lunes, 14 de febrero de 2022

¿EXISTE UN EQUILIBRIO ENTRE CUERPO, ALMA Y ESPÍRITU?

Lo que respondería un católico.

POR: FRANCO LANATA | FUENTE: CATHOLIC-LINK

Si hiciéramos el experimento de preguntarle a nuestros familiares o amigos si alguno de ellos está practicando algún deporte o está haciendo una dieta para regular su peso,  seguramente serían muchos los que nos responderían que sí, incluso más de los que imaginamos y es que, ¿quién no quiere estar bien y verse bien?

Por un lado, la oferta y variedad de deportes es cada vez más grande, las ciudades intentan crear espacios propicios para fomentar y favorecer su práctica, los Estados invierten en el desarrollo de las disciplinas locales y la práctica profesional de los mismos es seguida por millones de personas alrededor del mundo. Basta ponerse a pensar en el fenómeno social que son los mundiales de fútbol, por ejemplo. Cada vez vemos más gimnasios en nuestras ciudades y esto se convierte en un impulso para todos, incluso para los que no han desarrollado habilidades físicas o tácticas en disciplinas específicas del deporte. ¿Pero qué tendrá que ver el cuidado del cuerpo con el alma y el espíritu?

Cuerpo, dieta y ejercicio: tres elementos que, como hemos visto, son sumamente positivos. Pregunta, ¿podrían ser alguna vez perjudiciales o peligrosos?

Por un lado, hoy en día existe mayor conocimiento y conciencia de lo que es bueno para nuestra salud y nutrición y por esta razón las empresas que venden productos procesados deben especificar detalladamente al comprador qué es lo que está consumiendo. Si hablamos de productos naturales, vamos conociendo sus propiedades y la mejor manera y momento en que debemos consumirlos. Esto es excelente, pues favorece a tener más cultura y a poder impulsar el desarrollo de sociedades más saludables. Aclaremos varios puntos importantes de este tema:

1. LA PERSONA HUMANA ES UNA UNIDAD DE CUERPO, ALMA Y ESPÍRITU

Lo primero que rebate el Fr. Rob Galea es la falsa y antigua concepción dualista del ser humano según la cual el alma, que es buena, habita un cuerpo, que es malo. Ante esto responde con una idea contundente que resume la perspectiva católica: La persona humana es una unidad de cuerpo, alma y espíritu creada toda ella a imagen y semejanza de Dios. Esto quiere decir que la persona humana está invitada a encontrar la felicidad en el conocimiento de la verdad, la libertad, la comunión y la entrega a los demás. Por lo tanto, el cuerpo es bueno y está creado en orden al desarrollo y plenitud de la persona, que consiste en el amor a Dios y a los demás. Esto se potencia aún más cuando, por medio del bautismo, el cuerpo humano se vuelve Templo del Espíritu Santo, como enseñaba San Pablo.

2. ALMA SANA, CUERPO SANO

La salud corporal, con la belleza que se puede seguir en consecuencia, es algo bueno que la persona está llamada a cuidar libre y responsablemente. Esto quiere decir que una persona con un alma espiritual sana puede hacer más cosas buenas en conjunto con un cuerpo saludable. Ahora bien, como enseñaba Jesús, en lo que se come o no se come, o si lo extendemos, en el ejercicio que se hace o no se hace, no es donde reside la bondad o la maldad de una acción, sino en lo más profundo del corazón.

Es fundamentalmente en la motivación donde podemos ver qué es lo que estamos buscando y por lo tanto si colabora con nosotros en acercarnos a nuestra meta final: la santidad. Por lo tanto, si bien un médico, un nutricionista o un entrenador físico nos pueden dar direcciones certeras y favorables en el sentido funcional de la materia que ellos dominan, es decir, qué debemos comer o qué ejercicios pueden ayudarnos, nuestro bien debe ser integral y no solo parcial. Por ejemplo, tener un cuerpo musculoso y saludable para ser el centro de atención y querer generar envidia, es algo bueno para la salud física, pero pésimo para nuestra vida espiritual. Por otro lado buscar tener una buena vida espiritual desatendiendo nuestra salud es aproximarse a uno mismo de manera dualista y desintegrada, no católica.

3. HAY QUE ENCONTRAR EL EQUILIBRIO

La idea es que nuestro cuidado corporal mediante dietas sanas y ejercicios, sea en el fondo parte integral de nuestro cuidado personal, aquel que comprende todas las dimensiones: cuerpo, alma y espíritu. Preguntémonos: ¿Cuántas veces la disciplina y la fuerza de voluntad empleadas para practicar deportes se ven intensificadas mediante el ejercicio para ponerse en obra en otras acciones? o ¿Cuántas veces el orden y la responsabilidad en una dieta ayudan a ordenar toda nuestra vida en la prudencia y la templanza? por ejemplo.

Así, que nuestro cuidado corporal sea recto y ordenado para poder ser personas íntegras que busquen ser felices y dar gloria a Dios con toda su vida. Recuerda compartir este post con amigos o familiares y déjanos saber qué opinas en los comentarios.

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