La dificultad del agnosticismo.
«Ningún hombre es tan agnóstico y positivista que pueda
silenciar aquellos bordes de este mundo que son limítrofes con otra realidad,
que, por ello, sin ser posesión nuestra, nos delimita y nos constituye» (Olegario González de Cardedal)
Las
raíces de los versos de Unamuno prendían siempre firmes en la rocosa entraña de
lo eterno: «Esa vida tan preciosa en que creí no creer»
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