿Por qué es un Misterio? ¿Es verdad que el hombre no puede llegar a comprenderlo? Un breve artículo para conocer la explicación que da la teología al respecto.

Muy conocida es la anécdota de la vida de San Agustín cuando, meditando cierto día sobre el misterio de la Santísima Trinidad, se encontró a un niño que pretendía con una concha vaciar el mar en un pequeño agujero. Dios le daba a entender así la desproporción de querer penetrar en la profundidad de Sus Misterios con la capacidad de una mente creada.

Hay un límite a lo que la razón humana - aun en condiciones óptimas - puede captar y entender. Dado que Dios es un Ser infinito, ningún intelecto creado, por dotado que esté, puede abarcar su insondable grandeza.

La más profunda de las verdades de fe es ésta: habiendo un solo Dios, existen en Él tres Personas distintas - Padre, Hijo y Espíritu Santo -. Hay una sola naturaleza divina, pero tres Personas divinas. En lo creado, a cada “naturaleza” corresponde siempre una “persona”. Si hay cuatro personas en una oficina, cuatro naturalezas humanas están presentes; si sólo está una naturaleza humana presente, hay una sola persona. Así, cuando tratamos de pensar en Dios como tres Personas con una y la misma naturaleza, nos encontramos como dando de topes contra la pared.

Aunque esta verdad (y otras que después veremos) no quepan dentro de lo limitado de nuestras facultades, no por eso dejan de ser verdades y realidades. Las creemos no porque las descubra la razón, sino porque Dios nos las ha manifestado, y Él es infinitamente sabio y veraz. Para captarlas mejor tenemos que esperar a que Él se nos manifieste del todo en el cielo.

Sin embargo, los teólogos se han esforzado para explicarnos algunas cosas. Nos dicen que la distinción entre las tres Personas divinas se basa en la relación que existe entre ellas. Veamos cómo razonan.

En primer lugar, consideremos a Dios Padre. Éste, con su infinita sabiduría, al conocerse a Sí mismo, formula un pensamiento de Sí mismo. Tú y yo, muchas veces, hacemos una cosa parecida. Cuando piensas en ti (o yo en mí), lo que haces es formarte un concepto sobre el propio yo “Juan López”, o “María Pérez”, es decir, “aquello que eres tú para ti mismo”.

Sin embargo, hay una diferencia muy grande entre nuestro propio conocimiento y el de Dios sobre Sí mismo. Nuestro conocimiento propio es imperfecto, incompleto (“nadie es buen juez en causa propia”). E incluso, si nos conociéramos perfectamente, - es decir, si nuestro concepto sobre el propio yo fuera una clarísima reproducción de nosotros mismos -, tan sólo sería un pensamiento que no saldría de nuestro interior, sin existencia independiente, sin vida propia. El pensamiento cesaría de existir, aun en mi mente, tan pronto como volviera mi atención a otro asunto.

Tratándose de Dios, las cosas son muy distintas. Su pensamiento sobre Sí mismo es perfectísimo: abarca completamente todos y cada uno de los aspectos de su infinitud. Pero un pensamiento perfectísimo, para que de verdad lo sea, ha de tener existencia propia (si puede desaparecer, le faltaría esa perfección). Tal fuerza tiene Su pensamiento, es tan infinitamente completo y perfecto, que lo ha re-producido con existencia propia. La imagen que Dios ve de Sí mismo, la Palabra silenciosa con que eternamente se expresa a Sí mismo, debe tener una existencia propia, distinta. A este Pensamiento vivo en que Dios se expresa a Sí mismo perfectamente lo llamamos Dios Hijo. Dios Padre es Dios conociéndose a Sí mismo; Dios Hijo es la expresión del conocimiento que Dios tiene de Sí. Por ello, la segunda Persona de la Santísima Trinidad es llamada Hijo, precisamente porque es generado por toda la eternidad, engendrado en la mente divina del Padre.

Además, como esa generación es intelectual, se le llama “Verbo” es decir, “Palabra”. Dios Hijo es la “Palabra interior” que Dios Padre pronuncia cuando su infinita sabiduría conoce su esencia infinita.

Aunque en este punto ya habremos tenido necesidad de poner a trabajar la mente un poco más que de ordinario, hagamos un esfuerzo adicional para ver cómo nos explican los teólogos la realidad del Espíritu Santo.

Dios Padre (Dios conociéndose a Sí mismo) y Dios Hijo (el conocimiento de Dios sobre Sí mismo) contemplan la naturaleza que ambos poseen en común. Al verse (estamos hablando, claro está, de modo humano), contemplan en esa naturaleza lo bello y lo bueno en grado infinito. Y como lo bello y lo bueno producen amor, la Voluntad divina mueve a ambas Personas a un acto de amor infinito, de la Una hacia la Otra. Ya que el amor de Dios a Sí mismo, como el conocimiento de Dios de Sí mismo, son de la misma naturaleza divina, tiene que ser un amor vivo. Este amor infinitamente perfecto, infinitamente intenso, que dimana eternamente del Padre y del Hijo es el que llamamos Espíritu Santo “que procede del Padre y del Hijo”. Es la tercera persona de la Santísima Trinidad. El Espíritu Santo es el “Amor Subsistente”, el “Amor hecho Persona”.

Tal es el misterio de la Santísima Trinidad: tres Personas distintas en un solo Dios verdadero.

EL MAYOR MISTERIO

Indudablemente, la Trinidad es un misterio. Si no se nos hubiera hablado de ella, jamás habríamos sospechado su existencia. Ahora que sabemos que existe, no podemos comprenderla. Aquel que tratara de penetrar este misterio sería como un pobre miope que tratara de divisar las costas africanas desde las brasileñas. No, no es posible penetrar las profundidades del Océano de la divinidad con nuestra limitada inteligencia.

Puede parecer digno a una mente contemporánea adoptar una actitud altiva contra el misterio, empuñar una maza y lanzarse, como un cruzado, a destrozar las vidrieras celestes tras las cuales se oculta. Ahora bien, ¿por qué no empezar la cruzada por la propia casa? Antes de que termináramos nuestra tarea en el mundo, la maza estaría rota, nuestro brazo agarrotado y nuestro espíritu lo suficientemente humillado como para comprender que el misterio nos rodea por todas partes, que no sólo se oculta tras los ventanales del cielo. ¿Qué sabemos, por ejemplo, de la electricidad, aparte de sus efectos? ¿Qué de las hondas hertzianas, aparte de que nos permiten oír la radio?…

Sabemos que una luz roja está compuesta de 132 millones de vibraciones por segundo, pero esto no nos sirve de mucho cuando la luz roja de un semáforo nos obliga a detenernos. Sabemos también que un cultivo desarrollado a partir del cerebro o de la médula espinal de un perro loco detiene la rabia, pero no sabemos por qué lo hace. Y así podríamos multiplicar los ejemplos. ¿No es, pues, un poco absurdo, que nos sorprendamos de que Dios pueda proponernos verdades que superan la capacidad de nuestro intelecto? ¿No hay rayos de luz invisibles para nosotros, sonidos inaudibles? Son limitaciones que aceptamos. Pues bien, con el intelecto ocurre lo mismo: hay verdades que no comprendemos, que no captamos, porque rebasan nuestra capacidad de conocimiento.

Dentro del misterio trinitario debemos estar prevenidos contra un error: el de pensar en Dios Padre como el que “apareció primero”, en Dios Hijo como el que vino después y en Dios Espíritu Santo como quien llegó al final. Los tres son igualmente eternos, ya que poseen la misma y única naturaleza divina; el Verbo de Dios y el Amor de Dios son tan sin tiempo como la Naturaleza de Dios. El misterio de la Santísima Trinidad es el misterio de tres Personas co-iguales, co-eternas y consustanciales, realmente distintas, que tienen la misma naturaleza divina y constituyen un único y solo Dios.

No obstante, a cada Persona divina se le atribuyen ciertas actividades u obras, que parecen más apropiadas a la particular relación de tal o cual Persona divina. Por ejemplo, a Dios Padre se le adscribe la obra de la creación, ya que pensamos en Él como “el principio”, el arranque, el motor de todas las cosas. Como Dios Hijo es la Sabiduría o Conocimiento del Padre, le apropiamos las obras de sabiduría; es Él quien vino a la Tierra para mostrarnos la verdad. Por último, como el Espíritu Santo es el Amor Sustancial, le atribuimos las obras de amor, particularmente la acción santificadora de las almas.

Dios Padre es el Creador, Dios Hijo es el Redentor, Dios Espíritu Santo es el Santificador. Y, sin embargo, lo que Una Persona hace, lo hacen todas; donde Una está, están las tres.

El misterio de la Santísima Trinidad es el mayor misterio que existe. La fuente de la que procede nuestro conocimiento de él es la autoridad de Dios, porque sólo Él lo conoce y sólo Él podría revelarlo. Nos lo ha revelado y nuestras mentes se inclinan a Dios con gratitud. En ese misterio está la culminación de toda vida, su cima más alta y también sus raíces más profundas, el principio que es también la meta.

DIOS ESCONDIDO

Cuenta un autor inglés la anécdota de cierto muchacho, procedente de un arrabal de Londres, que fue a confesarse y redujo su confesión a lo siguiente: “Perdóneme, Padre, porque he pecado; he tirado piedras a los autobuses y no creo en el Espíritu Santo”. No sé si a alguien, pero a mí personalmente, nunca me ha asaltado la tentación de lanzar proyectiles a los autobuses y, por tanto, no puedo decir qué justificación tendría el penitente para esta conducta tan desconsiderada hacia la propiedad pública. Sí encuentro justificación, en cambio, para acusarme de no tener demasiada fe en el Espíritu Santo. Porque es, para mí y para el común de los católicos, “el Gran Desconocido”. Dios Padre es el Creador, el interlocutor del Padre Nuestro. El Hijo es, ni más ni menos, quien se hizo hombre para salvarnos. Pero, ¿qué sabemos del Espíritu Santo?

Por principio de cuentas, sabemos que es una de las tres Personas divinas que, con el Padre y el Hijo, constituyen la Santísima Trinidad. Sabemos también que se le llama Paráclito (palabra griega que significa “Consolador”). Se le llama además Espíritu de verdad, Espíritu de Dios, Espíritu de Amor. Sabemos también que llega a nuestra alma en el bautismo, y que continúa morando en ella mientras no lo echemos por el pecado mortal.

Y a esto se reduce el conocimiento del Espíritu Santo para muchos católicos, que les hace a no tener más que una somera comprensión del proceso interior de santificación que desarrolla, precisamente, el Espíritu Santo.

Hasta que Cristo la reveló, la existencia del Espíritu Santo - y, por supuesto, la de la Santísima Trinidad- era desconocida para la humanidad. Dios quería sobre todo insistir en la idea de Su Unidad, ya que los judíos estaban rodeados de naciones politeístas. Más de una vez dejaron el culto al Dios único, por la idolatría de los muchos dioses de su vecinos. En consecuencia, Dios, por medio de sus profetas, les inculcaba insistentemente la idea de Su Unidad. No complicó las cosas revelando al hombre pre-cristiano que hay tres Personas en Dios. Había de ser Jesucristo quien nos comunicara este maravilloso vislumbre de la íntima naturaleza divina.

Pues bien, ya que nosotros creemos en el Espíritu Santo, además del Padre y del Hijo, sería bueno que recordásemos qué queremos decir con esto. Quizá nos convenga no olvidar que el Espíritu Santo ha existido desde toda la eternidad, y la Trinidad no sería tal sin el Espíritu Santo. Remontémonos hasta el mismo inicio de todas las cosas, imaginemos a Dios existiendo fuera del tiempo, independiente de los mundos e incluso de los ángeles. Desde toda la eternidad ha habido una riqueza infinita de vida dentro de la simplicísima unidad de la Divinidad.

Explicábamos antes que Dios, el Padre, desde la eternidad ha dicho una Palabra; o, si queremos expresarlo de una manera más luminosa, ha producido un Pensamiento de Sí mismo. Cuando tú y yo pensamos, el pensamiento no tiene existencia alguna fuera de nuestras mentes; pero cuando la Mente eterna piensa en Sí misma, produce un Pensamiento tan eterno y tan perfecto como Ella, y ese Pensamiento es, como la Mente eterna, una Persona divina. Así que tenemos ya dos Personas dentro de la Santísima Trinidad: la Mente eterna y su eterno Pensamiento. Ahora bien, es imposible que esas dos Personas divinas existiendo juntas resulten mutuamente indiferentes: debe haber una actitud de la una hacia la otra, que no es difícil adivinar cual será: se amarán recíprocamente.

El Amor que brota tanto de la Mente eterna como de su eterno Pensamiento, como un lazo mutuo, es el Espíritu Santo. Por eso decimos que el Espíritu Santo “procede del Padre y del Hijo”. Él es la respuesta consciente del Amor que surge entre ellos, que va del uno al otro.

Ricardo Sada Fernández

EL ANACORETA Y LOS VASOS COMUNICANTES


Comentaba el joven seguidor la cantidad de gente infeliz que conocía. Sonrió el Anacoreta y le dijo:

- Con la felicidad pasa como con los vasos comunicantes. Nuestra felicidad afecta a la felicidad de los demás y contribuye o no a hacer un mundo mejor. De la misma manera, la de los demás también afecta a la nuestra. Un pueblo feliz es un pueblo en armonía, un pueblo que se ama y basa su felicidad en comunicarla a los demás...

LA VIDA CRISTIANA ES BELLA. LA TRINIDAD Y YO


El próximo domingo celebramos la solemnidad de la Santísima Trinidad, misterio central de nuestra fe.

Es muy diferente un pozo seco a un manantial. El manantial tiene vida. El pozo seco o con agua estancada es muerte. Cuando nos referimos a la relación del hombre con Dios puesta en acto, hablamos de vida, vida espiritual.

¿Cuál es la fuente de la vida espiritual? ¿De dónde viene esta vida? ¿Quién da vida? La fuente de la vida espiritual es la vida de Dios, nuestra participación en la vida de la Santísima Trinidad por la gracia a través de los sacramentos y la oración.

Eso es lo que se mueve allá adentro de nosotros, esa es la sangre que corre por nuestras venas desde el día de nuestro bautismo. Desde entonces, el manantial que ocupa el centro de nuestro ser es la Trinidad. ¡Qué maravilla!

UNA VERDAD EXISTENCIAL

El próximo domingo celebramos la solemnidad de la Santísima Trinidad, misterio central de nuestra fe. Para mí esta fiesta es una invitación a poner en acto en la oración eso que creo por la fe, en forma de relación personal, de trato, con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. No basta el conocimiento del misterio, la Iglesia nos invita a través de la teología y de la liturgia a profundizar en su significado, pero profundizar de una manera no sólo intelectual, sino afectiva, existencial.

EL BAUTISMO: UNA LLAMADA AL AMOR

Al recibir en el bautismo el don de la gracia santificante, que nos hizo hijos de Dios, recibimos de parte de Él una llamada al amor. Después de esto nuestra vida cristiana consiste en responder al don recibido de Dios: “Si alguien me ama, guardará mi palabra y mi Padre le amará y vendremos a él y haremos morada en él.” (Jn 14, 23) Dios que puso amor, espera una respuesta de amor.

"La respuesta de la fe nace cuando el hombre descubre, por gracia de Dios, que creer significa encontrar la verdadera vida, la “vida en plenitud”. Uno de los grandes padres de la Iglesia, san Hilario de Poitiers, escribió que se convirtió en creyente cuando comprendió, al escuchar en el Evangelio, que para alcanzar una vida verdaderamente feliz eran insuficientes tanto las posesiones, como el tranquilo disfrute de los bienes y que había algo más importante y precioso: el conocimiento de la verdad y la plenitud del amor entregados por Cristo (Cf. De Trinitate 1,2)." (Benedicto XVI 13 de junio 2011)

INTIMIDAD CON DIOS

Dios nos invita a participar de su vida íntima, de esa vida que consiste en el amor entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Se dice fácil, pero este es un misterio grandioso, algo sobrehumano, sobrenatural, y en el cual estamos sumergidos.

Cada vez que intimamos con Dios en la oración entramos en el misterio. Es fe orante. En ella nos dirigimos a Dios como Padre. Padre es el nombre propio de Dios. Así nos lo reveló Jesucristo, quien vive contemplándolo permanentemente. “El Padre, que me ha enviado, posee la vida, y yo vivo por él. Así también el que me come vivirá por mí” (Jn 6, 57).

En Jesucristo contemplamos la belleza del Padre, él es “resplandor de Su gloria” (Hb. 1,3), el que está con nosotros, Dios-con-nosotros (Is 7, 14) Su misión es nuestra salvación. Tratamos con Cristo como nuestro salvador, nuestro redentor: “Padre, yo deseo que todos estos que tú me has dado puedan estar conmigo donde esté yo” (Jn 17, 24). Somos pecadores rescatados por la sangre de Cristo y en la oración cristiana nos dirigimos a Él como nuestro Redentor para darle las gracias, pedirle perdón, aprender de Él.

Y tratamos con el Espíritu Santo cuya misión es nuestra santificación. A partir del bautismo tenemos toda una vida por delante para crecer y asemejarnos como hijos que somos, al Hijo con mayúscula. Esa labor paciente de transformación conforme a la imagen de Cristo la va realizando el Espíritu Santo en nosotros poco a poco, como el agua sobre la piedra de río, a medida que cooperamos con Él. El Espíritu Santo es el Santificador, el Huésped de nuestra alma, nuestro Socio con el que trabajamos para realizarnos en plenitud como hombres y como cristianos. Él es amor y derrama el amor de Dios en nuestros corazones. (Rom 5, 5)

La vida espiritual, la vida de oración, es simplemente maravillosa. ¡Qué gozada poder tratar como hijo con EL PADRE, como pecador rescatado con su mismo REDENTOR; como buscador con su GUÍA! Francamente, ¡qué maravilla!

LA VIDA CRISTIANA ES BELLA.

N.B. Si un espectáculo de agua, luz y sonido (no dejes de verlo) puede ser tan armónico y bello, ¡qué será la belleza de la vida trinitaria que llevamos dentro!

Autor: P Evaristo Sada LC

¿POR QUÉ LOS CRISTIANOS CREEN EN LA TRINIDAD?


La Trinidad, escuela de relación.

¿Por qué los cristianos creen en la Trinidad? ¿No es ya bastante difícil creer que existe Dios como para añadirnos el enigma de que es «uno y trino»? A diario aparece quien no estaría a disgusto con dejar aparte la Trinidad, también para poder así dialogar mejor con judíos y musulmanes que profesan la fe en un Dios rígidamente único.

La respuesta es que los cristianos creen que Dios es trino ¡porque creen que Dios es amor! Si Dios es amor debe amar a alguien. No existe un amor al vacío, sin dirigirlo a nadie. Nos interrogamos: ¿a quién ama Dios para ser definido amor? Una primera respuesta podría ser: ¡ama a los hombres! Pero los hombres existen desde hace algunos millones de años, no más. Entonces, antes, ¿a quién amaba Dios? No puede haber empezado a ser amor desde cierto momento, porque Dios no puede cambiar. Segunda respuesta: antes de entonces amaba el cosmos, el universo. Pero el universo existe desde hace algunos miles de millones de años. Antes de entonces, ¿a quién amaba Dios para poderse definir amor? No podemos decir: se amaba a sí mismo, porque amarse a uno mismo no es amor, sino egoísmo, o como dicen los psicólogos, narcisismo.

He aquí la respuesta de la revelación cristiana. Dios es amor en sí mismo, antes del tiempo, porque desde siempre tiene en sí mismo un Hijo, el Verbo, a quien ama con amor infinito, que es el Espíritu Santo. En todo amor hay siempre tres realidades o sujetos: uno que ama, uno que es amado y el amor que les une. Allí donde Dios es concebido como poder absoluto, no existe necesidad de más personas, porque el poder puede ejercerlo uno solo; no así si Dios es concebido como amor absoluto.

La teología se ha servido del término naturaleza, o sustancia, para indicar en Dios la unidad, y del término persona para indicar la distinción. Por esto decimos que nuestro Dios es un Dios único en tres personas. La doctrina cristiana de la Trinidad no es un retroceso, un pacto entre monoteísmo y politeísmo. Al contrario: es un paso adelante que sólo el propio Dios podía hacer que lo diera la mente humana.

La contemplación de la Trinidad puede tener un precioso impacto en nuestra vida humana. Es un misterio de relación. Las personas divinas son definidas por la teología «relaciones subsistentes». Significa que las personas divinas no tienen relaciones, sino que son relaciones. Los seres humanos tenemos relaciones -entre padre e hijo, entre esposa y esposo, etcétera--, pero no nos agotamos en esas relaciones; existimos también fuera y sin ellas. No así el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

La felicidad y la infelicidad en la tierra dependen en gran medida, lo sabemos, de la calidad de nuestras relaciones. La Trinidad nos revela el secreto para tener relaciones bellas. Lo que hace bella, libre y gratificante una relación es el amor en sus diferentes expresiones. Aquí se ve cuán importante es que se contemple a Dios ante todo como amor, no como poder: el amor dona, el poder domina. Lo que envenena una relación es querer dominar al otro, poseerle, instrumentalizarlo, en vez de acogerle y entregarse.

Debo añadir una observación importante. ¡El Dios cristiano es uno y trino! Ésta es, por lo tanto, asimismo la solemnidad de la unidad de Dios, no sólo de su trinidad. Los cristianos también creemos «en un solo Dios», sólo que la unidad en la que creemos no es una unidad de número, sino de naturaleza. Se parece más a la unidad de la familia que a la del individuo, más a la unidad de la célula que a la del átomo.

La primera lectura de la Solemnidad nos presenta al Dios bíblico como «misericordioso y clemente, tardo a la cólera y rico en amor y fidelidad». Éste es el rasgo que reúne más al Dios de la Biblia, al Dios del Islam y al Dios (mejor dicho, la religión) budista, y que se presta más, por ello, a un diálogo y a una colaboración entre las grandes religiones. Cada sura del Corán empieza con la invocación: «En el nombre de Dios, el Misericordioso, el Compasivo». En el budismo, que desconoce la idea de un Dios personal y creador, el fundamento es antropológico y cósmico: el hombre debe ser misericordioso por la solidaridad y la responsabilidad que le liga a todos los vivientes. Las guerras santas del pasado y el terrorismo religioso del presente son una traición, no una apología, de la propia fe. ¿Cómo se puede matar en nombre de un Dios al que se continúa proclamando «el Misericordioso y el Compasivo»? Es la tarea más urgente del diálogo interreligioso que juntos, los creyentes de todas las religiones, deben perseguir por la paz y el bien de la humanidad.

Autor: Raniero Cantalamessa, OFM Cap.