Espinas metidas en el corazón son, según Antonio Machado, la palabra y la memoria de Dios para el hombre.
Sin
embargo, cuando dejan de punzar levantan la nostalgia de un dolor imprescindible:
«Mi cantar vuelve a plañir: Aguda espina dorada, quien te pudiera
sentir en el corazón clavada»
Que
lejos de esta urgencia de Dios, la afirmación de la creencia como un signo del
pasado: «La física ha sustituido a la vieja cosmología y
la aspirina a las novenas» (Javier Sádaba)
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