Donación de órganos: acto de amor
Por:
Javier Ordovàs | Fuente: Catholic.net
Cada día se hace más necesaria la disponibilidad de
órganos para trasplantes. Mucha gente no está enterada de lo importante que es donar sus órganos
para poder dar vida o prolongar la vida de otras personas. Diversas instituciones han colaborado para incrementar el
número de donantes sin embargo todavía existe un insuficiente número de personas
que donan órganos comparado con la gran demanda. La doctrina
de la Iglesia católica respalda y estimula la generosidad de los donantes
dentro de un contexto apropiado.
DICE EL CATECISMO DE
LA IGLESIA CATÓLICA EN EL N. 2296:
¨El trasplante de órganos no es moralmente
aceptable si el donante o sus representantes no han dado su consentimiento
consciente. El trasplante de órganos es conforme a la ley moral y puede ser
meritorio si los peligros y riesgos físicos o psíquicos sobrevenidos al donante
son proporcionados al bien que se busca en el destinatario. Es moralmente
inadmisible provocar directamente para el ser humano bien la mutilación que le
deja inválido o bien su muerte, aunque sea para retardar el fallecimiento de
otras personas¨
PARA ILUSTRAR EL
TEMA VAMOS A CITAR A LOS DOS PAPAS ANTERIORES
El Papa Juan Pablo II, ahora canonizado, al
recibir a los participantes del XVIII Congreso Internacional de la Sociedad de
Trasplantes, defendió la donación de órganos, pero señaló enérgicamente que la clonación para esos efectos es
totalmente inaceptable desde el punto de vista moral.
“También en esta materia, el criterio
fundamental de valoración debe ser la defensa y la promoción del bien integral
de la persona humana, según su peculiar dignidad”.
DONACIÓN DE ÓRGANOS:
ACTO DE AMOR
Tras calificar la donación de órganos como “un
auténtico acto de amor”, san Juan Pablo II, puso de relieve que el
cuerpo humano “no puede ser considerado únicamente
como un complejo de tejidos, órganos y funciones, sino que es parte
constitutiva de la persona”.
Por eso, dijo el Papa “toda tendencia a
comercializar los órganos humanos o a considerarlos como unidades de
intercambio o de venta, resulta moralmente inaceptable, porque a través de la
utilización del cuerpo como 'objeto', se viola la misma dignidad de la
persona”.
San Juan Pablo II destacó también la importancia de que la persona que
done los órganos sea adecuadamente informada, de modo que decida libremente y
en caso de imposibilidad, se requiere “un eventual
consenso por parte de los parientes”.
UN PUNTO CLAVE:
¿CUÁNDO ESTÁ MUERTO EL SER HUMANO?
Los órganos vitales sólo se pueden extraer del
cuerpo de un individuo “ciertamente muerto”.
Aquí nace,
dijo, “una de las cuestiones más debatidas en los
círculos bioéticos actuales”, el problema de “la
constatación de la muerte”. En este sentido, añadió el Santo Padre, “es oportuno recordar que existe una sola ‘muerte de la
persona’, consistente en la total desintegración de aquel complejo unitario e
integrado que es la persona en sí misma”.
“La muerte
de la persona entendida en este sentido radical es un evento que no puede ser
directamente verificado por ninguna técnica científica ni metódica empírica.
Pero, la experiencia humana enseña también que la muerte de un individuo
produce inevitablemente signos biológicos”.
El reciente criterio de constatación de la muerte, el de la “cesación total e irreversible de toda actividad
encefálica, si es aplicado escrupulosamente, no aparece en contraste con los
elementos esenciales de una correcta concepción antropológica”, dijo el
Pontífice; y señaló que “sólo cuando existe esta certeza es moralmente legítimo
iniciar los procedimientos técnicos para extraer los órganos que hay que
trasplantar, previo consenso del donante o de sus legítimos representantes”.
“LISTA DE ESPERA” DE
ÓRGANOS
El Papa comentó otro problema, el de “la
atribución de los órganos donados mediante las listas de espera o la asignación
de prioridades”. El Pontífice destacó que desde el punto de vista moral,
un principio de justicia obvio exige que estos criterios “no sean discriminatorios (basados en la edad, sexo,
raza, religión, condición social) o utilitaristas. Para determinar quién tiene la
precedencia en la recepción de órganos hay que atenerse a valoraciones
inmunológicas y clínicas”.
¿QUÉ DIJO BENEDICTO
XVI?
Cuando era el
Cardenal Ratzinger (Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe):
«Donar los propios órganos es un gesto de amor
moralmente lícito siempre que sea un acto libre y espontáneo».
El entonces Cardenal, confiesa que forma parte de una asociación
de donantes de órganos, mientras subraya la contrariedad de la Iglesia ante
cualquier forma de procreación artificial. «Poner a disposición,
espontáneamente, partes del propio cuerpo para ayudar a quien tiene necesidad
es un gesto de gran amor. No es así, en cambio, el caso de la fecundación
artificial de los embriones, que no prevé el acto de amor entre cónyuges.
ES ALECCIONADOR
RECOGER PARTE DE UNA ENTREVISTA AL CARDENAL RATZINGER:
P.- Cardenal Ratzinger, ¿es siempre moralmente
lícito donar los propios órganos?
R.- Cierto que es lícito incorporarse,
espontáneamente y con plena consciencia, a la cultura de los transplantes y de
la donación de órganos. Por mi parte, sólo puedo decir que he ofrecido
toda mi disponibilidad a dar, eventualmente, mis órganos a quien tiene
necesidad.
P.- ¿Esto quiere
decir que está incluso inscrito en una asociación de donantes?
R.- Sí, hace años que me inscribí en la
asociación y llevo siempre conmigo este documento en el que, además de mis
datos personales, está escrito que estoy dispuesto, si se da el
caso, a ofrecer mis órganos para ayudar a cualquiera que tenga necesidad: es simplemente un acto de amor.
P.- ¿Qué significa
para un cristiano ofrecer el propio cuerpo para transplantes?
R.- Significa tantas cosas juntas. Pero,
sobre todo, significa cumplir, repito, un gesto de altísimo amor hacia quien
tiene necesidad, hacia un hermano en dificultad. Es un acto gratuito de afecto,
de disponibilidad, que cada persona de buena voluntad puede realizar.
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