GIORGIO MARENGO TIENE 47 AÑOS, ES MISIONERO EN MONGOLIA Y RECIBIRÁ EL CAPELO EN EL CONSISTORIO
Giorgio Marengo es misionero -desde hace 20 años- y cardenal -el más
joven del mundo- de Mongolia, donde solo el 0,04 de la población es católica: como exorcista y en estrecho contacto con el chamanismo
mongol, ofrece una serie de consejos para hacer frente al demonio tanto en
Oriente como en Occidente.
De los 3,2 millones de habitantes
de Mongolia, en torno a 1.200 son católicos.
La minoría que representa la Iglesia católica en este país no llega al 0,04% del total de la población,
lo que se aprecia mejor al observar que el número de chamanes supera en diez
veces al de fieles católicos.
Frente a la tradición budista y
chamánica del país y de otras zonas de Asia oriental, la escasa extensión de la
Iglesia en Mongolia se explica también con el reducido número
de misioneros -no superan
los 60- y la reciente presencia de los mismos en el país desde hace 30 años y
tras casi 8 siglos de ausencia de cristianismo.
En este contexto, potente voz
evangelizadora se alza en Mongolia, que sin embargo, no es nueva: A sus 47 años, el sacerdote Giorgio Marengo (1974)
lleva casi media vida como misionero en diversas zonas del país. Tras
su reciente nombramiento como cardenal -el más joven del mundo- Marengo
pretende aportar un nuevo impulso evangelizador a estas tierras ignotas para la fe católica.
De entre las múltiples formas que
planea llevar a cabo su plan pastoral, Marengo es consciente de la profunda tradición chamánica de este país y
de las conexiones que, de forma directa o indirecta, se da entre
las tradiciones orientales y el satanismo. O
al menos, de la necesidad real que este país tiene del ministerio del
exorcismo.
En este sentido, no sorprende que
pocos días antes de que fuese nombrado cardenal por el Papa Francisco el pasado
29 de mayo, Marengo acudiese a su Italia natal para participar en el XVI Curso
de Exorcismo y Oración de Liberación que tuvo lugar en el Ateneo Pontificio
Regina Apostolorum. Un curso en el que, además, Marengo ya participó como
alumno en anteriores ediciones.
Antes de su nombramiento, fue
prefecto apostólico de Ulán Bator (Mongolia) y acudió al curso en calidad de
obispo y por tanto, como "primer exorcista en
su diócesis". En este sentido, su conferencia titulada El papel del obispo en el ministerio del exorcismo estuvo plagada de referencias a la dimensión "misionera" del exorcismo, así como de su
aplicación y consejos tanto en Occidente como en os países de tradición
chamánica.
Fruto de ambas experiencias, como
misionero y como exorcista, Marengo relató no pocas ocasiones en las que ha
presenciado "experiencias comunes de personas
no cristianas pidiendo a sacerdotes que los libren del demonio",
lo que le permite afirmar que el exorcismo "es
una necesidad a todos los niveles", especialmente en un país con
cerca de 10.000 chamanes.
EVANGELIZACIÓN
Y SACRAMENTOS, CLAVES EN LA LUCHA CONTRA SATANÁS
Luis Santamaría del Río, Fundador
de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas, recogió en Portaluz el
contenido de la conferencia, donde el cardenal hizo alusión a "la dimensión genuinamente misionera del
exorcismo".
"La Iglesia
lucha contra él -Satanás, el adversario, el divisor que se mete en medio para
impedir la relación con Cristo- con la proclamación del Evangelio de Jesucristo
y haciéndolo presente a Él en la acción sacramental", afirmó.
Hasta la desintegración de la
URSS, Mongolia no fue una excepción en la secularización generalizada que
afectó a las repúblicas integrantes, y el chamanismo, la creencia mayoritaria
en el país enfrentó su prohibición y una drástica disminución en su práctica.
Sin embargo, desde la aprobación
en Mongolia de su primera constitución en 1992 tras la disolución de la URSS,
el chamanismo no solo
se ha convertido en una "industria
en crecimiento" según
el antropólogo Manduhai Buyandelger: Como
explica The Guardian,
actualmente el chamanismo también está protegido por la propia constitución.
En este sentido, Marengo
reconoció "los restos de formas ancestrales
ligadas a lo oculto" propias del chamanismo en Mongolia desde hace
aproximadamente 2.000 años.
En Mongolia hay cerca
de 10.000 chamanes -ocho veces más que los católicos del país- y se les
considera una especie de "intermediarios" entre los humanos y los
espíritus.
LOS
"PELIGROS REALES" DE LA SUPERSTICIÓN
Consecuencia de ello es la
existencia de casos reales de personas que mientras
realizaban la preparación para el bautismo sufrían "por acción de los espíritus" y
abandonaban el camino de la fe.
"El enemigo se
mete en medio, en estos contextos de primera evangelización, para evitar que la
gente se adhiera a Cristo", subrayó
el ahora cardenal. En este contexto, recordó que "la
actividad de los discípulos de Jesús incluía echar demonios y sacar
enfermos", por lo que el exorcismo "es
parte integrante del ministerio encargado por el Resucitado".
Debido al protagonismo creciente
de la superstición -tanto en Mongolia como en Occidente- Marengo se preguntó "¿cómo hacer con un pasado personal de
prácticas supersticiosas?" a la hora de evangelizar
nuevas culturas antes de responder con varios textos de la Biblia. "Dios llama a no mezclarse con estos cultos,
y por eso el Antiguo Testamento insiste en sus peligros reales para
la nueva relación del hombre con el Dios que se revela", sintetizó.
"El motivo de
la condena es siempre el mismo y nos vale también para hoy: estas
prácticas suponen una falta de fe, acudimos a ellas para salir de la
incertidumbre", mientras que Cristo "se fía totalmente del
Padre" ante la tentación. "Del mismo modo, la humildad de quien cree
en Cristo supone fiarse totalmente de Él", añadió.
Por ello, Marengo denunció que
las supersticiones -entre las que se encuentra el chamanismo- responden en
parte a que "en Occidente hemos puesto entre paréntesis al
diablo y se ha negado su existencia pero
se experimentan sus terribles maquinaciones". También mencionó el
acercamiento a las tradiciones orientales, "donde
es corriente el recurso a los espíritus", una práctica "contra la que advierte la Iglesia".
CINCO
HERRAMIENTAS PARA LUCHAR CONTRA EL MAL
Antes de finalizar su
intervención, monseñor Marengo mencionó cinco pautas con
las que la Iglesia puede luchar contra el mal y el demonio de forma cotidiana:
1º “La vía maestra es la oración. Y en ella destacan la adoración eucarística y las
diversas formas de devoción mariana”. Y el caso de Mongolia lo
ejemplifica: “todo está cambiando tras la difusión
de la adoración del Santísimo”. Recomendó el uso de oraciones litánicas
con textos alusivos a la sanación, siempre sujetas a las normas litúrgicas.
2º “Ha de hacerse una catequesis adecuada sobre la
acción del demonio y cómo hacerle frente”.
3º “Compartir frecuentemente espacios de
convivencia donde puedan surgir, en el diálogo, cuestiones de demonología”.
4º Realizar "bien y con
coordinación… la celebración del exorcismo cuando
sea necesario”, según las normas de la Iglesia. De esta forma, “la Iglesia local tiene la plenitud de la
sacramentalidad”.
5º Por último, mejorar “la formación de
sacerdotes y religiosos sobre la
salud espiritual y la lucha contra el demonio”.
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