MUCHOS NO LO ENTIENDEN, PERO NOS EDUCAN PARA AMAR.
Ser
Militar, no es producto de la casualidad. Es genético.
Debe
gustarte el orden, la disciplina y la aventura.
Ser
militar, no es sinónimo de riqueza. Es sinónimo de vivir una vida con lo
necesario, aún cuando eso incluye a tu familia.
Ser
militar no es sinónimo de lujos.
Hay
muchas limitaciones, sacrificios e incomodidades en el desarrollo de tu vida
profesional, levantarte todos los días antes que todo el mundo, dejar la
comodidad de tu cama por el frío matutino o por los zancudos ávidos de
desayunarte, para saludar el amanecer y la bandera con tu sudor.
Para ser
militar, debe comprenderse que nada vendrá fácil ni gratis. Antes de marchar,
debes aprender a caminar bien. Antes de caminar, debes ganártelo corriendo.
Antes de mandar, debes aprender a obedecer.
Y, cuando
te haces viejo y tu desempeño se va apartando de las largas marchas, patrullas
en el mar, cielo, ríos y tierra y del mando de hombres más jóvenes, te
encuentras con que tu tiempo personal desaparece poco a poco y que tu
responsabilidad se duplica, triplica y quintuplica, todo para colaborar en el
planeamiento que permitirá un mejor empleo de los recursos que el Estado te
asigna.
EL
MILITAR ES FÁCIL DE RECONOCER:
Es
el que camina recto, aún viejo
intentando que su pecho sobresalga de su vientre.
Es
el que cede su asiento donde esté.
Es
el que abre la puerta.
Es
el que llega temprano a las citas.
Es
el que llega bien vestido con ropa que
pasó de moda hace 4 años (acostumbrado a su uniforme, su vestimenta civil pasa
a segundo plano).
Es
el que en días de descanso andará
haciendo deporte.
Es
el que para descansar, cambia de
actividad.
Es
el que come lo que se le sirva.
Es
el que se duerme de último y se levanta
primero, sabiendo que no tiene ningún pendiente para arrancar el nuevo día.
Es
el que se detiene ante un cortejo
fúnebre.
Es
el que se para firme cuando se canta el
himno o en presencia de la bandera.
Es
el que se enoja cuando se le falta el respeto
a los símbolos patrios.
El
militar no es necesariamente un hombre en uniforme, con la cara camuflada y
empuñando un arma. Comprende también a las mujeres y hombres que apoyan el
funcionamiento de sus Fuerzas Armadas desde un puesto administrativo, prestos a
saltar y defender el honor de su país.
El
militar es todo aquel que, habiéndose puesto un uniforme castrense algún día,
quedó enamorado del rigor y la disciplina y, aún en otra rama profesional, se
emociona al ver soldados marchar y vuelve a sentirse joven.
Dios les
bendiga y los ilumine en su marchar y en su actuar. Donde quiera que estén aun
con uniforme o solo con el en el alma y el corazón.
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