"Aquello me llevó a una hipersexualidad que a tan temprana edad no pude controlar. Caí en una especie de adicción a la pornografía, a la masturbación y todo lo relacionado con el sexo", comenta Robbie.
Robbie estudió
la licenciatura de inglés, es sub-director en un instituto católico y ha estado atrapado en la pornografía durante demasiado
tiempo. Su vida dio un giro cuando sintió que Dios le amaba y no le dejaba en
el pecado. Javier Navascués lo entrevista en Infocatólica.
"Crecí en una
familia en la cual se dieron diferentes realidades dolorosas en el matrimonio
de mis padres, infidelidades, exceso de alcohol o vicio de apuestas. No tuve
padres malos, simplemente estaban distraídos de
las diferentes circunstancias que pueden afectar a los hijos", comienza diciendo.
LOS
PRIMEROS TRAUMAS
Robbie desde pequeño comenzó a
tener malas experiencias que le llevaron a sentir atracción por personas de su
mismo sexo. "En la escuela primaria, cerca de
los 8 o 9 años, tuve mi primera experiencia visual con el sexo opuesto, una
amiguita de mi edad me mostró sus partes íntimas para que las
tocara", relata.
"Poco tiempo
después tuve otra mala experiencia con una amiga de la abuela de un amigo.
Mientras le cortaba el pelo a mi amigo, ella pasaba a mi lado y me mostraba su
ropa interior. Estas malas experiencias fueron alimentando una atracción al
mismo sexo, sumado al hecho de ser el único varón en un hogar con
tres hermanas y una mayor convivencia con mi madre que con mi padre", confiesa.
Pero nada como lo que le iba a
ocurrir con 11 o 12 años. "Tuve la experiencia
más fuerte en mi niñez, los tocamientos de un primo en las noches que
nos reuníamos para jugar videojuegos. Al inicio, recuerdo que
no supe como reaccionar. No era un tema que se tratara con mis padres. No
hablábamos nunca de los temas sexuales ni el que había que hacer en caso de que
algo así sucediera", recuerda.
"Así que mi
reacción al tocamiento no buscado, fue simplemente el aparentar que estaba
dormido, solamente que mi cuerpo reaccionó. Los tocamientos continuaron durante
un año, aproximadamente. Todo lo anterior, me llevó a una hipersexualidad
que a tan temprana edad no pude controlar. Caí en una especie de
adicción a la pornografía, a la masturbación y todo lo relacionado con el
sexo", añade.
Y, con 14 o 15 años tuvo su
primera relación con otro hombre. "Era un
amigo de la familia. Fue allí donde inicié mi caminar profundo y prolongado
en el mundo de la homosexualidad. Un camino en el cual andaría cerca
de 7 u 8 años. Un camino en el cual también creí que amaba, que 'el amor era
amor', que Dios incluso nos había hecho así, un camino en el cual aprendí que
uno puede creer, real y profundamente, que lo que se 'siente' es verdad y real",
afirma.
EL
CAMINO DE REGRESO
Pero, llegaría el día en el que
Dios iluminaría todas esas oscuridades. "Llegaría
el día en el que Dios silenciaría la falsa algarabía y música para permitirme
escuchar su voz, llegaría el día en el que incluso me permitiría sentir el dolor
que mis actos le causaban en su corazón. Y sería ese momento, en el
cual iniciaría mi conversión", comenta.
Y fue gracias a un sacerdote, el
padre Gustavo, quien le invitó a un retiro de jóvenes en el cual se abriría un
poco a saber quién realmente era Dios. "Es
aquí donde resalto la importancia de tener sacerdotes que inviten a la
conversión, sacerdotes que vayan tras las ovejas perdidas, no para
dejarlas en su pecado, sino para mostrarles al Verdadero Dios por quien se
vive. Sacerdotes que no callen la Verdad ante un mundo que ama la mentira",
expresa.
"Llegaría el día en
el que incluso me permitiría sentir el dolor que mis actos le causaban".
Sin embargo, Robbie estaba atado
y justificaba su conducta. "Todo inició allí,
en un encuentro con Dios. Un encuentro en el cuál conocí al Dios verdadero,
pero que en mi humanidad y pecado, lo desfiguraría para hacerlo algo que se
adecuara a lo que yo quería vivir. Pero tras un primer acercamiento
a Dios quiso poder compatibilizar ambas cosas… Mi desfigurar a Cristo, me
llevaría a convertirme en un 'católico homosexual'", explica.
"Recordemos
que el demonio clava sus garras más fuertemente cuando Dios está rescatando a
sus hijos. Mi pecado y el aferramiento a lo que yo llamaba 'amor' me llevó a
incluso acudir a misa y orar a Dios para que el mundo entendiera que
mi estilo de 'vida' no
era malo, que Dios así nos había hecho, que el vivir en la homosexualidad no
era pecado y que sí era 'amor'", confiesa.
Pero, Dios, no parecía del todo
satisfecho y quería más. "Mi oración iba
enfocada a que el mundo nos entendiera, nos aceptara y abrazara nuestra
homosexualidad. Dios respondió a mi oración, pero de una
manera que no esperaba. Una manera que me doblaría las rodillas, me
tiraría al piso, y me haría voltear hacia Él", dice.
Esa vuelta no sería un camino de
rosas. "Es importante mencionar que mi
conversión no fue de un día para otro, no amanecí deseando o sintiendo
atracción por las mujeres. No amanecí dejando de sentir atracción por
quien llamaba mi pareja. Pero si amanecí con algo
esencial….confianza y esperanza. Mi proceso fue de alrededor de 3 años", explica.
Hasta que una noche cambiaría
todo. "Tenía alrededor de 19-20 años. Recuerdo
estar acostado en mi cama, con las luces apagadas, listo para dormir. De
pronto, la atmosfera de mi corazón cambió. A mi mente y corazón vendrían
las pláticas de retiros, de las homilías, vendría la Palabra
misma", recuerda.
"Vendría una
amargura y tristeza que, ahora sé, era la misma tristeza que mis actos, mi
elección de vida, estaban causando al Corazón de Jesús. En ese momento, me puse
a llorar en mi corazón. Era un grito de amor, el grito de Dios
llamándome a orar, pero realmente a orar con Él. Esa noche sería mi
noche con Jesús en el huerto. Entre el llanto y amargura del alma, solo pude
tirarme de la cama, ponerme de rodillas y orar a Dios", añade.
Robbie se puso frente a Dios y le
habló cara a cara. "Recuerdo mis palabras:
'Dios mío, sé que no soy quien tu quieres que sea, sé que en este momento me
escupirías, me vomitarías. Sé que no soy lo que tu has creado. Ayúdame, mándame
una mujer de la cual me enamore tan perdidamente que pueda ser
lo que tu quieres que sea'. Fue esa noche cuando realmente escuché a Dios en mi
corazón, en mi alma", relata.
Dios quería algo más todavía. "Fue entonces cuando entendí lo que Dios me
pedía….mi conversión (...). Aprendí que Dios nos regala, en su infinito amor,
ese 'sí'. Pero que nuestro 'no' a lo que nos aleja de Él es realmente lo que permite
que Dios vaya ordenando nuestros afectos, le desata las manos para
poder obrar. Ese 'no' al pecado nos quita la condición de esclavos y nos
permite que Dios nos lleve a la Tierra Prometida. Nos permite que Él nos
rescate", asegura.
UNA
PÉRDIDA MUY DOLOROSA
"Durante esos
años, aprendí a decir 'no' al pecado, aún cuando mi humanidad quería decir
'sí'. Aprendí a decir 'no' por el hecho de saber que, desde la razón, Dios me
pedía que me negara a pecar, aún cuando el sentimiento me invitaba a decir
'sí'", añade.
Y, un día, sin darse cuenta, todo
se ordenó. "Después un par de años en donde
hubo recaídas, ya no volví a caer. Dios siempre estaba recordándome el camino,
levantándome e invitándome a no pecar más, hasta que de pronto el mismo sexo ya
dejó de atraerme. De pronto, mi hombre desordenado del pasado parecía un
extraño al cual yo no reconocía. Simplemente llegó un día en el
que Dios me había rescatado del desorden del mundo y en mí ya no había cabida
para la vida homosexual", asegura.
Sus años en la práctica homosexual
le dejaron una desazón muy grande. "La
vida en Dios me hizo feliz. Cuando viví en la homosexualidad, creía
ser feliz, creía amar, genuinamente creía que era feliz. No contaba
con que Dios me mostraría lo que realmente era la felicidad, el amor y la verdad",
comenta Robbie.
"De pronto, mi hombre
desordenado del pasado parecía un extraño al cual yo no reconocía".
Y sería Lucía, su esposa, ese
instrumento de Dios para su conversión. "Fue
la respuesta a mi oración en esa noche en la que Dios me habló. Fue con ella
con quién conocí realmente el Amor que Dios tiene para sus hijos. Ese
amor en el que dos se hacen uno, y uno vive solo para amar al otro.
Cuando éramos novios, una noche me preguntó sobre mi pasado, y le conté sobre
él. Al terminar le pregunté si eso cambiaba en algo nuestra relación, temiendo
yo un adiós", afirma.
"Su respuesta
me fundió en amor con ella. Sus palabras fueron: 'no mi amor, solamente me
duele que hayas tenido que sufrir tanto para encontrarme, pero ya estoy aquí, y
ahora todo va a estar bien'. Nos casamos el 1 de marzo del 2008, después de 2
años de noviazgo, a sus 24 y a mis 25 años de edad. Fueron los años más hermosos
de mi vida, pero también hubo dolor, ese dolor que te fusiona con la
persona que amas", añade.
Pero, en esta intensa felicidad
también habría un gran dolor. "En el 2014
perdimos a nuestro hijo al nacer prematuro, Jesús Roberto. Fue el dolor más
grande que ambos experimentaríamos. Juntos pudimos volver a sonreír y disfrutar
nuestra vida en amor. Ahora sé que incluso Dios permitió que ella
fuera mi todo, y que yo también lo fuera todo para ella en Dios.
Entiendo que era necesario para sanar todo lo que debía ser sanado", comenta.
Tras 12 años de relación, Lucía
iba a morir de cáncer. "Dios permitió que ella
se reuniera con nuestro hijo. En 2017, un 20 de agosto, ella fue recibida en la
casa de Dios (...). Cuando Lucy falleció solamente pude ir al
templo y llorarle frente a la cruz. Mis palabras a Cristo fueron 'no
sé que hacer, no sé cómo seguir viviendo, si es posible llévame con ellos. No
sé como vivir sin ella, por favor, ayúdame, no sé como lo vas a hacer, pero sé
que puedes hacerlo'", afirma.
El dolor era tan intenso que
pensó en terminar con su vida, pero le venía la voz de su esposa diciéndole 'no, shulito' (así le decía ella de cariño). "Ha habido días en los que le he dicho a Dios '¿para
esto me sacaste de Egipto?'. Momentos en los que mi humanidad, en
dolor, me hace ser un hijo rebelde. Pero Dios me ha revelado que hay dolores
que Él permite que lleguen a nuestra vida para ser purificados, y sé, que mis
vestiduras debían ser purificadas", comenta.
El papel de María sería
importante en este camino. "Yo no entendía el
dolor, hasta que un día la Virgen María me dio la respuesta: 'porque sé lo que
estás viviendo, perdí a mi esposo, perdí a mi hijo, sé del dolor y las ganas de
volver al Padre'. Ese día, dejé de sentirme solo, ese día me supe
acompañado, ese día Dios me regaló la confianza y esperanza de
nuevo", afirma.
"En un retiro,
tres meses después de su partida, escuché interiormente su voz diciendo:
'shulito, ya es tiempo'. Dios ha puesto y permitido todo. Incluso este mismo
momento es Dios queriendo que leas sobre las maravillas que Él puede hacer en
tu vida. En este mismo instante, Él, quiere mostrarse como realmente Él és
(...). No tengas miedo, no pierdas la esperanza, no te cierres al Amor verdadero
y más grande que vas a conocer en tu vida", expresa.
Ahora, Robbie quiere dedicar su
vida a la Persona que le rescató. "En mi
juventud viví para mí, en mi vida joven-adulta viví para mi esposa, y fui muy
feliz. Ahora, Dios me pide que viva para Él. Quiero ser sacerdote, quiero ser
sacerdote Santo. Quiero entregar mi vida enteramente a Él. Solo para Él (...).
Cristo me ha dicho que el camino no será fácil, pero que siempre
estará a mi lado durante todo el camino", concluye.
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