Luces y sombras en el camino de la fe.
Jean
Paul Sartrer ha sido en Europa el gran predicador del existencialismo ateo: »Es absurdo – confiesa – que
hayamos nacido y es absurdo que muramos. El hombre no es sino una pasión inútil
y la muerte un hecho brutal y absurdo».
Sin
embargo, al final de su vida, escribía en el Nouvel Observateur: «Yo me siento, no como
un polvo aparecido en el mundo, sino como un ser esperado, provocado,
prefigurado; como un ser que no ha podido venir sino de un creador y esta idea
de una mano creadora me reenvía hacia Dios».
No hay comentarios:
Publicar un comentario