GRACIAS A LA LABOR DE UN BUEN MÉDICO, GUSTAVO Y MARISOL TUVIERON UNA SEGUNDA OPORTUNIDAD
Gustavo González y Marisol Sánchez, con sus hijos,
viven hoy agradecidos a Dios y a la labor de un buen ginecólogo que quería
enmendar sus errores y ayudar a otros a hacerlo.
A sus 25 años, Marisol y su
marido, Gustavo, tenían las mejores excusas para poner
fin a la posibilidad de ser padres antes de someterse a la ligadura de tromas. Ella, joven y con
tres cesáreas, no solo estaba convencida de que tener un nuevo hijo pondría en
peligro su vida, sino que una "herida"
de la infancia le continuaba persiguiendo décadas más tarde bajo un
rechazo a la familia numerosa. Primero llamó a su puerta la depresión y, 14
años después, "el Señor" colocó en
ella y su marido un renovado
deseo de maternidad, aparentemente imposible de
realizar.
Como la mayor de siete hermanas,
Marisol, de Colombia, reconoce no haber tenido la mejor imagen de la maternidad.
Sin embargo, desde que se casó hace ya 21 años siendo una joven universitaria
luchó contra ese dolor y recibió con alegría a su
primera hija, Vanesa, hoy religiosa. Poco después llegó Ana Sofía primero y dos años
después, los gemelos Marcos y Mateo.
Antes de su último embarazo, ella
ya había pensado en poner fin a su fertilidad, pero tener cuatro hijos y tres cesáreas con tan solo 25 años ella y 29 Gustavo le llevó a tomar la
decisión, al principio con la oposición de su marido. Sin embargo, el riesgo
vital que podrían suponer más embarazos por cesárea, única modalidad
contemplada a partir de la tercera realizada, les llevó a someterse a la
cirugía para quedar esterilizada de por vida.
Entonces comenzó lo que recuerdan
en el canal Regálame tu historia como
"una vida en automático" seguida de "años
muy duros" y de dificultad en todos los ámbitos. Finalmente tocaron
fondo en el plano espiritual cuando un retiro de Lazos de Amor
Mariano hace 5 años "partió" sus
vidas y su historia, cambiándolas para siempre.
UN
BUEN GINECÓLOGO, SU ÚNICA ESPERANZA
En el caso de Gustavo, recuerda
que en el retiro alardeó en un principio "de
la soberbia que caracteriza a los médicos", asegurando que la
ligadura de trompas que él acabó recomendando no era nada malo
"porque estaba anteponiendo la vida" de su mujer. Pero cuando en medio del retiro le preguntaron
qué había tenido que ver Dios en esa decisión, quedó sin respuesta.
Tras un "encuentro con el Señor", Gustavo
no tardó en saber que su mujer había vivido algo similar en otro retiro. En
ambos surgió un deseo de "reparar"
por su decisión, pero también "el deseo de un nuevo hijo" conforme
progresaban en su vida espiritual. Y "pensando
que nada es imposible para Él", comenzaron a rezar por un nuevo
hijo aunque según la fundamentada opinión de Gustavo, médico, "la posibilidad fuese muy baja".
Máxime habiendo transcurrido 14 años desde la cirugía.
Pero Marisol era consciente de
que seguía habiendo "grandes
dificultades" de cara a una nueva maternidad. Algo que comenzó a
derrumbarse cuando conoció a una joven madre de siete hijos. Y entonces le presentó un clavo ardiendo de esperanza al
que agarrarse.
Juan
Rafael Mejía, ginecólogo colombiano
especializado en la realización de ligaduras de trompas, fue consciente de "cómo había deshonrado al Señor" con
ello y comenzó a reparar su pasado realizando regresiones a
bajo coste a las mujeres que deseaban recuperar su
integridad y fertilidad. Y ahora Marisol tenía su contacto.
RESIGNADOS
A QUE DIOS OBRASE UN MILAGRO
Menos de cinco días después,
Marisol y Gustavo ya estaban en su consulta, pero lo que escucharon al
principio les dejó atónitos por su aparente falta de relación con la ligadura
de trompas que buscaba reparar.
Preguntados por el motivo de
querer llevar a cabo una "reversión", el
matrimonio respondió que para "tener otro
bebé", con lo que Mejía no coincidió.
"La relación
matrimonial es de tres, de Dios y los esposos. Cuando tomásteis la decisión de
haceros la tubectomía, rompisteis el vínculo con el Señor, el canal de la
gracia. La motivación por la que deben hacerlo es esta, restablecer el canal de
la gracia. Yo puedo hacer la cirugía, pero si el Señor tenía
establecido que tuvieseis cuatro hijos, será así con o sin tubectomía", les explicó.
Agradecidos por el consejo y su
ayuda, vieron como el doctor tenía razón. Al menos al principio, llegando a
pensar ella que "no lo merecía". Pero pasados unos meses, "abandonados
a la voluntad del Señor, supimos que estaba embarazada", relata
Gustavo.
"MORIRÍA
AL NACER": EL TURNO DE LA BEATA CONCEPCIÓN CABRERA
Los reveses no pararon ahí. Tras
unas primeras ecografías, detectaron unos tumores en la pequeña niña
que estaba por nacer.
"MORIRÍA AL
NACER", LE DECÍAN LOS ESPECIALISTAS.
Pero Gustavo y Marisol se negaron
a creerlo y en su lugar, encomendaron la vida de su hija a la beata
mexicana Concepción Cabrera de Armida. A los 15
días, nació Marian Teresita, en perfecto estado de salud,
lo que sus padres recibieron como todo un milagro de la beata.
Hoy está cerca de cumplir tres
años y es "la locura de la casa", pero
no está sola con sus otros cuatro hermanos: a los cinco meses Marisol quedó
nuevamente embarazada de su sexta hija, Clara Isabel.
Poco después supieron que José Agustín estaba en camino, a quien perdieron antes de
nacer, confiados en que hoy "está en el
cielo" cuidando de toda la familia. Hoy, Marisol anuncia radiante
que ya supera las 20 semanas de embarazo de Juanita de María, deseosos de que "sea
de la Virgen".
"RESCATADOS
POR LA GRACIA"
Cerca de disfrutar de tres
hijos que podrían no haber conocido por decisión propia de no ser por un buen
ginecólogo y mucha oración, Marisol y Gustavo son cada vez más conscientes de
lo que supone una "paternidad responsable": para ellos, es mucho más que tener las necesidades
cubiertas o prevenir posibles dificultades.
Se trata, dice Gustavo, "de saber llevar muy bien la voluntad del Señor". Y
eso supone también una esmerada educación en la fe que están dando a sus hijos,
"con esa responsabilidad como padres de que esa alma que
ha sido encomendada desde la eternidad la ayudemos a llegar de nuevo a ella".
"Es una bendición", comenta Marisol. "Nos sentimos
rescatados como familia. Cuando llegó nuestra primera hija Mariam [después de
la reversión de la ligadura] sentimos que nuestra paternidad y maternidad `se
salía´, que esos hijos llegaron como regalos para ayudarnos a sanar todas las
heridas que teníamos como padres, esposos y cristianos",
explica el matrimonio.
Hoy admiten que viven "de otra manera, enseñándoles a rezar, a conocer
al Señor ante el Santísimo, a tener prácticas cristianas, Clarita se
persigna a su manera, se arrodilla ante Jesús y Mariam Teresita va ante el
santísimo… es una paternidad y un matrimonio completamente diferente", agregan
los padres.
Actualmente, el matrimonio
continua buscando reparar con su vida y "estar
siempre en consonancia con la voluntad de Dios". Son decidida y
activamente provida, evangelizan en sus comunidades y asesoran a otras familias
sobre la maternidad y paternidad desde Amor fecundo.
"Hemos
sido rescatados por la gracia del Señor", concluyen.
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